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Una mujer —al parecer extranjera— ha contactado a CiberCuba para denunciar una inusual y preocupante técnica de robo sufrida por su esposo y un grupo de amigos, apenas llegaron a La Habana por el Aeropuerto Internacional José Martí.
Según relató en su mensaje a nuestra redacción, el pasado sábado su esposo arribó a la capital cubana junto a otros acompañantes. A la salida de la terminal, un supuesto "corredor de taxis" les ofreció un viaje más económico que el servicio oficial del aeropuerto: 15 dólares frente a los 25 habituales.
Atraídos por el ahorro, aceptaron la oferta. Al subir el equipaje, notaron que la cajuela del vehículo tenía poco espacio, pero no les pareció alarmante y colocaron allí sus tres maletas grandes. La mochila con objetos personales —incluidos dinero y pasaportes— decidieron conservarla en el asiento.
Sin embargo, el conductor insistió de forma arrogante en que todo el equipaje debía ir en la cajuela. La situación se volvió tensa hasta que finalmente el chofer cedió y partieron rumbo al alojamiento.
La sorpresa
Ya en su hospedaje, al revisar las maletas descubrieron que una de ellas había sido manipulada. Faltaban prendas de ropa, sandalias, cigarrillos y otros artículos personales. Lo insólito llegó después: la anfitriona les comentó que no era la primera vez que escuchaba ese relato, y que en noviembre un turista español le contó lo mismo.
Al parecer, el vehículo tenía un doble fondo en la cajuela, y una persona oculta en su interior habría sustraído las pertenencias durante el trayecto. La maleta regresó a su dueño, pero con parte del contenido robado.
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Sin denuncia, pero con advertencia
Debido a la complejidad del proceso para presentar una denuncia formal en Cuba, la familia decidió no acudir a las autoridades, pero sí quiso advertir públicamente a otros turistas que puedan verse tentados por ofertas informales a la salida del aeropuerto.
“Quisiera alertar con esto a los demás turistas que viajan a La Habana”, concluyó la mujer.
Este tipo de incidentes no solo afecta al turismo en Cuba, sino que refleja la creciente inseguridad y falta de regulación en un contexto donde la necesidad económica propicia situaciones delictivas cada vez más elaboradas.
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