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Lo que prometía ser una escapada paradisíaca bajo el sol caribeño terminó convirtiéndose en una experiencia “traumatizante” para dos familias canadienses de Quebec que viajaron a uba.
Así lo describen Caroline Lefebvre y Stéphanie Meunier, quienes denunciaron públicamente las deplorables condiciones en las que se encontraron al llegar al resort Grand Memories Santa María, en Cayo Santa María, Villa Clara.
Las vacaciones fueron organizadas a través del operador turístico Sunwing Vacations, una de las agencias más activas en los paquetes vacacionales entre Canadá y la isla.
La historia, recogida inicialmente por el medio canadiense CTV News, revela una serie de fallos graves en el alojamiento: desde habitaciones con moho e insectos, hasta duchas rotas y falta de elementos básicos de higiene como el papel higiénico.
“Las camas estaban sucias, no estaban limpias”, relató Meunier, visiblemente afectada. Poco después, se toparon con bichos en las sábanas y comenzaron a notar picaduras en la piel.
“Nos dijeron: ‘No es nada. Vamos a cambiarte las sábanas’”
Las familias, desesperadas por la situación, acudieron a la recepción del hotel. Sin embargo, alegan que en lugar de encontrar soluciones reales, se enfrentaron a la indiferencia del personal.
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“Y me dijeron: ‘No es nada. Solo vamos a, ya sabes, cambiarte las sábanas’”, explicó Meunier al citado medio.
Las habitaciones fueron cambiadas en dos ocasiones, pero las condiciones no mejoraron. El relato indica que pasaron buena parte de sus vacaciones “en el vestíbulo del hotel tratando de conseguir ayuda”.
Sunwing, por su parte, confirmó que recibió reportes de “picaduras atribuibles a chinches de cama”, aunque tras una inspección aseguró que “no se encontraron indicios” de insectos.
“Se ofreció una inspección médica, pero los huéspedes la rechazaron”, explicó la empresa en un comunicado. Como medida de precaución, se reemplazaron las sábanas y toallas en dos ocasiones.
A pesar de sus esfuerzos por regresar a Canadá antes de la fecha prevista, no había vuelos disponibles.
“Nunca había viajado. Es mi primer viaje. Y, honestamente, estoy traumatizada”, concluyó Meunier, quien ahora exige una disculpa formal y una compensación económica por parte de Sunwing.
“Solo queríamos disfrutar en la playa con nuestras familias. Pero fue cualquier cosa menos relajante”, concluyeron, aunque elogiaron, eso sí, la calidad de las playas.
Un problema más amplio
El caso de Lefebvre y Meunier no es aislado. Cada vez son más los turistas -de Canadá, Rusia, México y otras nacionalidades- que denuncian el deterioro de la infraestructura turística en Cuba.
En los últimos meses se han documentado experiencias similares: quejas por falta de higiene, escasez de alimentos, deficiencias en el mantenimiento de instalaciones y una atención al cliente que raya en el abandono.
En uno de los ejemplos más llamativos, el periodista Mario J. Pentón compartió recientemente un video desde el hotel Barceló Solymar, en Varadero, donde un visitante cubano mostraba baños sin papel sanitario, colas para acceder al lobby y elevadores fuera de servicio.
“Cinco estrellas… y sin papel sanitario”, ironizó el comunicador.
Otra turista mexicana resumió su experiencia en una reseña con un tono entre la burla y la resignación: “Hospedarse allí debería otorgar créditos universitarios en Supervivencia Extrema y Filosofía Zen Aplicada al Buffet”.
Incluso turistas rusos han comparado sus estancias en resorts cubanos con la época soviética.
Una viajera en el hotel Mojito, en Cayo Coco, denunció habitaciones sucias, comida escasa y aburrida, y un servicio deficiente.
“Como en los tiempos soviéticos de escasez”, declaró.
Advertencias oficiales y declive estructural
El deterioro del turismo en Cuba a pesar de los crecientes esfuerzos del régimen por incrementar la infraestructura turística, es una percepción generalizada.
En mayo de 2024, el Gobierno de Canadá actualizó su aviso de viaje para Cuba, recomendando a sus ciudadanos ejercer un “alto grado de precaución”.
Entre los riesgos señalados se mencionaban la “escasez crónica y severa” de alimentos, agua embotellada, medicinas y combustible.
La advertencia también alertaba sobre las dificultades de movilidad por la isla debido a la falta de transporte público y taxis, así como sobre la seguridad de las mujeres que viajan solas, quienes podrían enfrentar acoso o incluso agresiones sexuales dentro de complejos turísticos.
En agosto de este año, las autoridades canadienses actualizaron nuevamente su alerta para advertir sobre riesgos operativos estacionales, protestas y otras problemáticas vinculadas al desabastecimiento generalizado y a un clima político cada vez más tenso.
“Los delitos violentos son infrecuentes, pero ocurren”, rezaba el aviso.
El contraste entre la propaganda oficial y la realidad
Mientras el régimen cubano continúa promoviendo a la isla como un destino “seguro y de calidad”, los testimonios de turistas desmienten esa narrativa.
La crisis económica, el colapso de servicios básicos y la desidia en la gestión de instalaciones afectan no solo a los visitantes, sino también a los trabajadores del sector, muchas veces sobreexigidos y mal pagados.
Cuba solía ser uno de los destinos predilectos para los turistas canadienses, que históricamente han constituido el mayor grupo de visitantes a la isla.
Sin embargo, estos episodios pueden marcar un punto de inflexión en la percepción pública sobre la seguridad, el confort y el valor real de vacacionar en Cuba.
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