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Prensa oficialista arremete contra Universidad de Harvard por su apoyo al Movimiento San Isidro

Harvard osó hablar de los derechos humanos en Cuba sin "decir una línea" sobre el bloqueo, protestó Granma.

Víctor Fowler, autor del texto en Granma © Cubadebate
Víctor Fowler, autor del texto en Granma Foto © Cubadebate

Este artículo es de hace 2 años

"Un documento penoso" tituló el investigador cubano Víctor Fowler su colaboración en Granma, cuya primera parte está dedicada a arremeter contra centros de estudio de la Universidad de Harvard que denunciaron la represión del régimen cubano sobre los artistas y activistas de la isla (especialmente los afrodescendientes), y mostraron su solidaridad con el Movimiento San Isidro (MSI).

La Declaración conjunta sobre derechos humanos en Cuba, suscrita por el Centro David Rockefeller de Estudios Latinoamericanos, el Centro Hutchins de Investigaciones Africanas y Afroamericanas y el Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de la Universidad de Harvard, contiene varios despropósitos, según Fowler. De ahí que le resulte “penoso” el documento.

El primero ya aparece destacado en Granma. Harvard osó hablar de los derechos humanos en Cuba sin "decir una línea" sobre el bloqueo. Para Fowler, “no hay manera de que [el bloqueo] no nos obligue a tal toma de posición que afecta todos los campos del pensamiento y la vida”.

Cuba, una pequeña “isla subdesarrollada, con una economía débil”, está bloqueada por “la nación más poderosa en toda la historia humana", argumentó el intelectual. Su innegable pobreza es “responsabilidad inmediata y directa [de] la continuada política de embargo/bloqueo de los Estados Unidos contra la Isla durante 60 años”, afirmó Fowler.

Partiendo de esa realidad, se debe poner énfasis en los “gestos éticos” que deben honrar toda producción intelectual o “modelo académico de análisis de un acontecimiento social”. ¿Harvard no introdujo el argumento ético por excelencia? ¿No tuvo en cuenta el factor de confusión del bloqueo? Penoso, consideró Fowler.

“Aunque no tengo total certeza de ello, creo haber sido el único cubano residente en la Isla que ha gozado de semejante condición [becario] en estas tres instituciones. Dado que, además de esto, soy escritor y negro, la invitación a diálogo en la que insiste el documento y la atención que deposita en grupos afrodescendientes cubanos me estimulan a compartir algunas valoraciones", dijo Fowler, y rápidamente decidió participar en el debate desde las páginas de la "prestigiosa" publicación oficial del Partido Comunista de Cuba.

La declaración de Harvard denuncia que los medios estatales cubanos desacreditan a los activistas, incluidos artistas visitantes como Tania Bruguera, llamándoles “mercenarios” o “agentes de gobiernos y organizaciones extranjeras hostiles”. Sin embargo, Fowler alerta: “realmente existen mercenarios, agentes de gobiernos y organizaciones extranjeras operando contra la estabilidad nacional en Cuba y financiados con dinero procedente de Estados Unidos”. Hay una relación "de causa-consecuencia entre financiación-proyección política".

El decreto 349 que también denuncia Harvard -por el cual desplegó su acción el MSI, liderado por la “vaciedad política total” de Luis Manuel Otero Alcántara-, “nunca fue aplicado a ningún artista y fue debatido entre autoridades culturales y artistas en encuentros sostenidos al efecto en todas las provincias del país en ambientes de diálogo constructivo”, defendió Fowler.

Luis Manuel es “un supuesto líder racial (...) un actor político situado en la línea del retorno de Cuba al circuito del mismo capitalismo dependiente del que una vez salió”. Sin más. Alguien que sale enfadado en un video diciendo a una mujer negra y pobre que merecía “comer perritos”. Fowler se centra en esa frase como si siguiera la metodología de Humberto López, el gran inquisidor de la contrainteligencia.

Otero Alcántara es, para Fowler, alguien que se proyecta en contra del “enorme impacto dignificador de la Revolución cubana. [Esa que construyó] policlínicos, escuelas, instituciones culturales, etc., al servicio de un universo de personas de las más variadas profesiones, razas y niveles culturales”.

Luis Manuel hizo “algo espantoso”, dijo Fowler: le habló “a una mujer también negra con el lenguaje de un autoritarismo y una ausencia de empatía que la memoria de esos sectores pobres registra como proveniente de los sujetos de esa hegemonía blanca que desde siempre los reprimió”. En definitiva, Luis Manuel habló como el hombre blanco. No como Fowler, que habló a esa mujer con las palabras publicadas en Granma.

El MSI y el 27N no son más que unos soñadores “entreguistas” que reducen “al sujeto popular al nivel de si come o no algo mejor que ese ‘perrito’, sin alcanzar a ver, interpretar o colocar en sus estructuras de análisis aquellas garantías que –para el desarrollo de la persona humana– el Estado socialista de un país pobre ofrece a sus poblaciones en las esferas de la Salud y la Educación (ambas gratuitas y universales), la protección laboral y la seguridad de nunca ser obligado a dejar la vivienda que se habita por causas económicas”.

En resumen, para Fowler la declaración de los centros de estudio de Harvard está plagada de falacias. Según el intelectual, no se puede hablar de derechos humanos ni criticar al régimen cubano si antes no se entiende el impacto del embargo estadounidense. No es ético hacerlo si antes no se condena “el bloqueo”.

No se puede denunciar la represión y la discriminación en Cuba sin señalar al resto del mundo, especialmente Latinoamérica. No se puede caer en la ingenuidad harvardiana de pensar que la sociedad civil tiene el derecho a establecer su propia agenda y buscar cooperación internacional para ello, porque el mundo está deseoso de pagar a “mercenarios” que subviertan el orden en la isla.

No se puede acusar a ese régimen de terrorismo de Estado, cuando ha construido un Estado benefactor y dignificante de la existencia humana. Y no se puede pretender una vida mejor en un futuro post-socialista, sobre todo si sale de la mente de un líder vacuo y autoritario como Otero Alcántara.

Granma sacrificó un alfil para proteger a la dama. O lo que es lo mismo, publicó la opinión de un intelectual que, diagonales mediante, salió en defensa de la reina Revolución, ofendida por la villanía de Harvard.

Fowler, becario de Harvard, ha salido armado con el broquel de su Alma Mater norteña y un cálamo construido a mochazos. Sobre fondo de gules, el lema 'Veritas' del escudo de Harvard chorrea tinta de prensa oficialista.

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Iván León

Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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