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Un reto de patria o muerte para Cuba, en el año de curiel sin aceite y mermelada sin azúcar

Cuba vive peor ahora que en 1959, cuando una ilusión colectiva hizo huir a Batista y entronizó a Fidel Castro como amo y señor de los destinos de la nación.

Cubanos mirando el horizonte desde el Malecón de La Habana (Imagen de referencia) © CiberCuba
Cubanos mirando el horizonte desde el Malecón de La Habana (Imagen de referencia) Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

Una sociedad vigilada, una economía quebrada, el dólar norteamericano regente y deseado, un gobierno mercenario instalado en la mentira, una oposición formal en horas bajas, y una sociedad harta de atropellos y deseosa de libertad, riqueza y prosperidad conforman el panorama de Cuba a 62 años del triunfo de la ilusión colectiva que provocó la huida de Fulgencio Batista Zaldívar y la aclamación de Fidel Castro Ruz como amo y señor de la nación, convertida en cuartel vigilado, pobre, oscuro y eficaz productor de exiliados, inxiliados e injusticias.

El tardocastrismo está deslegitimado porque la mayoría de los cubanos no cree al gobierno, que insiste en parasitar a la solidaria emigración, a los médicos alquilados a gobiernos extranjeros, a los que arrebata el 75% de sus salarios, pero asumiendo pose de decadente caballero indignado llamando mercenarios a opositores, activistas y medios de comunicación alternativos.

La oposición anticastrista, incluida la exiliada, deberá reformular su estrategia con una agenda renovada, que contenga los problemas reales de los cubanos, si quiere sobrevivir a la ola espontánea, desinhibida e inteligente protagonizada por el movimiento LGBTI+, los protectores de animales, la Candonga de Santa Clara, el Movimiento San Isidro, el plantón de artistas e intelectuales frente al Ministerio de Cultura y las reacciones populares contra los abusos de ETECSA, aduana, las abusivas tasas consulares, las multas desproporcionadas y el corregido parcialmente tarifazo eléctrico y del gas licuado, pese que había sido diseñado para "proteger" a los clientes.

Cuba llegará a 2021 siendo monoproductora de servicios médicos, dependiendo del dólar norteamericano y con escasez de comida, como reconoció el propio Ministerio de Agricultura, cuando anunció que la siembra de la campaña de frío había fracasado.

A la espera de la jubilación de Raúl Castro Ruz -prevista oficialmente para abril- su deudor Díaz-Canel está atrapado por el desgaste acelerado, el miedo y la desconfianza hacia los cubanos, mientras se siente vigilado por el general Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, que está frustrado por el desastre económico al que ha contribuido y ha sido incapaz de controlar episodios de corrupción en su hegemónico feudo de GAESA, cuando se creía el Marajá de la India con la anuencia de los sectores liberales de Estados Unidos simpatizantes del castrismo, la izquierda sectaria europea y el coro de gusañeros.

La clave más perdurable en la política castrista de estos 62 años ha sido la suplantación del conflicto y diálogo entre gobierno y cubanos con la alternancia de bronca y distensión con Estados Unidos; sin Venezuela y frente a Trump lo más sensato habría sido abrir canales de diálogo con opositores, activistas y periodistas independientes, pero el Palacio de la Revolución sembró vientos y ahora recoge tempestades de punta a cabo de la isla.

El año que empieza este viernes traerá retos insoslayables para el tardocastrismo: Lidiar con el creciente descontento popular, asumiendo el desgaste que implicará el paquete neoliberal del capataz Murillo, afrontar las críticas de Europa y Naciones Unidas a sus atropellos de los derechos humanos, seguir aparentando que promueve la propiedad privada, mientras asfixia a los emprendedores y el desafío endulzador de Joe Biden, que sigue callado en el tema Cuba, como la cúpula de la iglesia cubana y el Vaticano.

Año nuevo amanecerá con otra mala noticia: Cuba semicerrada a viajeros internacionales, incluidos cubanos emigrados, porque el coronavirus ha rebrotado con fuerza en la potencia médica, que parece impotente ante el avance del contagio; que corta otro aliviadero del régimen y seguirá dañando a alojamientos, restaurantes y taxistas privados, y reducirá drásticamente la economía informal de venta de habanos, prostitución y la brujería área dólar.

En el año del curiel sin aceite y mermelada de marpacífico sin azúcar, el tardocastrismo tendrá que asumir, de verdad, el cacareado lema de ¡Patria o Muerte!; servir a Cuba avanzando hacia una transición a la democracia o suicidarse políticamente frente a los ciudadanos valientes y capaces de aprovechar cada rendija abierta por la dictadura, para crear espacios de libertad, riqueza y prosperidad.

La casta menguante, temerosa de un estallido popular que los borre de pronto y para siempre; se va quedando sin tiempo y no tendrá más remedio que elegir, anhelo postergado de la mayoría de cubanos; pero es que la libertad consiste en la angustia de elegir. Ellos sabrán...

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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