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Un cubano que entró a Canadá ilegalmente por un túnel podría ser deportado

“No recibo dinero de nadie ni atención médica. A veces, le corto el pasto a alguien, hago un poco de dinero en efectivo, (así) puedo comer adecuadamente. No tengo otra opción”, dijo.

Túnel St. Clair en Canadá (imagen referencial) © CHOK News Sarnia/ Twitter
Túnel St. Clair en Canadá (imagen referencial) Foto © CHOK News Sarnia/ Twitter

Este artículo es de hace 4 años

Un cubano que ingresó ilegalmente a Canadá a través de un túnel, lleva dos años en un limbo legal que podría acabar con su deportación a la Isla.

Miguel Padrón, 59 años, arriesgó su vida para llegar al país norteño al atravesar el túnel St. Clair, desde la frontera de Port Huron, en el estado norteamericano de Michigan, hasta Sarnia, una ciudad en el suroeste de Ontario, provincia canadiense.

Durante varias horas observó el conducto que pasa por debajo del río antes de emprender su viaje. Caminó durante más de una hora en la oscuridad, escuchando el ruido de las alarmas de seguridad; resultó afectado por los gases, pero consiguió salir. Ya en el lado canadiense, fue encontrado por agentes fronterizos.

Padrón solicitó a las autoridades un permiso de trabajo, sin reclamar el estatus de refugiado. Al poco tiempo, se le terminó el dinero que llevaba. Durante estos dos años ha estado viviendo en el Santuario de Viñedos de River City.

“No recibo dinero de nadie ni atención médica. A veces, le corto el pasto a alguien, hago un poco de dinero en efectivo, (así) puedo comer adecuadamente. No tengo otra opción”, dijo a The Sarnia Journal.

En cuanto a su situación legal, le informaron que su solicitud de permiso aún se estaba procesando en Toronto.

“No dicen nada concreto. Nada. Todavía estoy en el agujero”, lamentó.

Según precisó Bart Devries, consultor de inmigración, se le podría otorgar un permiso de trabajo, pero su residencia en Canadá es incierta y corre el riesgo de ser deportado en cualquier momento. Su caso es verdaderamente complicado, puesto que Padrón ya fue deportado en los años 90.

El cubano, un entrenador de gimnasia, vivía en Detroit cuando decidió marcharse. Lo hizo porque sufrió mucha xenofobia en Estados Unidos.

“Hay mucho odio allí. Lo manejé durante 11 años. No puedo soportarlo más. Incluso las personas que trabajaron conmigo intentaron deshacerse de mí. Nunca me despidieron en mis 11 años porque soy un buen entrenador”, denunció.

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