Economista Pedro Monreal: Tarifazo de ETECSA prioriza el lucro del monopolio sobre el bienestar ciudadano

El tarifazo de la empresa estatal socialista refleja una política que prioriza el lucro sobre el bienestar ciudadano en Cuba, según el economista que criticó la medida monopolista que empobrece a las familias, sin consulta ni transparencia.


La dolarización de los servicios de telefonía móvil de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA) ha desatado una ola de rechazo en la isla y entre los cubanos en el exilio.

Para el economista Pedro Monreal, esta decisión representa un nuevo “paquetazo” que sigue la lógica del llamado “ordenamiento” de 2021: una medida impuesta desde el poder, justificada como técnica, pero con severas consecuencias sociales y sin mecanismos democráticos de consulta o control.

En una serie de publicaciones en la red social X, Monreal desentrañó el trasfondo político-económico del tarifazo. Según explicó, ETECSA -empresa estatal socialista con posición monopólica en el sector de las telecomunicaciones- está utilizando ese poder sin contrapesos para imponer un aumento de precios que “ajusta hacia abajo el bienestar familiar”, bajo la promesa de futuras mejoras en los servicios.

Se trata, en su opinión, de una política que prioriza el lucro corporativo inmediato, es decir, la obtención de mayores ingresos y rentabilidad a corto plazo, sin considerar los efectos sociales de la medida.

Este “lucro corporativo inmediato” contradice abiertamente la retórica oficial del sistema económico cubano, que se autodefine como socialista y comunista. En teoría, este modelo prioriza las necesidades del pueblo y pone el bienestar colectivo por encima de las ganancias.

Sin embargo, en la práctica, medidas como la del tarifazo reflejan una lógica capitalista autoritaria: se impone un alza sustancial de precios sin competencia ni transparencia, sin que los consumidores puedan optar por otro proveedor o influir en las decisiones de la empresa estatal.


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Monreal señaló que el tarifazo no es solo un error técnico o una necesidad económica, sino una redistribución forzada de ingresos desde los bolsillos de las familias cubanas hacia una empresa estatal que opera como entidad corporativa.

Esto es posible gracias al poder de monopolio que ostenta ETECSA: al no tener competencia, puede fijar precios sin temor a perder usuarios, incluso si ello implica excluir del acceso a internet y la comunicación a una gran parte de la población.

La empresa ha justificado el aumento asegurando que hay un mercado externo dispuesto a pagar las nuevas tarifas. Esta afirmación pone en evidencia una estrategia orientada a capturar divisas a través de recargas internacionales, lo cual convierte a ETECSA en un mecanismo más de extracción de recursos del exilio hacia el Estado cubano, como las tiendas en dólares o el control de las remesas.

En lugar de garantizar un servicio accesible y universal, como correspondería a un modelo socialista, se prioriza a quienes tienen familiares fuera del país que pueden costear los altos precios.

La contradicción es evidente: se proclama un sistema socialista, pero se aplican políticas que castigan a los sectores más vulnerables y benefician únicamente al aparato estatal y a quienes tienen acceso a divisas.

En ausencia de un parlamento plural, sindicatos independientes o prensa oficial crítica, decisiones como esta se toman desde arriba, sin consulta ni rendición de cuentas, y se imponen como hechos consumados.

Monreal destacó, además, que a diferencia del “ordenamiento”, que al menos fue presentado como un intento de mejorar el ingreso real de los trabajadores estatales, el tarifazo de ETECSA “asume sin complejos” que empobrecerá a las familias.

Esto revela una evolución preocupante: el régimen ya no se esfuerza siquiera en disfrazar sus decisiones como beneficiosas. La reducción del nivel de vida se convierte en política oficial, como ha quedado demostrado con la llamada “dolarización parcial de la economía”, una decisión que oficializó y pretende normalizar la desigualdad y la exclusión social en el “paraíso comunista” del Caribe.

El tarifazo ha sido rechazado por estudiantes universitarios, artistas y usuarios en redes sociales, que lo consideran un abuso injustificable. En un país donde los salarios en pesos no alcanzan ni para cubrir necesidades básicas, pagar miles de CUP por tener acceso a internet se ha convertido en un lujo reservado para una élite.

Lejos de responder a una lógica socialista, el tarifazo revela el rostro neoliberal y autoritario de un modelo que se sostiene mediante el control monopólico, la exclusión digital y la represión del disenso.

Como advirtió Monreal, este tipo de medidas solo es posible en un entorno de exclusión política donde la población no tiene otro remedio que aceptar, por imposición, el deterioro constante de su bienestar.

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