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Cuba sigue padeciendo la arqueología ñoña del tardocastrismo

“Vilma era blanca, rica y santiaguera, pero nunca racista ni sectaria; como muchos de ese grupo”, rememora para CiberCuba un ex miembro del 26 de julio exiliado en Miami.

Vilma Espín en una imagen de archivo © Granma / Marino Bueno
Vilma Espín en una imagen de archivo Foto © Granma / Marino Bueno

Este artículo es de hace 4 años

Hace poco escribí a Fidel porque, como nos pasa a los viejos, contamos las cosas como las recordamos, pero no como fueron Alfredo Guevara

El azar espacial ha querido que, en este junio, el tardocastrismo nos haya servido la mesa con sendos relatos sobre Vilma Espín Guillois, Ángel Castro Argiz y Ernesto Guevara de la Serna, en una reiteración de esa arqueología oportunista y ñoña, que desató el gobierno cubano tras el divorcio con la URSS.

El periódico Granma ha apelado a un extracto de un libro de Asela de los Santos para abordar la figura de Vilma Espín, en vez de acudir a las fuentes directas de sus antiguos compañeros de lucha, de la FMC y la Educación. El trazo para el libro citado es un brochazo gordo, que omite muchos detalles. Pero Asela está viva, aunque enferma y anciana, y podría recordar de viva voz pasajes de su compañera y amiga en la lucha clandestina, dirigidas por Frank País García.

En caso de que Asela no pudiera ofrecer su testimonio, podrían acudir a Eduardo Yasells o a Carlos García, miembros del M-26-7 en la capital oriental y participantes, junto a Vilma del levantamiento del 30 de noviembre de 1956, cuando murieron Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada, entre otros combatientes.

Como siguen vivos su Jefa de Despacho, sus escoltas y, sobre todo, su viudo, Raúl Castro Ruz, y sus cuatro hijos que podrían construir un retrato humano de una mujer que hablaba sonriendo, enemiga de dogmatismos y coherente en su defensa de la mujer hasta el punto de discrepar, de manera privada, con Fidel Castro y los principales dirigentes de la revolución por enfoques machistas en la gestión gubernamental y política.

Espín Guillois nunca entendió cómo un militante del Partido Comunista era avisado de infidelidades de su mujer, pero una militante comunista no recibía aviso alguno del PCC, cuando era traicionada por su pareja. Como también discutió con los jefes de cárceles y prisiones para aliviar el rigor de las presas durante las visitas familiares, especialmente de hijos pequeños, o corrigió al fallecido Juan Escalona Reguera en algunos enfoques sobre el trabajo jurídico en eventos nacionales e internacionales.

“Vilma era blanca, rica y santiaguera, pero nunca racista ni sectaria; como muchos de ese grupo”, rememora para CiberCuba un ex miembro del 26 de julio exiliado en Miami, que pide no ser identificado y que desmiente el enemigo rumor de que haya delatado a Frank País por despecho.

“Nunca he entendido porqué coño Cuba no ha desmentido ese infundio si tienen hasta el archivo secreto de BRAC, que cogimos intacto de manos de Castaño” (capitán Jesús Castaño Quevedo, Jefe de Operaciones del Buro de Represión de Actividades Comunistas), asevera el informante.

“Ya sabes que soy un viejo, que nos hemos ido muriendo y envejeciendo; pero a veces le digo a mi hija mayor, cuando ella me pregunta, que quizá nos habría ido mejor con Celia (Sánchez) y con Vilma (Espín) que con Fidel y Raúl. Las conocí a las dos y eran de lo mejor de todos nosotros, que fuimos comecandelas, machistas y antimaricones, pero ellas nunca lo fueron. Y te estoy hablando de esa época en que no creíamos en nadie…”, concluyó el testimoniante.

Castaño, proveniente de la Inteligencia Militar y que, en sus horas libres, impartía clases de Inglés a oficiales del Estado Mayor, fue fusilado en marzo de 1959, poco después de una entrevista con Fidel Castro y Ernesto Guevara, a los que entregó el Archivo Secreto del BRAC, uno de los más valioso de la república, desde el punto de vista represivo e histórico, pues en él aparecen los confidentes reclutados por sus oficiales en el Directorio Revolucionario 13 de marzo, el Movimiento 26 de julio, el Partido Socialista Popular, y los partidos Auténticos, Ortodoxo y entre el mundo empresarial y periodístico de la época. El BRAC, además, funcionaba como subestación CIA en Cuba.

Granma, en cambio, eligió el tono elegíaco para una crónica sobre un homenaje a Vilma Espín, en la que puede leerse: su ejemplo insta a no claudicar jamás frente a la hostilidad del Gobierno yanqui, que pretende borrar la obra de la Revolución jamás soñada en estas montañas… Nótese el abuso del jamás en una idea de dos líneas.

La figura de Ángel Castro Argiz fue usada como evocación por el Día del Padre, una rareza, pues la familia del comandante en jefe siempre fue –como su enfermedad- secreto de estado y la prensa pagada por el Partido Comunista evitó siempre reconocer el mérito de un emigrante gallego analfabeto que hizo fortuna trabajando y creando riqueza en el nororiente cubano y cuya herencia fue expropiada revolucionariamente, como pronosticó Raúl Castro a su hermana Enma al despedirse en Ciudad de México para embarcar en el Granma.

Al morir, Fidel Castro, en un testimonio de ocasión, Eusebio Leal reveló que un retrato de Don Ángel ocupaba una de las paredes del despacho presidencial; sin aclarar que ese retrato fue colocado por su hijo más conocido después que se derrumbó la URSS.

Un lector de Cubadebate, viendo que el relato hagiográfico se reducía a la condición de padre de Fidel y Raúl, comentó a pie de noticia el nombre de todos sus hijos, precisó que sus hijos pequeños nacieron estando aún casado con su primera esposa y que tuvo otro hijo, Martín, con una campesina de la zona. El resto del relato y los comentarios se movieron entre la simplonería y la guataquería a Fidel y Raúl.

Los libros de Katiuska Blanco y la autobiografía ficción de Norberto Fuentes sobre el líder de la revolución cubana ofrecen datos sobre el ambiente de la casa familiar de Birán y su influencia en la personalidad de Fidel y Raúl Castro, pese a que ambos se educaron desde edades tempranas en Santiago de Cuba con curas falangistas españoles.

Y en medio de tanta evocación revolucionario-filial aparece la enésima edición de “El pensamiento económico del Che Guevara”, Premio Casa de las Américas (1987), que fue un primer y casi único intento por arrojar luz sobre el ideario no violento del fracasado y mitificado guerrillero.

Fidel Castro usó el libro de Carlos Tablada Pérez como antídoto contra la perestroika y la glasnot Made in Gorbachov, que despertó vanas ilusiones en el núcleo reformista cubano, incluidos Raúl Castro y su guara; sobre todo, porque el actual Primer Secretario del PCC vivió en primera persona los encontronazos con Breznhev y fue el depositario del mensaje del Kremlin para su hermano: no vamos a ayudarlos más, y si se meten en un lío con los americanos, será vuestro problema.

En su lógica hagiográfica, el tardocastrismo ha saludado la reedición de “El pensamiento económico del Che Guevara” como una reafirmación nacionalista y antiimperialista, pero sin aclarar que ese pensamiento y otras posturas exacerbadas provocaron la salida de Guevara del escenario cubano, su fracaso en el Congo y su suicidio en Bolivia.

Guevara se enfrentó a Carlos Rafael Rodríguez (comunista) y Marcelo Fernández Font (socialdemócrata) sobre el rumbo de la revolución en una polémica que trascendió como “Estímulos materiales frente a estímulos morales”. Rodríguez y Fernández defendían una economía más realista con incentivos económicos y parte de la propiedad privada; mientras que Guevara se inclinaba por seguir los postulados maoístas, incluido el predominio del mundo rural sobre el urbano y el foquismo revolucionario, donde la resistencia urbana debe subordinarse a la guerrilla en el monte.

El propio Guevara evitó identificarse como maoísta y se quejó por ello en un discurso, pero hasta en el reverso de una foto de su hija mayor, Hilda Guevara Gadea, comenta a sus padres su gozo por el parecido físico de la niña con Mao Tse Tung. Esta polémica, que se produjo en el incendiado periódico habanero y vespertino “El Mundo”, ocurrió antes del choque de trenes entre el Che y los soviéticos en una conferencia internacional en Argel.

Cualquier cubano con criterio entendería, a estas alturas del experimento de baba sin quimbombó, que Fidel Castro no podía consentir que Guevara ni nadie le abriera una brecha con la URSS, pues había quedado aislado y en manos de Moscú desde la Crisis de Octubre (Misiles, otoño 1962).

Por esa debilidad estratégica y el enfrentamiento con Estados Unidos, es que Castro impidió el regreso a Cuba de Guevara, tras su derrota en el Congo, y publicó la carta de despedida para frenar sus intenciones de participar, cual Quijote, en la Conferencia de la OSPAAL, en la que el comandante en jefe tenía el encargo del Kremlin de bajarle la orientación de coexistencia pacífica a aquella Babel guerrillera global, aunque, antes y después, se reservó el papel de Trotsky tropical, Piñeiro mediante.

En cualquier caso, el pensamiento económico de Guevara, habría conducido a Cuba a una hambruna como las provocadas por Mao en China y habría dado al traste con la revolución, aunque ahora el tardocastrismo trate de usar el panfleto para encubrir que China y Viet Nam han construido el capitalismo de Estado con cero libertades y que su política económica ha generado prosperidad porque no sigue los preceptos maoístas y mucho menos guevarianos.

Cuba tiene un ejército de economistas y empresarios, incluidos militares, formados en escuelas de negocios capitalistas y que saben cómo hacer agua y carbón, pero hasta ahora no han podido desarrollar plenamente sus capacidades por el miedo de los dinosaurios a que las reformas urgentes y necesarias se lleven por delante el poder absoluto de la casta cobijada a la sombra de Raúl Castro.

¿En que se parecen la política económica del tardocastrismo y el pensamiento económico del Che Guevara? En nada. Ni siquiera sabemos, si viviera con 91 años recién cumplidos, la reacción que habría tenido ante una Habana llena de turistas americanos gastándose la magua dura que alegró la vida cubana desde el guiño Obama hasta hace poco.

Ahora se nos anuncia que las directrices económicas se harán de abajo a arriba. Otro disparate escenográfico porque el pasado congreso del PCC dejó claro que allí quien manda es Mulé (que los chamacos pregunten a los tembas quien era Mulé) y los trabajadores cubanos carecen, en su mayoría, de cultura económica como para establecer planes hasta 2030, el nuevo horizonte pospuesto.

Aparecerse ahora con el pensamiento económico de Guevara es una ñoñería del tardocastrismo que sigue empeñado en negar que sabe perfectamente quién apagó la luz, sin pensar siquiera en nosotros. Que Tablada persista en su “búsqueda” guevariana, como hacen la viuda y los hijos del guerrillero perdedor comerciando con sus recuerdos es asunto suyo; pero que un gobierno se suba al festival de la ñoñería arqueológica es alarmante.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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