La crisis energética que golpea a Cuba se agudiza este 1 de junio con un nuevo parte de la Unión Eléctrica (UNE), que pronostica afectaciones de hasta 1,590 megavatios (MW) en el horario pico, confirmando un panorama de apagones continuos y generalizados en todo el país.
Esta cifra, una de las más altas reportadas en las últimas semanas, coincide con un contexto social marcado por el rechazo al reciente tarifazo de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA), lo que incrementa el malestar popular.

Según el parte oficial, la víspera se reportaron interrupciones en el servicio durante las 24 horas, con una máxima afectación de 1,530 MW registrada a las 19:20 horas.
La situación se mantuvo durante toda la madrugada del sábado. Para hoy, se estima una demanda máxima de 3,450 MW frente a una disponibilidad de apenas 1,930 MW, lo que deja un déficit crítico que afectará a miles de hogares.
La precariedad del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) se debe tanto a averías como a mantenimientos simultáneos en varias termoeléctricas claves.
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Están fuera de servicio unidades en Santa Cruz, Cienfuegos, Nuevitas, Felton y Renté, mientras que otras se encuentran en mantenimiento programado. Aunque se prevé la entrada en funcionamiento de una unidad en Nuevitas con 90 MW, ello no bastará para evitar apagones severos.
A pesar de la entrada de 12 nuevos parques solares, cuya producción máxima fue de apenas 312 MW, el déficit estructural del SEN continúa sin solución. Los cubanos, que ya enfrentan extensos cortes eléctricos, se ven ahora doblemente golpeados por el encarecimiento del acceso a internet, impulsado por el nuevo esquema tarifario de ETECSA.
Esta combinación de apagones crónicos y aumento de tarifas ha generado una creciente indignación ciudadana, reflejada en redes sociales, comunicados estudiantiles y pronunciamientos de economistas.
Para muchos, el discurso oficial sobre “socialismo” queda desmentido por una realidad donde el acceso a servicios básicos se convierte en un lujo, mientras el Estado impone ajustes regresivos sin participación ciudadana.
¿Se avecina una dolarización de las tarifas eléctricas?
En medio de esta situación, muchos cubanos se preguntan si el siguiente paso del régimen será dolarizar las tarifas de la electricidad, como ya ocurrió con la telefonía móvil.
En redes sociales, usuarios y analistas han comenzado a especular sobre esta posibilidad, que tendría un impacto devastador para los sectores que no reciben remesas o no tienen acceso a divisas.
ETECSA justificó su tarifazo alegando que “hay un mercado externo dispuesto a pagar”, apuntando claramente a la diáspora como fuente de financiamiento del modelo estatal.
La UNE, como ETECSA, también es una empresa monopólica y bajo control del conglomerado militar GAESA y podría seguir esa misma lógica de “sostenibilidad financiera” para enfrentar su crítica falta de generación, insumos y mantenimiento.
Esta orientación revela una transformación profunda del modelo cubano: de un socialismo de discurso a una economía controlada por una nueva oligarquía, donde las empresas estatales actúan como corporaciones orientadas al beneficio, sin competencia, sin control ciudadano y sin transparencia.
La dolarización parcial o total del servicio eléctrico no sería solo un cambio económico, sino una nueva fase de exclusión social: un sistema de dos velocidades donde solo quienes tienen acceso a dólares podrán mantener una mínima calidad de vida.
De concretarse, se confirmaría que el régimen ya no busca redistribuir el ingreso, sino recaudar en divisas a costa del empobrecimiento nacional, consolidando una élite privilegiada bajo el control del poder político y militar.
Para la mayoría de los cubanos, entre el apagón y la desconexión digital, la incertidumbre sobre el futuro inmediato no hace más que agravar la sensación de abandono, desigualdad e impotencia ante un Estado que hace mucho que ya no protege, sino que responde a los intereses de la casta en el poder.
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