Sandro Castro, nieto del dictador cubano Fidel Castro, volvió a generar polémica en redes sociales tras publicar un video en el que aseguró: “Si usted desea tener buena salud, no se pase de 10 cervezas. Pero tampoco deje de tomarse sus nueve diariamente”.
En el video, aparece con una túnica negra con cruces rojas y una bolsa plástica a modo de gorro, mientras ofrece lo que él llama su “bendición sagrada de cada viernes”, un ritual excéntrico que, lejos de provocar gracia, ha desatado indignación.
La aparente broma, en realidad, exhibe una profunda desconexión con la realidad económica de Cuba. Según plataformas de venta online como Micerveza.com, una lata de 330 ml de cerveza Cristal cuesta aproximadamente $0.66 USD.
Seguir el “consejo” de Sandro —nueve cervezas diarias— supondría un gasto mensual de $178.20 USD. A la tasa de cambio del mercado informal, unos 370 CUP por dólar, eso equivale a 65,934 pesos cubanos, más de 31 veces el salario mínimo mensual en la isla, que es de 2,100 pesos.
Este tipo de contenido no es nuevo en el perfil del nieto del dictador. En el pasado, ha protagonizado varios reels donde aparece bebiendo Cristal, mostrando neveras llenas de latas verdes y repitiendo frases como “esa medicina no puede faltar”, entre otras incoherencias y alusiones que cosifican a las mujeres y demuestran su desprecio por el pueblo llano, tan típico de la élite aporofóbica del régimen cubano.
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En ninguno de estos materiales se aclara si se trata de publicidad pagada, lo que sugiere una estrategia de promoción encubierta a favor de la empresa estatal Cervecería Bucanero S.A., cuyos responsables son Eduardo Lacerda, director de Cerbuco Brewing Inc., y Nelson Arias Moreno, presidente de la estatal Corporación Alimentaria S.A. (CORALSA).
Para muchos cubanos, el mensaje resulta insultante. Según datos del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, solo el 24% de la población recibe remesas desde el extranjero. El 76% restante sobrevive con salarios estatales muy por debajo del costo de vida, en medio de apagones, escasez y desabastecimiento.
El 83% de quienes no reciben ayuda del exterior han tenido que reducir su alimentación diaria y el 58% ha dejado de desayunar por completo.
En ese contexto, la imagen de un heredero del poder, promoviendo el consumo diario de un producto caro, no solo es provocadora, sino que constituye una burla cruel a millones de familias que, entre las carencias alimentarias y el colapso de los servicios públicos de salud, penan por mantener sanos a sus integrantes.
Mientras el pueblo hace colas para conseguir magros y costosos alimentos, Sandro continúa con sus brindis al sol regados con cerveza Cristal. Él se puede permitir derramar litros de cerveza y reírse de los cubanos porque cuenta con la protección de la maquinaria represiva del régimen totalitario instaurado por su abuelo.
Pero nada hay más cierto e invariable que "un día sigue a otro", y llegará aquel en que no habrá “cristach” que le devuelva la alegría al “vampirach”, y el “joven revolucionario” que se mofa del pueblo aprenderá la lección que parece no le dieron en el seno de la familia mafiosa de los Castro.
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