El presentador de la televisión cubana, Humberto López, recibió este domingo el Premio del Barrio que otorgan los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y que entregó su presidente, el ex espía Gerardo Hernández Nordelo, en presencia de otras autoridades.
En la ceremonia, celebrada en una calle del barrio habanero de Jaimanitas, también estuvo presente el primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) en la capital, Luis Antonio Torres Iríbar y contó con la asistencia de apenas 50 personas, entre vecinos e invitados.
“En Jaimanitas, con la presencia de las máximas autoridades de nuestra Habana entregamos el Premio del Barrio de los CDR a Humberto López”, reseñó un escueto Hernández Nordelo en su cuenta de Facebook, acompañando la publicación con fotos del evento.
Un reporte del noticiero de la televisión cubana destacó que “la licenciatura en Derecho, la maestría en Relaciones Internacionales, y en Derecho Constitucional y Administrativo respaldan los conocimientos de este joven devenido en comunicador”.
“De momento estamos en un escenario comunicacional complejo, donde a veces lo que se dice es más importante que lo que se hace; donde lo que se cuenta es más importante que lo que realmente ocurre”, dijo López tras recibir el premio.
“Es una especie de batalla por la verdad contra la mentira… mucha mentira. A veces la verdad pasa trabajo para salir a flote. Creo que esa es la tarea que hemos hecho todos y que tenemos que seguir haciendo”, añadió el presentador quien en los últimos meses ha desarrollado una campaña difamar sobre el trabajo de artistas, intelectuales y miembros de la sociedad civil en Cuba que cuestionan al Gobierno.
Aquello de "hacer es la mejor manera de decir" quedó atrás para Humberto, un homúnculo al servicio de la manipulación, el divisionismo y el odio que siembra la contrainteligencia de un régimen totalitario.
Sin embargo, tan ilustre premio y pomposa ceremonia no podía estar completa sin los oropeles del discurso de Gerardo, el del G2. Otro ejemplo de elocuencia incoherente, propia de los voceros de la dictadura, incapaces de hablar a derechas de tan retorcidas que tienen sus mentes, llenas de ‘verdades’ heredadas de líderes petrificados.
“Siempre hay personas comprometidas con su pueblo que la pregunta que se hacen por la mañana es ¿adónde van mis principios, qué dirección me llevan hoy mis principios, mis creencias, mis convicciones?… Y hacia allí van. Una de esas personas, uno de esos revolucionarios, uno de esos patriotas es Humberto López”. Nuevamente… Sin comentarios.
La frase recuerda la atribuida a Groucho Marx: “Estos son mis principios, y si no le gustan… tengo otros”. Pero como no hay dos sin tres, también subió al púlpito de Jaimanitas otra estrella de la ideología y los discursos vacuos para felicitar a Humberto.
“Lo que cada ser humano merece en la vida como símbolo es el amor, el respeto, el cariño de todo un pueblo. Te lo has ganado, te lo mereces y lo único que te pido es que les sigas sirviendo eternamente a la revolución, porque ella necesita que jóvenes como tú, y jóvenes como tantos, le sigan dando vida en la continuidad”, exhortó Torres Iríbar.
“Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no los conozco muy bien” (Marx, vid supra). Pero, caballeros, están rozando el ictus o el delirium tremens con esas loas a semejante boa constrictor, un esbirro de los peores que ha conocido la nación. Tan ‘querido’ por el pueblo que lo llaman ‘Humbrete’ y Otto Meruelo.
Según el reporte del noticiero, con este reconocimiento se “premia también la labor de Humberto López como moderador en los barrio-debates a lo largo y ancho del país”. ¿Barrio-debates? ¿No serán barro-debates? Humberto y los debates de barrio pueden ser una combinación muy explosiva. Se habrán equivocado.
Habla la gente del barrio, según el NTV: “El premio es merecido porque es un muchacho que ve que ha ‘avanzado’ mucho”. Efectivamente, está en el Comité Central, un avance cuántico que solo capta el Rolex de Hernández Nordelo y el sensor ventroso de Torres Iríbar.
“Si se escribiese la verdad acerca de la mayor parte de los hombres públicos, no habría cárceles suficientes para albergarlos”, dijo el citado Marx. Y además: “Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro”; una máxima que se convierte en teorema si de Humberto López vemos la careta.
“Nunca olvido una cara, pero con la suya voy a hacer una excepción”, dijo también el filósofo antes de apagar el puro y escuchar la carcajada general.
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