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Alcibíades Hidalgo: Jefes militares son poder real en Cuba, por encima del Partido Comunista

El grupo de poder real en Cuba está organizado alrededor de los principales jefes militares, los ministros de las FAR e Interior, jefes de ejército. Toda intención de entender que hay grupos que se disputan el poder choca con la realidad de que en Cuba mandan los militares, incluso en el seno del Buró Político.

Alcibíades Hidalgo Basulto, periodista cubano © Cortesía del entrevistado
Alcibíades Hidalgo Basulto, periodista cubano Foto © Cortesía del entrevistado

Este artículo es de hace 2 años

Alcibíades Hidalgo Basulto (Camagüey, 1945). Periodista que cubrió extensamente el Medio Oriente y África antes de llegar a la jefatura del despacho político de Raúl Castro Ruz. Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, participó en las negociaciones para la paz en el sudoeste de África y supervisó, como diplomático, la retirada de las tropas sudafricanas de Namibia y el proceso de independencia de ese país y nombrado, posteriormente, embajador ante Naciones Unidas, cargo del fue abruptamente cesado en 1993 y enviado a la redacción del periódico Trabajadores.

El cese de Hidalgo Basulto fue de los más injustos en la máquina de moler saturniana que es el castrismo, que no tuvo en cuenta el mérito de haber conseguido la primera condena en ONU al embargo norteamericano, usando la extraterritorialidad de la Ley Torricelli para persuadir a una mayoría de embajadores que apoyaran la iniciativa. Cuba 59; USA 3, tituló al día siguiente The New York Times

Sabiendo que la dictadura vigila, pero no es infalible, en 2002 se fugó en una lancha en la que consiguió llegar a Estados Unidos, donde vive y trabaja desde entonces con su habitual bajo perfil, típico de periodistas formados en agencias de noticias, pero sin dejar de estar atento a lo que sucede en Cuba.

CiberCuba lo entrevistó para saber su diagnóstico sobre el post raulato y el octavo congreso del hegemónico Partido Comunista, que comienza este viernes en el Palacio de Convenciones de La Habana, que tantas veces pisó Alcibíades, uno de los cubanos que mejor conoce el poder casi dinástico de los Castro Ruz, que desentraña con agudeza y cual Hidalgo, porque sabe que la virtud del análisis radica en una combinación de inteligencia, mesura y rigor.

Raúl Castro se jubila unas horas como máximo dirigente del Partido Comunista de Cuba (PCCC), ¿cómo prevés que será su despedida?

La despedida de Raúl Castro será previsiblemente muy solemne, al estilo de la que en su momento recibió Fidel, que tuvo su última aparición pública, de relevancia política, en un congreso del partido. Raúl llega a su final en mejores condiciones de salud y al borde los 90 años. Seguirá siendo un factor de poder hasta su muerte, aunque formalmente salga del liderazgo del PCC, al estilo de Deng Xiao Ping, Lenin, o el propio Fidel Castro. Nada que no haya sucedido ya en otras sucesiones comunistas.

El hecho de que no haya un Castro en el poder es una formalidad impuesta por la biología, que es la que abre el camino a los sucesores. La generación que se proclama continuista está obligada a guardar esa apariencia. Raúl calificó a Miguel Díaz-Canel como el único superviviente de un duro proceso de selección hereditaria, en el cual fueron cayendo uno a uno aquellos que pudieran representar un pensamiento más liberal, incluso independiente o no reunían los requisitos imprescindibles de lealtad para los Castro.

Raúl Castro premiando a Alcibíades Hidalgo / Foto: Alcibíades Hidalgo Basulto

Tú, que trabajaste y conoces bien a Raúl Castro, ¿cómo crees que le gustaría ser recordado; siente la misma pasión que su hermano por la trascendencia histórica?

En mucho menor medida que su hermano mayor, pero Raúl Castro sí quiere ser recordado. Se ve a sí mismo como un pilar del sistema, heredero de las tradiciones nacionalistas de Cuba, y ha apelado siempre a esta ideología, curiosamente mezclada con una desbordada admiración hacia la Unión Soviética y las ideas comunistas, en mucha mayor medida que Fidel que reinó como un caudillo absoluto.

Raúl ha apelado siempre al patriotismo y la fidelidad, ejerciendo un poder de tipo personal y familiar. Para él ha sido muy importante demostrar que podía mantener el poder una vez desaparecido Fidel, porque el PCC y la cúpula vivían con el temor latente de qué pasaría después de muerto Fidel; y Raúl ha logrado mantener la dictadura y ese ha sido su mayor éxito. La revolución ha sido un fracaso como proyecto socioeconómico, pero una dictadura de mucho éxito, incluyendo la sucesión familiar. Ni los Somozas (Nicaragua) ni los Trujillo (República Dominicana) lograron esos resultados.

Fidel y Raúl Castro Ruz / Foto: Granma

Este viernes, arranca el octavo congreso del Partido Comunista de Cuba. ¿Cómo se organiza un congreso; qué claves usa la élite para garantizarse sus objetivos, recuerdas algún o algunos casos de discrepancias de delegados y/o militantes a la línea oficial?

El congreso es una puesta en escena totalmente preparada por el aparato del Comité Central, el verdadero poder dentro del partido radica en la nomenklatura, en los funcionarios y profesionales del partido, que ejerce el control de la sociedad a través del aparato comunista.

La mayor parte de los discursos que se escucharán en el congreso ya fueron escritos y aprobados. No hay debate, sino distintas formas de expresar adhesión a lo ya decidido. Una apariencia de unanimidad y coincidencia de criterios que evita la discusión. Es muy difícil recordar una opinión disidente en los congresos del Partido; en la Asamblea Nacional se han escuchado en muy pocas ocasiones, pero en un congreso del partido, ¡nunca!

En Cuba, el Ejército Rebelde cambió el régimen por las armas, y luego formó el partido, a diferencia de lo sucedido en los regímenes comunistas de Europa y Asia. El PCC siempre ha sido dirigido por una cúpula militar mínima, que toma las decisiones principales y controla, desde su seno, al Buró Político.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) controlan Cuba a través del Partido Comunista y sus organizaciones de masas.

Los documentos aprobados en los siete congresos anteriores ya fueran llamados tesis, resoluciones o lineamientos, nunca han representado un programa de trabajo real, ni se ha examinado su cumplimiento en una ocasión posterior. Esta vez no va a ser una excepción, con la diferencia que la caótica reforma económica emprendida desde enero se inició antes del congreso, y pese a sus evidentes deficiencias espera su ratificación.

Históricamente se llega al congreso con un nutrido archivo de programas y tesis elaboradas arduamente durante meses y años que, en el caso cubano, no se han cumplido jamás. Su vigencia llegaba hasta el fin el congreso y, en particular, mientras existió Fidel Castro, se encargó de ignorarlas.

¿Cómo se organiza la designación, y posterior ratificación por el congreso, de los miembros del Comité Central y el Buró Político? ¿Han existido divergencias internas y cómo se han resuelto?

Negociando con anticipación proporciones predeterminadas de hombres, mujeres, blancos, negros, militares, civiles, funcionarios y sectores laborales. Jamás un congreso ha votado contra un candidato incluido en la candidatura cerrada, que exige solamente sacar más del 50% de los votos para ratificar su elección.

En el cuarto congreso del PCC (1991), se evidenciaron dos líneas: La aperturista de Carlos Aldana y la conservadora de Machado Ventura y Fidel Castro. Los delegados, supuestamente aperturistas, sacamos más de mil votos en contra, entre los cuatro mil delegados asistentes, pero todos fuimos elegidos.

Suele haber tensiones entre facciones por el reparto de departamentos y cargos de funcionarios del Comité Central porque es lo que permite tener capacidad de influencia en el “aparato” del partido. Por otra parte, ser miembro del Comité Central es una especie de título nobiliario, una certificación de ser parte del poder, y para algunos es importante por los cargos que desempeñan o aspiran a ocupar.

Todo este esquema prefigurado permite pocas sorpresas. En el congreso que comienza se espera la reafirmación de los llamados Lineamientos, que son un laberinto solo al alcance de iniciados; un reflejo de la ineptitud de la dirigencia en entender la realidad económica, la ruina de Cuba, y la base de las erráticas reformas en marcha. Lo que ya no es una sorpresa es el rechazo popular a muchas de las medidas impuestas, un fenómeno nuevo que ha obligado a modificar muchas de ellas y atemperar las reformas.

Una clave del congreso pasa por quién será el relevo de Machado Ventura...

Machado Ventura ha sido durante décadas el hombre de hierro en la conducción del PCC. Entre los varios que se mencionan como sucesores suenan, Roberto Morales Ojeda es cercano a Díaz-Canel; Víctor Gaute viene de la línea del partido. En realidad, hay pocas diferencias entre ambos, y quienquiera reemplace a Machado tratará de dar continuidad a su gestión autoritaria hacia los “cuadros”, incluidos los del Estado, y siempre pregonando una austeridad que no practica.

Algunos analistas consideran que, tras el congreso, la economía cubana debería desmilitarizarse atendiendo a que sus principales gestores están sancionados por Estados Unidos y la brecha que se ha abierto con el gabinete civil. ¿Cuál es tu valoración?

No comparto esas especulaciones. El grupo de poder real en Cuba está organizado alrededor de los principales jefes militares, los ministros de las FAR e Interior, los jefes de ejércitos y tropas especiales. Toda intención de entender que hay otros grupos que se disputan el poder choca con la realidad de que en Cuba mandan los militares, incluso en el seno del Buró Político. La Comisión del Buró Político, un mecanismo reconocido, pero no público, ha funcionado durante años con esa base y la inclusión ocasional de los civiles de turno, como pudieron ser en su momento Carlos Lage, Felipe Pérez Roque o el actual genuflexo canciller.

El gran factor de poder ahora en Cuba es Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, quien controla los únicos sectores productivos de moneda convertible y las finanzas del país y de la familia Castro-Espín. Desaparecido Raúl, López-Calleja puede mantener la unidad de ese grupo, en la medida en que continúe manejando los hilos de la economía. El período de poder de Raúl Castro ha sido el del aseguramiento de su dinastía familiar propia.

La familia Castro-Soto del Valle comenzó su decadencia, desde que Raúl Castro desmanteló todo el aparato económico y político de su hermano. Han devenido en objeto de curiosidad de Internet, en páginas sociales, por sus extravagancias e indiscretas muestras de bienestar, pero bien alejados de los mayores privilegios de los descendientes de Raúl.

¿Qué papel desempeñaría entonces Rodríguez López-Calleja, una vez salga, formalmente, de escena Raúl Castro?

López-Calleja ascendió cuchicheando al oído del ya exsuegro. Es un personaje siniestro y abusivo, detestado dentro de la cúpula por falta de empatía hacia subordinados. Fue alumno aventajado del general Julio Casas Regueiro, quien manejó primero los recursos de las fuerzas armadas y comenzó las inversiones militares en sectores de la economía que proporcionaban divisas desde el turismo, la construcción de hoteles, las inmobiliarias, el control del transporte y hasta el trueque de armas, en casos como el de Corea del Norte.

López-Calleja es hábil en el manejo de las finanzas y en esconder las cifras. Siempre estará tras bambalinas, no asumirá un papel público, se refugia detrás de personajes como Díaz-Canel, a los que controla, porque se sabe muy rechazado. Su poder dimana de su relación con Raúl Castro, tiene demasiado dinero escondido de origen muy oscuro y se siente acorralado por Estados Unidos, que lo ha sancionado por sus prácticas ilícitas, y su estilo de control mafioso del poder. Bien pudiera terminar sus días como un Manuel Antonio Noriega o hasta un Alex Saab.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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