APP GRATIS

¿Cuanto peor, mejor?

¿Qué gobierno de Estados Unidos, el de Biden o el de Trump, conviene más a la democratización de Cuba?

Raúl Castro y Donald Trump. © Escambray / White House
Raúl Castro y Donald Trump. Foto © Escambray / White House

Este artículo es de hace 3 años

Tenemos reciente el vídeo del altercado en una cola del detergente en el elitista barrio de Miramar, en La Habana. Digamos que a los cubanos no nos sorprende esa combinación letal de instinto de supervivencia y desabastecimiento agudo en cualquier otro punto del país, pero cuando los modales y las maneras se desmadran en la 5ta Avenida, tomamos nota. Aquí está pasando algo y es serio.

Una vecina del reparto Siboney, de esta zona amable de la capital cubana, que nunca ha querido marcharse del país, hablaba de su desánimo con la terrible escasez que azota a la Isla. "Aquí estamos flotando. No se hace nada. No funciona nada. Nadie trabaja. Se vive al día para hacer una cola y buscar comida. Estoy cansada".

Su cansancio no es un caso aislado. Cuba se ha mantenido estable dentro de la gravedad durante mucho tiempo, pero lejos de mejorar, con el hundimiento de Venezuela y la vuelta de tuerca de la Administración Trump, volvemos a estar, de nuevo, en la casilla de salida.

Volvemos a estar muy mal. Volvemos a los apagones, a las colas para comprar productos elementales en la vida de un ser humano: jabón, pasta dental, champú... No nos matamos en una cola por comprar un bistec de res. Nos empujamos por perritos (salchichas), café y detergente.

Es humillante lo que está pasando en plena pandemia. Es terrible que, encima, nos amenacen con multas de 2000 pesos cubanos por no guardar la distancia de seguridad en una cola. Como si a estas alturas, después de 61 años en fila india, no supiéramos que el espacio que hay entre un cuerpo y otro en una cola es sagrado. Nadie como un cubano ha asimilado la ley física de la impenetrabilidad que dice que ningún cuerpo puede ocupar el cuerpo de otro en el mismo momento y lugar. Está estudiado y demostrado: al que se mueve, al que no ofrece resistencia, se le cuelan y al final, no alcanza.

Nuestro país vuelve a incidir en la distinción entre los cubanos con dólares y los que se asfixian con salarios miserables en pesos cubanos o, incluso, con quienes reciben remesas desde el extranjero en euros y el Gobierno cubano tiene la desvergüenza de cambiárselo automáticamente a chavitos, pese a saber que eso no sirve ya para vivir con dignidad.

Notamos un hartazgo muy grande entre los cubanos. Es ahora o nunca. No podemos encomendar la democratización y el progreso de Cuba a una victoria de Trump en las urnas. Somos conscientes de que el presidente de Estados Unidos ha puesto al Gobierno de Cuba (y a nuestros familiares) contra las cuerdas, pero agarrarnos al cuanto peor le vaya a Cuba, mejor para conseguir la libertad es egoísta. Estamos pensando en nosotros, en los que estamos fuera y vivimos humildemente de nuestro trabajo, sin escasez, pero sin lujos.

Me decía una amiga que ella no cree que estemos en un punto determinante porque los cubanos somos aguantones. Y me ponía de ejemplo que entre la Conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar en 1823 hasta el estallido de la Guerra de los Diez años en 1868, pasaron 45 años. Y yo creo que después de 61 años, ya toca aspirar a una Cuba mejor.

La pregunta es ¿qué podemos hacer además de mostrar desde del extranjero, desde las redes sociales o los medios de comunicación independiente nuestra disconformidad con la forma en que el Gobierno del Partido Comunista de Cuba gestiona el país?

Yo no voto en Estados Unidos y no puedo ni quiero sugerir a un ciudadano qué es lo que debe votar cuando llegue el momento de depositar su papeleta en la urna. Pero me pongo en la piel del votante y sé que uno no vota con el corazón: vota con la cabeza y pensando en el bolsillo.

La situación económica en Estados Unidos no es la misma de hace cuatro años, cuando el país batió su propio récord de progreso económico. Hoy la crisis global del coronavirus pasa factura al empleo en el mundo entero. En Cuba no había antes y tampoco hay ahora. Estábamos mal, pero ahora estamos peor.

¿Quién es mejor para Cuba, Trump o Biden? Mucho me temo que el candidato demócrata no entiende que los cubanos residentes en Florida no encajan en el mismo saco del "voto latino". El comunismo decadente en el que hemos crecido ha hecho que muchos de nosotros nos irritemos de sólo escuchar hablar de ideas de izquierdas; de utopías fantasma y de ese mundo mejor que terminó siendo una estafa.

Nos aterroriza volver a vivir lo mismo una vez más. Hemos pasado de jurar en las escuelas que queríamos ser como el Ché, a odiar todo lo que huela a socialismo. El exilio nos ha enseñado que en el capitalismo hay servicios sociales que, en muchos países, funcionan mejor que en Cuba.

¿Qué votaremos en noviembre? ¿Por Trump o por Biden? Hay quien cree que Trump apretaría tanto el cuello de Cuba, que la gente terminaría reventando. Cuanto peor, mejor para la libertad de nuestro país. Es terrible que seamos tan cobardes como para encomendar nuestra libertad y nuestro progreso a un catalizador externo. De tanto repetirnos que la culpa es del imperialismo yanqui, hemos terminado creyendo que la solución la tiene Donald Trump.

Cuba está viviendo al borde de un estallido social que, no nos quepan dudas, será reprimido con brutalidad. Los García Frías y los Cangrejo no van a soltar la teta de la vaca sólo porque se lo pidamos. Quienes creyeron que Miguel Díaz-Canel podía convertirse en el Adolfo Suárez que iba a encaminar a Cuba hacia la transición democrática han comprendido, demasiado rápido, que no mentía al confesar que él es más de lo mismo.

Lo es, en efecto. Su Gobierno pasará a la historia por la oficialización de la censura y el recrudecimiento de la represión. El país ha pasado de estar mal a estar hundido en la miseria. Y a estas alturas no sabemos qué solución plantea para remontar el partido. ¿Más palos? ¿Más presos? ¿Más multas? ¿Hasta cuándo?

¿Qué opinas?

VER COMENTARIOS (9)

Archivado en:

Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Tania Costa

(La Habana, 1973) vive en España. Ha dirigido el periódico español El Faro de Melilla y FaroTV Melilla. Fue jefa de la edición murciana de 20 minutos y asesora de Comunicación de la Vicepresidencia del Gobierno de Murcia (España)


¿Tienes algo que reportar?
Escribe a CiberCuba:

editores@cibercuba.com

 +1 786 3965 689


Siguiente artículo:

No hay más noticias que mostrar, visitar Portada