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Caracas amaneció el miércoles bajo una advertencia que suena a ultimátum. “Nos preparamos para lo peor”, dijo el poderoso ministro de Interior y figura clave del chavismo, Diosdado Cabello, al referirse a la intensificación del despliegue militar estadounidense frente a las costas venezolanas.
En su programa semanal Con el mazo dando, transmitido por el canal estatal VTV, Cabello aseguró que Venezuela está lista para enfrentar “lo que venga por muy duro que sea”, en alusión directa a los movimientos de buques, submarinos y marines de Estados Unidos que, bajo el argumento de una campaña antidrogas, cercan desde hace días el mar Caribe.
“No subestimamos ninguna amenaza. Tampoco la sobrestimamos y mucho menos la desestimamos”, dijo el dirigente, que también destacó el alistamiento de miles de milicianos civiles en todo el país.
El mensaje, contundente y sin ambages, se produce tras la denuncia del gobierno de Nicolás Maduro ante Naciones Unidas, donde se alertó que el Pentágono prepara el envío de un “crucero lanzamisiles” y un “submarino nuclear de ataque rápido” al Caribe, lo que Caracas interpreta como una provocación directa y una “grave amenaza a la paz y la seguridad regionales”, informó la agencia EFE.
Una región al borde de la militarización
La situación escaló con rapidez. La “respuesta” venezolana se tradujo en un despliegue de buques de guerra, drones, helicópteros y puntos de vigilancia a lo largo del mar Caribe y la frontera con Colombia, bajo el marco de la operación “Relámpago del Catatumbo”. El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, confirmó que más de 15,000 efectivos están movilizados.
Washington, por su parte, no ha ocultado sus cartas. Según medios internacionales, la administración Trump envió al Caribe el crucero lanzamisiles USS Lake Erie, el submarino USS Newport News, tres destructores y unos 4,500 marines, además de aviones espía. Todo, en teoría, para frenar el narcotráfico.
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Pero para el chavismo, esta narrativa es solo una excusa. Venezuela asegura que no tiene cultivos ilícitos, y que se trata de una estrategia geopolítica para presionar al régimen de Maduro y forzar concesiones. “Esto no tiene justificación técnica; es presión táctica”, advirtió el analista Phil Gunson, del International Crisis Group.
En medio del aumento de tensiones, Cuba ha cerrado filas con su aliado venezolano. Miguel Díaz-Canel prometió “apoyo incondicional” a Maduro y denunció las “amenazas imperialistas” de Estados Unidos, reforzando la alianza histórica entre La Habana y Caracas.
Francia también ha dado señales. El gobierno de Emmanuel Macron desplegó personal militar, radares y drones en Guadalupe como parte de su propio plan antidrogas, alineado de facto con la estrategia de EE.UU.
Más sorpresiva aún fue la postura de Trinidad y Tobago. Su primera ministra, Kamla Persad-Bissessar, ofreció acceso irrestricto a su territorio a fuerzas estadounidenses si Venezuela llegara a agredir a Guyana, con quien mantiene una disputa territorial por el Esequibo. “No dudaremos en defender al pueblo guyanés”, sentenció.
Una retórica que roza el conflicto
Mientras la ONU recibe reclamos y alertas, Venezuela acelera el alistamiento de sus milicianos. Según el ministro Padrino, este fin de semana se habilitarán más de 1,000 puntos para sumar voluntarios a la defensa “de la patria frente a cualquier agresión”.
El escenario recuerda a los años más tensos del siglo XX. Pero esta vez, la militarización ocurre en pleno Caribe, con la participación de potencias nucleares, conflictos territoriales sin resolver y un trasfondo ideológico latente.
“Lo que sí es cierto es que nuestro pueblo, nuestras mujeres, nuestros jóvenes han dado un paso al frente para defender la patria”, insistió Diosdado Cabello, en un mensaje que parece más dirigido a Washington que a la audiencia venezolana.
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