Una carta pública dirigida a los presidentes de Cuba y Estados Unidos -embargada hasta el lunes para facilitar su difusión entre posibles firmantes- ha desatado el pánico delirante en el Palacio de la Revolución, que montó una operación relámpago para tratar de desinflar el efecto de una misiva contraria a sus intereses.
El miedo es humano, pero que unos párrafos atemoricen a la dictadura más antigua del hemisferio occidental, revela que el tiempo está a favor de los pequeños que cotidianamente desafían a los vigilantes y chivatos de la playa.
Vamos a intentar desentrañar el pensamiento totalitario habanero; resulta que una carta a Biden es buena si la promueve La Joven Cuba LJC) y la firman 302 cubanos, pero otra misiva a Biden y Díaz-Canel es mala si la firman otros cubanos que, en una muestra de racionalidad democrática, piden a su gobierno que cese la represión y dialogue con todos los cubanos.
Para los paranoicos mandantes de La Habana y sus soldados es normal que LJC circule una epístola y pida firmas a su intención de pedir al presidente norteamericano que cambie de palo pa rumba sin exigir nada a cambio; pero cuando otro grupo de cubanos circula su petición de cambios al presidente Díaz-Canel, se trata de una conspiración.
¿De veras que no queda nadie sensato en ese gigantesco aparato burocrático que es el Partido Comunista de Cuba y sus unidades Ideológicas, incluido el correspondiente departamento de la Contrainteligencia?
La prioridad del régimen es amedrentar a posibles firmantes de la carta que saldrá este lunes porque si sus gestores consiguen una firma más que la misiva de La Joven Cuba, ganarían por mayor respaldo y, ya de paso, mandar un mensajito: Tenemos infiltrados en todos lados... así alardeaba el rumano Ceacescu y miren como acabó.
¿A qué viene entonces tanto revuelo? Al miedo que padece la casta verde oliva y enguayaberada ante las acciones de la sociedad cubana y los gestos individuales de ciudadanos hartos de escasez de alimentos y medicinas, carencia de agua potable, precios abusivos de artículos de primera necesidad y servicios básicos, maltrato a manos de las instituciones estatales y represión política y policíaca.
La torpeza y la zafiedad con que La Habana y sus peones se manifiestan crea estupor en el propio establishment norteamericano, en Europa y entre muchos cubanos de toda latitud ideológica y geográfica, asombrados ante la creciente chapucería gubernamental.
¿Nadie previó que la firma del embajador de la Unión Europea en La Habana en la carta promovida por La Joven Cuba era un disparate diplomático?; nadie valoró que el supuesto guiño antiterrorista a Colombia, con mensaje a la Casa Blanca, podría convertirse en boomerang?
¿Ningún tardocastrista promueve que lo más acertado sería unir los objetivos de ambas cartas y sentar a dialogar a cubanos en busca de una salida propia a la crisis, preservando la independencia y apostando por la libertad, la prosperidad económica y la justicia social?
Muy mal deben andar los estrategas del Palacio de la Revolución para cometer tamañas pifias en una semana, aunque el encargo lo han ejecutado sendos pelotones de grumetes inexpertos y entusiastas del vacío, que corren el riesgo de beber la pócima con limón solucionador universal que extinguió a un combativo reportero de televisión, porque las dictaduras tienen soldados, criados, a los que no dudan en sacrificar en plaza pública para salvar la cabeza de quienes, a cambio de su genuflexión y entrega, les conceden pequeñas migajas siempre temporales y condicionadas.
¿Qué opinas?
VER COMENTARIOS (2)Archivado en:
Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.
