“No Kings”: La mayor protesta contra Donald Trump desde que llegó al poder

"La democracia está en juego", alertaron millones de estadounidenses que este sábado tomaron las calles del país para denunciar la agenda autoritaria de Trump y sus intentos de socavar las instituciones democráticas del país.

Manifestantes en Nueva York Foto © commons.wikimedia.org

Más de siete millones de estadounidenses se manifestaron el sábado en más de 2,700 ciudades bajo el lema “Sin Reyes” (No Kings), una movilización masiva en rechazo al gobierno del presidente Donald Trump, al que acusan de actuar con una agenda autoritaria y de socavar las instituciones democráticas del país.

En Washington D.C., Peggy Cole, una funcionaria jubilada de Michigan, viajó diez horas para celebrar su cumpleaños número 70 entre pancartas, consignas y música. “Trump está desmantelando nuestra democracia pieza por pieza”, declaró la manifestante a CNN.

Como ella, miles de personas se sumaron a la protesta en la capital estadounidense, en una jornada que combinó indignación política con un espíritu festivo y pacífico.

Una marea amarilla por todo el país

Los manifestantes, muchos vestidos de amarillo —color símbolo de unidad y resistencia pacífica—, llenaron plazas, avenidas y parques en ciudades como Nueva York, Atlanta, Los Ángeles, Chicago y San Francisco.

En Times Square, decenas de miles entonaron cánticos como “Así es la democracia” y “Los inmigrantes son bienvenidos aquí”, mientras ondeaban banderas estadounidenses y pancartas con mensajes contra el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y el poder de los multimillonarios.

“Estados Unidos pertenece a su pueblo, no a los reyes”, rezaba un folleto distribuido por los organizadores del Proyecto Indivisible, que promueve la acción no violenta y asegura haber capacitado a decenas de miles de voluntarios en seguridad y desescalada.


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Las protestas, mayoritariamente pacíficas, se desarrollaron tras un verano marcado por redadas masivas de inmigración y por el despliegue de tropas federales en ciudades demócratas, medidas que los opositores consideran intentos de intimidación política.

“No se trata del poder, sino del pueblo”

En Atlanta, el senador demócrata Raphael Warnock fue uno de los oradores principales: “Cuando un presidente intenta arrogarse un poder que no le corresponde, debemos recordar que el verdadero poder reside en la gente”.

En esa misma ciudad, la activista Kimberly Diemert recordó el legado del Movimiento por los Derechos Civiles: “Atlanta es la cuna de la democracia, y no queremos perder eso”.

Muchos manifestantes expresaron su temor por la erosión de las libertades fundamentales. “Ya no podemos expresarnos sin miedo”, dijo Bobbie Castillo, quien viajó desde Nebraska hasta Washington.

El divulgador científico Bill Nye también participó en la capital, afirmando que el gobierno de Trump “no tolera la disidencia” y “teme la libertad de expresión”.

Protestas diversas, un mismo mensaje

La creatividad fue otro protagonista de la jornada. En Boston, personas disfrazadas de langostas, pollos y dinosaurios inflables bailaban entre las pancartas, mientras en Los Ángeles un grupo marchó con un enorme cartel que decía “No Reyes” frente al Ayuntamiento.

“Es difícil llamar a esto zona de guerra cuando parece una fiesta de barrio”, comentó un manifestante disfrazado de unicornio.

En ciudades pequeñas como Ashland (Oregón) o Hendersonville (Carolina del Norte), los organizadores se sorprendieron por la masiva participación. “Salvar la democracia es una prioridad incluso en los pueblos más pequeños”, dijo la escritora Lynn Ames.

El actor John Cusack, desde Chicago, fue tajante: “No pueden poner tropas en nuestras calles ni usar el caos para quedarse en el poder. ¡Váyanse al infierno!”.

Derechos sociales y migración en el centro del reclamo

Las manifestaciones también sirvieron para denunciar los recortes a programas sociales y la política migratoria del gobierno.

En Chicago y Los Ángeles, numerosos asistentes portaban banderas mexicanas y exigían el fin de las deportaciones. “Todos somos inmigrantes y todos tenemos derechos aquí”, afirmó María Rivera Cummings, hija de mexicanos nacida en California.

En Washington, el senador Bernie Sanders cerró una de las marchas denunciando que “no se trata solo de la corrupción de un hombre, sino de un puñado de multimillonarios que han secuestrado la economía y la política del país”.

“Este movimiento es una advertencia clara”, dijo Anthony Lee, trabajador suspendido de la FDA. “No queremos reyes, queremos democracia”.

Con gritos, carteles y disfraces, millones de estadounidenses enviaron un mensaje rotundo: la democracia no se negocia.

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