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“Cero agua, cero pan, cero leche y cero huevo: ¡Viva el 60 aniversario!"

Cuando media diciembre, y la capital cubana vive su crisis con el transporte, los pobladores del centro del país tienen sus propias penas para despedir el año. Un pan con tortilla no es opción de supervivencia.

Calle en Villa Clara © CiberCuba
Calle en Villa Clara Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 5 años

Migdalia Capote, es una cubana típica. De esas que se carcajean con todo y se burla de cualquiera. Mulata cincuentona, ocurrente y de chancletas, que te vocifera a mitad de cuadra el deceso más reciente con los mismos decibelios y aspavientos que te anuncia lo último que entró a la bodega. Una mujer que nació en “la boca del león”, como ella misma le llama a su barrio de El Condado, y dice que por eso aprendió a vivir sin miedo. Cuando la soga más aprieta y la comida escasea, ella siempre recuerda con su peculiar estilo que “un pan con tortilla y una jarra de agua le salvan la vida a cualquiera”.

Sin embargo, esta mañana Migdalia traía otra de sus habituales ocurrencias: “Cero agua, cero pan, cero leche y cero huevos: ¡Viva el 60 aniversario!”, gritaba, y ella misma se reía la gracia junto al coro de vecinos a los que suele buscarles la lengua.

En efecto, así amanece Santa Clara: sin agua, sin panes, sin leche y mucho menos huevos. Y los santaclareños, que todavía saben reírse de sus problemas, se van convenciendo de que este fin de año quiere pintarse feo.

CiberCuba / Villa Clara

De un lado están paralizadas dos de las conductoras que dan abasto de agua a la ciudad, por roturas en un acueducto que necesita una inversión de 130 millones de pesos (en ambas monedas) para volver a ser un acueducto. Según cálculos oficiales hoy se pierde en la ciudad más del 80% del agua que se bombea, y la que por fin llega a la pila doméstica, no es de potable apariencia.

El sistema de la presa Hanabanilla, el más importante de la ciudad ha colapsado, y según directivos de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado en la provincia, entrevistados por la emisora local CMHW, no brindará servicio de abasto hasta el próximo sábado si todo marcha según lo previsto.

A ello se suma la paralización del sistema Minerva-Ochoita, otro de los de mayor alcance en la urbe, y que abastece áreas tan importantes como la zona hospitalaria. De tal manera, más de la mitad de Santa Clara ahora mismo se estresa con la falta del líquido y los pobladores intentan acopiarlo en tantos recipientes como puedan.

Pero esa viene a ser una de las prácticas más desaconsejadas en tiempos de dengue hemorrágico, sobre todo en un municipio donde cientos de personas ahora mismo han resultado infestadas, y sigue disparada la reproducción del mosquito Aedes Aegypti, con el 85 % de los focos dentro de las viviendas.

Pero el tema del momento en Villa Clara es otro: A pesar de que los directivos del sector alimentario buscan transmitir confianza el pan está desaparecido de los diferentes puntos de venta. En las pocas panaderías de la ciudad en que se están vendiendo panes, las colas son kilométricas, las hornadas suelen sacarse de madrugada y solo se venden cinco unidades (de las pequeñas) por persona.

La situación es tan compleja que en ocasiones se ha dejado de elaborar, incluso, el pan de la bodega. Hoy el alimento, cuando se consigue, se distingue por su bajo peso, su mal aspecto y apariencia. Como es de esperar también se ha suspendido la producción de dulces y galletas. Padres y abuelos se lamentan de no tener manera de garantizarles a los pequeños la merienda. A veces, tampoco el desayuno.

Desde hace meses la producción y comercialización de leche se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para los villaclareños. Dos de las tres empresas pasteurizadoras de la provincia han colapsado, y la situación es bien tensa en estos momentos. Los atrasos cada vez son más frecuentes y prolongados, y se producen cortes masivos. Según información dada a conocer por la radio santaclareña, a manera de ejemplo, solo el pasado lunes se cortaron 3.500 bolsas de leche.

Roberto López director adjunto de la empresa de Productos Lácteos en Villa Clara, explicó a la CMHW que la planta de Sagua la Grande sigue paralizada, mientras que, tras la ruptura del pasteurizador de Santa Clara, la leche que se acopia en este territorio debe viajar a la ciudad de Placetas y luego retornar a la capital provincial para ser embolsada y por fin distribuida por las bodegas.

López indicó que actualmente se debe traer el yogurt destinado a los niños mayores de 7 años de provincias como Matanzas y el distante Camagüey.

La empresa láctea de Santa Clara visitada hace unos meses por el presidente Miguel Díaz Canel no logra estabilizarse y, por el contrario, sufre un deterioro creciente no solo en el aspecto tecnológico sino además en cuanto al capital humano. Los propios directivos han denunciado, abierta y reiteradamente, que entre sus subordinados hay trabajadores atentando de manera deliberada para que la leche no llegue al pueblo.

Ni qué decir del huevo. Mientras en todo el país se venden posturas de manera liberada, en Villa Clara el alimento continúa normado por la libreta de abastecimiento. En esta provincia, la cuarta más poblada de Cuba, solo se asignan 5 huevos percápita a 90 centavos la unidad.

Cuando media diciembre, y la capital cubana vive su crisis con el transporte, los pobladores del centro del país tienen sus propias penas para despedir el año. Un pan con tortilla no es opción de supervivencia.

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