Es de Centro Habana, vive en Georgia, Estados Unidos, y en febrero de 2015 le puso la reclamación a sus dos hijos que estaban en Cuba. Un mes después le avisaron de que su caso estaba aprobado, pero ella nunca recibió la notificación ni por correo convencional ni por e-mail.
Cansada de esperar, en marzo de 2016 se puso en contacto con las autoridades de Inmigración. Fue entonces cuando se enteró de que la visa de su hijo menor estaba aprobada desde hacía 7 meses. Le dijeron que sólo tenía que hacer un pago de 120 dólares.
En cambio, el mayor había perdido su oportunidad. No le podían dar la visa porque debido a la espera, había cumplido la mayoría de edad y necesitaba otro tipo de trámite migratorio. En septiembre de 2016, ella pagó el Parole de su hijo mayor.
Pero los trámites del menor se complicaron. En diciembre de 2016, cuando fue a la entrevista en la embajada de Estados Unidos le dijeron que había un error en el "affidávit" o declaración jurada de patrocinio económico.
Ella movió cielo y tierra y consiguió enviar el affidávit el 27 de diciembre de 2016, pese a que desde Georgia no había entonces vuelos directos a La Habana. Su hijo lo entregó inmediatamente en la embajada y a primeros de enero de 2017 ya estaba con ella en Estados Unidos.
En cambio el mayor sigue en Cuba. Ella llamó a NVC (Centro Nacional de Visa) y le dijeron que iban por marzo de 2014. Poco después volvió a llamar y para su sorpresa iban por 2011.
"Cada vez que hablo con mi hijo en La Habana me pregunta que cuándo va a tener su entrevista. Llevamos tres años esperando", comenta a CiberCuba.
Esta madre cubana no quiere identificarse. Tiene miedo de decir cualquier cosa que retrase aún más la llegada del único hijo que le queda en la Isla. Su vida, lejos de ser todo lo feliz que ella se imaginaba cuando salió de Cuba, se ha convertido en un calvario. Ni se acuerda cuándo fue la última vez que sonrió.
"Qué le puedo decir. Mi vida es pura tristeza y desesperación. Vivo con depresión y con miedo. No sé cuándo llegará el día que pueda tenerlo acá conmigo", apunta.
Ella ha aplicado a la ciudadanía de Estados Unidos, pero no se atreve a cambiar el trámite migratorio al hijo que le queda en Cuba por temor a tener que esperar aún más. "Hay gente que lo ha hecho y le han denegado la visa. Me da pánico que me vaya a pasar a mí. Ojalá y Dios no lo permita porque si me pasara, no sé que sería de mí", dice desconsolada.
Cada noche, antes de cerrar los ojos, ella piensa en su hijo mayor. "Usted sabe cómo está Cuba. Me da miedo que le pase algo. Él es muy buen muchacho y estudió Ingeniería Mecánica en la universidad, pero aquello está malo. Estoy en un punto donde todo me da miedo porque lo único que quiero es estar con mi hijo".
Ella acaba de ser madre nuevamente, pero nada hace que deje de pensar en su hijo mayor, que sigue en La Habana, al cuidado de la abuela, de 58 años. "Allí no hay seguridad. Él quiere venir con nosotros para estar conmigo y con su hermano".
En medio de su tristeza, se reprocha haberle fallado a su hijo y haberse fallado a sí misma. "Salí de Cuba para Ecuador y allí estuve tres años. Como no había posibilidad de conseguir los papeles, vine para Estados Unidos. Quería estar legal para poder reunirme con mis hijos. Eso fue en 2010. No lo he conseguido. Me he perdido su adolescencia, su graduación: todo".
Antes ella iba a Cuba a verlo, pero ahora no puede porque tiene otros dos hijos en Estados Unidos (el que trajo de Cuba y una bebé recién nacida). Trabaja en una factoría, siempre pensando en lo mismo: el hijo que no llega.
El programa Parole de Reunificación Familiar Cubano está paralizado desde hace un año, debido al estallido del escándalo de los ataques acústicos a 26 diplomáticos de Estados Unidos destinados en Cuba.
El 29 de septiembre de 2017, el Departamento de Estado de EE.UU. anunció que retiraba el 60% del personal de su sede diplomática y dejaba de realizar trámites migratorios en la Isla.
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