Régimen apela al “trabajo voluntario” tras la peor zafra azucarera en más de un siglo

La industria azucarera cubana enfrenta un colapso histórico con la producción más baja en más de un siglo, mientras el gobierno organiza jornadas de trabajo voluntario ligadas a conmemoraciones oficiales para mostrar apoyo a los cañaverales.

Trabajo voluntario Foto © Captura de Video/Youtube/Canal Caribe

La producción de azúcar en Cuba cayó a menos de 150,000 toneladas en la zafra 2024-2025, marcando un mínimo histórico que no se registraba en más de 100 años.

El desplome, menos de la mitad de lo producido en la campaña anterior, dejó al país muy por debajo del plan estatal y evidenció el colapso de una industria que durante décadas fue símbolo de orgullo nacional.

En medio de esta crisis, el régimen organizó este agosto una jornada nacional de “trabajo voluntario y productivo” en los cañaverales, dedicada al aniversario 99 del natalicio de Fidel Castro y al 65 de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

Captura de Facebook/Federación de Mujeres Cubanas

La convocatoria se realizó en todas las provincias productoras, excepto La Habana, Pinar del Río y la Isla de la Juventud.

Un reporte televisivo del Canal Caribe mostró a dirigentes y brigadas de mujeres participando en labores de limpieza de caña en la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Amistad Cuba-Cambodia, en Mayabeque.


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Para colmo, la siembra prevista no pudo realizarse por lluvias, pero se informó que se limpiaron unas 20 hectáreas de un total de 40 sembradas.

Es habitual que las organizaciones oficialistas convoquen este tipo de actividades cerca de fechas conmemorativas para proyectar una imagen de apoyo a las labores agrícolas, aunque su impacto real en la producción suele ser limitado.

Las autoridades locales dijeron que la meta es alcanzar 10,000 hectáreas sembradas este año, con la mirada puesta en la zafra de 2027, cuando esperan cubrir el 70% de las áreas cañeras y lograr rendimientos de 40 toneladas por hectárea.

Sin embargo, la respuesta oficial contrasta con los dramáticos números de la última campaña. Por ejemplo, en provincias como Villa Clara, la producción de azúcar no alcanza las metas desde 2019.

Este año, los ingenios Héctor Rodríguez y Quintín Bandera reportaron rendimientos por debajo del 50% de lo planificado, con siembras bajas, falta de semilla y reparaciones industriales incompletas, en un entorno marcado por la improvisación.

En Granma, la situación no es mejor. Allí, la zafra cerró con apenas 5,277 toneladas de azúcar, lejos de las casi 20,000 previstas. El central Enidio Díaz Machado fue el último en moler, sin lograr compensar los bajos resultados del resto de los ingenios que operaron con mínimas capacidades.

Por su parte, Camagüey, con un plan de 23,500 toneladas, produjo solo 4,000. El central Carlos Manuel de Céspedes, único activo en la provincia, perdió el 87% del tiempo de molienda, afectado por roturas, carencias técnicas y escasez de insumos. Las autoridades reconocieron la gravedad del resultado.

Guantánamo acumuló solo 2,900 toneladas, el 38% del plan. La arrancada se retrasó más de 40 días y el central Argeo Martínez trabajó con inestabilidad operativa, a pesar de las inversiones realizadas. La producción fue incluso inferior a la del año anterior.

En Las Tunas, el central Antonio Guiteras logró apenas el 16% del plan tras paralizaciones por falta de recursos básicos. Se trató de la peor campaña histórica del mayor ingenio del país.

Ciego de Ávila, en tanto, no tuvo al central Primero de Enero en la contienda debido a una deuda eléctrica que provocó su paralización. Trabajadores denunciaron reubicaciones forzosas y atraso en el pago de salarios, en medio de una crisis sin respuesta institucional.

La crisis azucarera, que comenzó con el cierre masivo de ingenios en 2002, impide cubrir el consumo interno, estimado entre 600,000 y 700,000 toneladas anuales, y obliga a importar azúcar para satisfacer la demanda mínima.

Durante décadas, la zafra fue motor económico y parte esencial de la identidad cubana. Hoy, la realidad en los campos refleja abandono, improvisación y falta de recursos, mientras el gobierno apela a la mística del “trabajo voluntario” para intentar reactivar un sector que no muestra señales de recuperación.

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