Florida se ha convertido en epicentro de una ofensiva migratoria sin precedentes, al punto que el 36% de los inmigrantes arrestados en junio por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) no tenía antecedentes penales ni cargos en su contra, según datos oficiales analizados por el Proyecto de Datos de Deportación de la Universidad de California en Berkeley.
La cifra, que triplica la proporción registrada apenas dos meses antes, confirma un cambio radical de enfoque en las operaciones migratorias bajo el mandato de Donald Trump, y ha provocado un repunte de denuncias por detenciones arbitrarias, caos en las comunidades migrantes y condiciones precarias en los centros de detención, informa Axios.
Desde mayo, tras una orden ejecutiva que impuso una cuota mínima de 3,000 arrestos diarios, el ICE ha redoblado operativos en vecindarios, centros de trabajo y zonas residenciales. La región de la oficina de campo de ICE en Miami, que cubre Florida, Puerto Rico y las Islas Vírgenes, ha reflejado el cambio con especial intensidad.
En junio, más de 1 de cada 3 detenidos no tenía historial criminal, frente al 21% reportado en abril. A nivel nacional, la proporción de arrestos sin antecedentes alcanzó el 47% ese mismo mes.
"Ahora se apunta a cualquier migrante indocumentado, sin importar si tiene o no antecedentes", denunció David Bier, del Cato Institute. Según el experto, esta estrategia ha creado "caos en las calles" y ha minado el apoyo público a la política migratoria republicana.
Florida: epicentro de las redadas
En lo que va de 2025, ICE ha realizado más de 10,800 arrestos en Florida, un salto del 200% respecto al año anterior.
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Siete ciudades concentran la mayor parte de la actividad en el estado. Ellas son Miami, Tallahassee, Orlando, Jacksonville, Fort Myers, Stuart y Tampa, muchas con fuerte cooperación entre autoridades locales y federales mediante los acuerdos 287(g), que permiten a policías estatales actuar como agentes migratorios.
Además, Florida lidera el país con 295 de estos acuerdos, lo que representa el 43% del total nacional, un factor clave en la ola de detenciones.
El gran volumen de arrestos ha desbordado los centros de detención. En instalaciones como Krome North, en Miami, o en Alligator Alcatraz, un campamento improvisado en los Everglades, los migrantes denuncian falta de atención médica, comida insuficiente y hacinamiento.
La cárcel del condado de Pinellas cuadruplicó en dos años el número de personas detenidas por órdenes de ICE. En un momento, 220 personas dormían en el suelo, según reconoció el sheriff local.
Cubanos en la mira
Los cubanos no escapan a esta nueva embestida. Más de 42,000 se encuentran bajo órdenes finales de deportación en EE.UU., y cientos permanecen en libertad supervisada o en centros de detención en Luisiana y Nuevo México.
Solo en el mes de julio, 118 cubanos fueron deportados a La Habana, en lo que constituye el séptimo vuelo oficial del año desde territorio estadounidense. Tres de ellos fueron entregados directamente a la Seguridad del Estado por presuntos delitos previos a su salida del país.
Desde el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero, su administración ha reanudado los vuelos masivos de deportación a Cuba y eliminado mecanismos de alivio como el parole humanitario y CBP One, dejando a miles en un limbo legal.
ICE ha reportado 150,000 deportaciones en lo que va del año a varios países del mundo, pero la meta federal es mucho más ambiciosa y abarca un millón antes de que finalice 2025.
De mantenerse el ritmo actual, este año será el más activo desde la administración Obama, aunque con un matiz más severo porque la prioridad no son los criminales, sino el volumen.
“La guerra contra los indocumentados avanza sin freno ni filtros”, advirtió Bier. Y en ese fuego cruzado, miles de familias, muchas cubanas, viven con miedo constante, sin saber si su próximo día de trabajo, consulta médica o compra de supermercado puede terminar en detención y posterior deportación.
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