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Escuela Vocacional abandonada a su suerte en Matanzas

El teatro, el tabloncillo y las piscinas se mantienen en desuso.

IPVCE "Carlos Marx" © Facebook / IPVCE "Carlos Marx"
IPVCE "Carlos Marx" Foto © Facebook / IPVCE "Carlos Marx"

Este artículo es de hace 1 año

El Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) “Carlos Marx”, de Matanzas, está abandonado a su suerte y sin un presupuesto que consiga salvarlo del deterioro.

El centro educativo, que hasta hace unos años contaba con cuatro unidades, únicamente tiene activas dos, las otras -la tres y la cuatro- sucumben al paso del tiempo y el deterioro de sus estructuras, las que más recuerdos albergan, al decir de Alfredo Santamarina Linares, subdirector de la institución, según trascendió en una nota del diario local Girón.

El subdirector de la vocacional denunció que no se ha puesto empeño en mantener algunos de los bloques. “Desde errores ortográficos en declaraciones de amor, hasta autógrafos de estudiantes con aires de celebridad, abarcan casi la totalidad de las paredes del tabloncillo y los edificios, donde hasta hace unos años se encontraban estas unidades”, dijo el funcionario.

“La gente pregunta por qué se dejó que el tabloncillo se pusiera así. Es que envejeció, no se reparó, no había madera ni dinero para hacerlo nuevo; y por qué la piscina no se vuelve a llenar, pues porque envejeció, el sistema de bombeo colapsó y el equipo no se podía comprar. Existe la voluntad, pero no hay un respaldo para ello”, dijo Santamarina Linares.

El presupuesto destinado al actual curso es solo de 900,000 pesos para el mantenimiento constructivo, una suma que se comparte con el Instituto Politécnico de Informática ubicado en el IPVCE, precisó Yitcen Matos Romero, subdirectora económica de la escuela.

Las áreas en desuso requieren una reparación completa y una “inyección capital” inexistente en estos momentos.

Ariel Lázaro Santana Collymores, director provincial de Educación Preuniversitaria, confirmó que el presupuesto no alcanza para lograr “todos los sueños de remodelar completamente el IPVCE”.

“No se puede dirigir un presupuesto a reparar el tabloncillo, el teatro o la piscina, cuando todavía algún dormitorio posee una taza con salidero o una mala instalación eléctrica. La idea es mejorar poco a poco”, aseveró.

Un estudiante de ese centro afirmó que por su grado de destrucción, esas áreas no son de utilidad para las nuevas generaciones, salvo la piscina, usada como cancha de fútbol.

Aunque en la nota se recurre al tan usado argumento del recrudecimiento del bloqueo para justificar que las escuelas internadas no puedan sustentarse económicamente, el sector educacional tiene un déficit de presupuesto, aclaró Yuneidis Imbert Chaple, miembro del Buró del Comité Provincial del Partido Comunista en Matanzas.

Si bien se destina el 70% del presupuesto a problemas sociales, dijo Imbert Chaple, hay que seguir apelando a la intersectorialidad para saldar las deudas, sobre todo constructivas.

Dora María Román Mayoz, una profesora de Geografía -de las más longevas del IPVCE- recordó con nostalgia los años de fundación de la escuela, a finales de la década de 1970 y expresó que la situación actual le provocaba dolor.

“A una, que ha vivido aquí, le duele que esté así, que mires a un lado y le falte esto, que mires al otro y le falte también algo", dijo la docente.

Los dirigentes aseguran que se ha desarrollado un plan para reactivar estos centros, por lo cual se ha pensando en la reconstrucción de las becas ocupadas, se han pintado la fachada y el anfiteatro, se han agregado barandas a las escaleras, se ha invertido en la reparación y sustitución de la red hidráulica pero, según expusieron los estudiantes a Girón, no hay condiciones para recibir más alumnos.

Según refirió la nota, se carece además de profesores, alimentos, espacio e infraestructura hidráulica.

Muchos preuniversitarios en Cuba permanecen abandonados a su suerte y sin perspectivas de recuperación. Algunos, incluso, han llegado a desparecer como el de Santiago de Cuba, donde los serios problemas estructurales del inmueble lo dejaron insalvable.

En esa institución del oriente del país, una madre criticó la escasa comida que les dan a los estudiantes del preuniversitario vocacional “Antonio Maceo Grajales”: unas rodajas de pepino encurtido, arroz blanco o con alguna otra “cosa y” “jugo” de guayaba, según denunció y pudo apreciarse en las fotos que acompañaron su queja.

Aunque las lamentables condiciones de estos centros han sido constantemente señaladas, Cuba ha persistido en mantener las vocacionales en todo el país.

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