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Luis Morlote Rivas, un burócrata para pastorear ovejas en la UNEAC

Morlote no tiene obra literaria o artística reconocida, pero su Manual del Luchador estará ya en imprenta.

Luis Morlote Rivas, nuevo presidente de la UNEAC © Cubadebate
Luis Morlote Rivas, nuevo presidente de la UNEAC Foto © Cubadebate

Este artículo es de hace 4 años

La designación del burócrata Luis Morlote Rivas como nuevo presidente de la UNEAC rompe la tradición castrista de usar a un intelectual para manejar el rebaño de aguerridos creadores en busca de magua dura y buena conducta; pero consolida el poder de Miguel Díaz-Canel, que sigue colocando a fieles suyos, de la cantera Villa Clara, en puestos de responsabilidad.

Morlote no tiene obra literaria o artística reconocida, pero su Manual del Luchador estará ya en imprenta, con prólogo de Fernando Rojas, un hombre valioso intelectualmente y que corre el riesgo de pasar de promesa a vieja gloria sin consagrarse.

El flamante presidente de la UNEAC tendrá que fatigarse en la lucha contra el embargo norteamericano y el daño que hace a la creación y educación artísticas cubanas y manejar al rebaño que pasta en el bar de 17 y H sin mayores contratiempos y desprovistos de cualquier esperanza renovadora.

En una coyuntura como la cubana, una entidad como la UNEAC podría desempeñar un papel de vanguardia y de conciencia crítica, pero al estar subvencionada por el Estado y ser el Partido Comunista quien designa a dedo a su mandatario, su margen de maniobra se reduce a cantar tengo una muñeca vestida de azul miliciano y a los simulacros que correspondan en la guerra de todo el pueblo que una minoría de cubanos libra contra la mayoría y contra sí mismos.

Barnet, que ha sido distinguido como Presidente de Honor y que confesó haberse hecho revolucionario de a poquito, solo tuvo que apaciguar a los hinchadores de dientes en carne flácida, que desataron la guerrita de los emails, cuando vieron en la TV cubana al Gordo Quesada, Papito Seguera y Luis Pavón, subordinados de Fidel y Raúl Castro en su política cultural, pero de los que nunca se habla en ese mantra falso que pretende culpar a los tres funcionarios por los excesos de los quinquenios grises.

El pospuesto decreto 349 pilló al poeta cimarrón ya casi en la puerta de salida y Barnet se puso de perfil para evitar sofocarse innecesariamente con una medida represiva enmascarada en un grito contra el mal gusto y la chabacanería; como de igual manera cobarde se comportó ante los atropellos del gobierno contra un pintor reconocido y apreciado como Pedro Pablo Oliva.

Abel Prieto, en quien muchos pusieron esperanzas por su beatlemanía militante y sus burlas al peinado de Machado Ventura -entre otras bromas de rockero juvenil- transformó la UNEAC en una Agencia de Viajes y consiguió domesticar a algunos creadores que comenzaban a mostrar signos de impaciencia y exigían cambios; a los que alejó como gusañeros con casa en La Habana, siempre que fueran de vacaciones antes de los dos años y alguna asistencia a los actos de la embajada cubana en el país elegido para burlar el embargo norteamericano de manera personal.

Luis Morlote Rivas ha coronado, como diría un luchador callejero de la isla; pero tiene por delante el reto de combatir la indecencia y el mal uso de los símbolos de la patria, como le marcó su jefe Díaz-Canel en la clausura del congreso de la UNEAC.

Luis Morlote Rivas junto a Díaz-Canel en la clausura del Congreso de la UNEAC / ACN

Lo de los símbolos de la patria es más o menos fácil, pues se trata de aportar reflexión para que la bandera cubana, por ejemplo, no sea usada como prenda de vestir; el lío puede montársele con lo de la decencia porque nada es más indecente que una dictadura totalitaria y sus prácticas, incluido el Buró Político del Partido Comunista y la casta militar, muchos de ellos con escaso interés por la cultura.

Seguramente, Morlote ya lo tendrá cuadrado y una vez que suavicen y pitcheeen un nuevo 349 se limitará a avisar que en el debate solo pueden participar los creadores revolucionarios, alejando aún más a buena parte de las nuevas generaciones de escritores y artistas de la órbita de la UNEAC; como consiguió en la Asociación Hermano Sainz que, lejos de ser un promotor cultural aguerrido, se convirtió en baluarte del castrismo decadente, gritón y mediocre.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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