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El Partido Comunista de Cuba (PCC) ha anunciado la convocatoria oficial a su 9no Congreso para abril de 2026, en un contexto nacional marcado por una profunda crisis económica, creciente desigualdad social y un éxodo migratorio sin precedentes.
La dirección del Partido apuesta nuevamente por la retórica del sacrificio, mientras millones de cubanos enfrentan carencias básicas, apagones prolongados y un futuro cada vez más incierto.
La convocatoria, difundida este sábado por el Comité Central del PCC, presenta el evento como un “congreso de todo el pueblo”, aunque en la práctica los mecanismos de participación real de la ciudadanía en decisiones estratégicas siguen siendo limitados.
En el documento, el PCC insiste en la necesidad de mantener la unidad, fortalecer la ideología revolucionaria y combatir la “indisciplina social”, en momentos en que el malestar ciudadano crece ante la falta de soluciones concretas a los problemas cotidianos.
Entre los objetivos centrales del Congreso, el Partido menciona la recuperación del sistema electroenergético, el aumento de la producción de alimentos, la estabilización macroeconómica y el control de la inflación. Sin embargo, estas prioridades han sido reiteradas en eventos anteriores sin resultados tangibles para la población.
“Nos propusimos un proyecto de desarrollo al que no hemos renunciado. Aun cuando no se ha podido materializar totalmente, el solo hecho de resistir es una victoria del pueblo cubano”, afirma la convocatoria, en una frase que muchos interpretan como una admisión implícita del estancamiento económico y político del país.
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El llamado se produce además en el preludio del centenario del nacimiento de Fidel Castro, figura central en la narrativa oficial, y a pocas semanas del aniversario de los asaltos al Moncada y al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, hitos utilizados por el Gobierno como símbolos de continuidad histórica.
La convocatoria al 9no Congreso pone especial énfasis en el combate ideológico y mediático, aludiendo a la “guerra de desinformación” promovida, según el régimen, desde medios extranjeros y redes sociales.
Esta insistencia en el frente ideológico contrasta con el silencio absoluto sobre la ola migratoria que ha provocado el éxodo de más de medio millón de cubanos en los últimos años, un tema completamente ausente en el texto.
Tampoco se menciona el creciente descontento social que se ha expresado en protestas espontáneas, como las de julio de 2021 o marzo de 2024, ni la represión que ha seguido a estas manifestaciones. En lugar de una autocrítica real o propuestas de apertura política, el documento mantiene el discurso de resistencia y acusa al imperialismo estadounidense de ser la causa principal de las dificultades nacionales.
Aunque el PCC afirma que el Congreso será precedido por un “amplio proceso de consulta”, la falta de pluralismo político y la ausencia de prensa independiente en la isla hacen dudar sobre el alcance y la autenticidad de esos debates. La estructura de partido único impide la competencia de ideas y consolida una élite política que permanece en el poder sin rendir cuentas efectivas al pueblo.
De la salida de Raúl Castro al estancamiento actual
El VIII Congreso, celebrado en abril de 2021, marcó la salida oficial de Raúl Castro como Primer Secretario del Partido, concluyendo así más de seis décadas de liderazgo formal de la familia Castro sobre la estructura política cubana. “Concluye mi tarea… con la satisfacción de haber cumplido”, dijo entonces el general retirado, dejando en manos de Miguel Díaz-Canel la dirección del partido y del país.
Aquel traspaso de poder se presentó como una renovación generacional, pero con pocas señales de transformación en la práctica política. Raúl advirtió en su discurso final que “hay límites que no podemos rebasar”, refiriéndose a reformas de mercado o apertura política, y aseguró que “por ese camino se destruirían los sistemas de salud y educación”.
Desde entonces, el país ha transitado por un deterioro aún más profundo de su economía, con una inflación imparable, colapso en la red eléctrica, desplome del salario real y cifras récord de emigración, especialmente de jóvenes. Las promesas de “estrategia de desarrollo” se han disuelto en la realidad de una nación donde, como reconocen incluso dirigentes oficialistas, muchas familias no logran cubrir las necesidades básicas.
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