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Marrero repartiendo guayabas

La actual generación de dirigentes cubanos viven entre la opulencia material, el autoritarismo y la mediocridad.

Manuel Marrero inclinándose ante Raúl Castro en la Aasamblea Nacional © Granma
Manuel Marrero inclinándose ante Raúl Castro en la Aasamblea Nacional Foto © Granma

Este artículo es de hace 1 año

Si no tuviéramos a Manuel Marrero Cruz, tendríamos que inventarlo para solaz y esparcimiento de la masa, que sigue atónita frente a la reñida emulación socialista entre el presidente y el primer ministro, empeñados en mostrar a todos sus calamitosas mediocridades.

Enemigo rumor, proveniente de los aledaños de Raúl Castro y otros círculos interesados en mantener el esquema del finado Luis A. Rodríguez López-Calleja, experto en privatizar ganancias y socializar pérdidas, desliza la bola que el primer ministro es mejor cuadro que el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

Basta echar un vistazo a sus trayectorias políticas declinantes y sin resultados tangibles, salvo la debida obediencia a los Castro Ruz y López-Calleja, y al contenido de sus soflamas, para constatar la tremenda desgracia que asola a Cuba, habiendo tenido uno de los mejores capitales humanos de América Latina, obra social de la revolución, que ahora vive exiliado, emigrado o inxiliado.

La penúltima de Marrero fue su ridículo en un foro mundial sobre el arroz híbrido y la seguridad alimentaria, donde se despachó, cual bodeguero de la Siguaraya: “Cuba avanza en la implementación del Plan Nacional de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional".

Obviamente, como estos tembones confunden a Cuba con sus cocinas y tienen más cara que barriga, se creen sus propias mentiras y las difunden sin recato; con la complicidad de Naciones Unidas y muchos países del mundo, ciegos ante la cárcel hambrienta y sin medicinas en que convirtieron a Cuba, los sucesivos errores económicos del castrismo y su epílogo.

Cuba es un país empobrecido, con economía ruinosa y abierta, dependiente de los productores norteamericanos y la solidaria emigración para comer pollo por pescado; y sujeta a las tradiciones culturales e históricas de su cocina tradicional, prácticamente extinguida, en favor de la moringa olifarera, la soya y otras hierbas aromáticas de la resistencia creativa, que siguen sin llegar a las mesas de los mayimbes, fanáticos a la insana carne de puerco, el arroz de calidad, las chicharritas y los cake helados; todo regado con abundante cerveza fría y licores finos.

Sería oportuno que los departamentos ideológicos de los anticubanos partido comunista y Contrainteligencia crearan el espacio culinario "Cocinando con Machi", donde Liz Cuesta daría rienda suelta a sus virtudes culinarias y comunicadoras, cocinando una vez a la semana en las mansiones de la mayimbada, empezando por La Rinconada y terminando por las casas del primer secretario y delegado del MININT en Guantánamo y Pinar del Río, atendiendo a su condición de extremos insulares.

Como la no primera dama debe ser apoyada en el empeño divulgador, podrían turnarse como ayudantes de cocina los compañeros Rogelio Polanco y Lázaro Álvarez Casas; evitando que el peso de la producción recaiga en la única mujer del grupo, que se complementaría con los pinches Michel Torres Corona y Humberto López, como fregadores de cazuelas, fuentes, platos, cubiertos y vasos; pues se trata de abarcar todo el espectro nutricional, desde saber poner una mesa hasta perfeccionar la masticación de tajadas de aire.

El evidente sobrepeso que padecen el presidente, el primer ministro y muchos personeros y criados de la dictadura más antigua de Occidente, desmiente cualquier atisbo de educación nutricional, pero como se trata de soltar guayabas a granel, pues abre que voy, cuidado con los callos.

Desgraciadamente, la mayoría de los cubanos son obligados por la casta verde oliva y enguayaberada a comer para llenarse, no para nutrirse; y muchos padres y abuelos sacrifican sus apetitos en favor de hijos, nietos o enfermos.

Como era previsible, el vicementiroso en jefe aludió por enésima vez al embargo norteamericano que calificó de recrudecido, con las 243 medidas de Trump-Biden; pero soslayando convenientemente que los 63 puntos de la agenda agroalimentaria nacional, que sigue sin conseguir que llueva café en el campo.

Marrero desperdició una ocasión de lujo para afear la colosal broma del presidente Joe Biden que, al parecer contagiado por un ramalazo de Cundeamor, autorizó recientemente la venta de motos y bicicletas eléctricas a Cuba, ignorando que como no permita a sus felices propietarios ir hasta Miami a recargarlas, seguirán pedaleando for ever.

Pero la cortesía diplomática obliga a no criticar a ese gran aliviador del tardocastrismo desterrador, que es el actual inquilino de la Casa Blanca, como demuestra la testaruda aritmética de bodega.

Según datos oficiales de Estados Unidos, en el último año fiscal solicitaron entrada a territorio estadounidense 224.607 cubanos, que emigraron definitivamente, o sea que no están para salir, anotarse y regresar antes de los dos años, porque la inmensa mayoría ha quemado las naves vendiendo casas, carros y lo mucho o poco que tenían.

Cada consumidor registrado en Cuba compra, a precios subsidiados por el estado, seis libras de arroz mensuales. La informatización de las OFICODAS va a permitir conocer, previa información de Inmigración, los declarados emigrantes por salida definitiva.

Cuando esos 224,607 consumidores, sean dados de baja definitiva en el Registro de Consumidores, el gobierno se ahorrará, mensualmente, el importe de un millón 347 mil 642 libras de arroz; con un precio actual de 439 dólares estadounidense por tonelada métrica.

En paralelo, quienes renuncian a la bondadosa OFICODA, invierten su dinero en impuestos por la venta de viviendas y carros, pasaportes, billetes aéreos y tasas; y lo mismo sucede con el azúcar y las demás productos racionados por la Libreta de Abastecimiento.

Si de los 224,607 cubanos llegados este año fiscal a Estados Unidos, sólo la mitad decidiera enviar a sus familiares en Cuba, 50 dólares al año -no al mes- el monto sería de más de cinco millones y medio, que caerían en las fauces del estado, directa o indirectamente para regocijo del compañero Alejandro Gil Fernández, que verá crecer los ingresos por jineterismo de su gobierno.

Miami, como símbolo, sigue siendo la mejor obra del desaparecido comandante en jefe, que acertó en abrir el jamo para que cayeran muchos dólares de la emigración, que subvenciona -involuntaria y dolorosamente- al estado que la desterró y desprecia; como demuestra las abusivas tasas migratorias.

Lástima que el compañero Fidel no haya tenido igual fortuna en preparar el relevo de la generación histórica, carencia que provoca náuseas, cuando alguien sensato se asoma al precipicio, guiado por una banda de ineptos, cobardes y relativistas morales con afanes de nuevos ricos.

La generación escuela Ñico López y Colegio Nacional de la Defensa es un rosario de calamidades, expertos en mentir, jinetear y machacar a los cubanos; que están empobrecidos, pero no son tontos y desprecian y odian a sus verdugos.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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