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Siempre explosivo, recordado por muchos por aquel jonrón en Baltimore en 1999 y por su desempeño con los “mulos” del Habana, Andy Morales es un hombre feliz que supo elegir muy bien su camino. No triunfó en el mejor béisbol del mundo, pero sí camina exitoso en un país que le abrió los brazos.
Pudiste haberte quedado en Estados Unidos tras aquel encuentro entre la selección nacional y los Orioles de Baltimore, ¿por qué no lo hiciste?
En el 99 no me pasó por la mente quedarme ya que en ese tiempo mi esposa estaba esperando a mi primer hijo con ella (yo tenía otro en San Nicolás). Y parece que regresar molestó, la verdad, no sé qué decirte. El hecho cierto es que, después, todo el mundo sabe que ellos me hicieron la vida incómoda.
Yo había regresado del “monstruo”, había conectado un cuadrangular, aquello había sido una fiesta y se empecinaron los de la Comisión Nacional en que yo era “un posible desertor”.
Todo fue porque mi suegro, que era ciudadano estadounidense, fue de visita a Cuba en ese tiempo, y ellos asociaron eso con una fuga. ¡Increíble, pero cierto! Así que me obligaron, sí, me obligaron a escoger el camino que nunca pensé haber tomado.
Fue así que protagonicé dos intentos de salida en balsa; el segundo, afortunadamente, dio frutos y aquí estoy, con mi casa, con mi familia bien ubicada y feliz, con un hijo pelotero profesional. Agradecido de la vida y de las segundas oportunidades.
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¡Al final, me hicieron un favor aquellos que querían destruirme!
En junio del 2000, Morales intentó abandonar Cuba ilegalmente en una lancha, pero fue capturado y repatriado. Poco tiempo después, logró salir del país de nuevo, esa vez con éxito.
Se estableció primero en Perú y, tras recibir la residencia en ese país, firmó un contrato como agente libre con los Yankees de Nueva York en febrero de 2001. Sin embargo, su etapa en las ligas menores estadounidenses no alcanzó el nivel esperado.
Con los Norwich Navigators (Doble‑A) participó en 48 partidos, bateó solo 231. Este bajo rendimiento ofensivo no le permitió avanzar. Tras su salida de los Yankees, jugó brevemente en la liga independiente con los Sonoma County Crushers.
En 2002, firmó con los Medias Rojas de Boston y jugó con su filial Doble‑A, los Trenton Thunder, aunque su paso fue igualmente discreto: en 16 partidos bateó para 231, con un porcentaje de embasado de 348 y un slugging de 282.
Después de esa temporada, Morales no volvió a firmar con ninguna organización profesional en Estados Unidos. Su carrera terminó sin haber debutado en las Grandes Ligas.
No obstante, no todos pueden llegar y esto lo sabe bien un Andy Morales que se abrió camino en el país de las oportunidades.
A propósito de “aquellos” que te hicieron la vida imposible en Cuba, ¿qué te parece el estado actual de la pelota cubana?
La realidad de la pelota cubana hoy en día es el resultado de la ineficiencia del sistema. Todo se destruyó, todo se acabó. No hay base ninguna en ninguna provincia, ni con qué jugar, ni dónde jugar. ¿Qué alimentos reciben los niños y jóvenes en las EIDES, qué eventos se realizan?
Ahora desde muy jóvenes los peloteros emigran. Santo Domingo está repleto de lo mejor de la pelota cubana, muchos sin experiencia en Series Nacionales porque se van desde niños.
Entonces, a quienes ellos estigmatizaron son los mismos a los que están rogando para que los representen en certámenes internacionales. ¡¿Tendrán cara dura?! Mira, Julita, con ese tema de convocar a representar a Cuba a los peloteros que, en una época, llamaban traidores, te diré que a mi generación le tocó la parte más denigrante: nos decían de todo, nos tildaban de lo que a ellos se les ocurría para denigrarnos como personas. La emprendían con nuestras familias que se quedaban en el país.
¿Y ahora los que se van son llamados a representar las “cuatro letras” después de los oprobios recibidos? ¡Increíble! Por eso, muchos como yo no hemos regresado NUNCA más. No critico al que lo hace, cada quien tiene su pensar y cada quien es libre de pensar a su manera.
Ahora bien, si yo estuviera en forma, fuera joven, estuviera en activo, jamásssssss pasaría por mi cabeza jugar con ellos. Ese traje no representa a un país libre, no me representa a mí ni a los míos. Te repito, el que lo hace, felicidades, sus razones tendrá.
Retrotrayendo un tanto el curso de esta entrevista: ¿cómo llegaste a un terreno de béisbol?
Yo nací en Ciego de Ávila. Mis primeras andanzas, no obstante, fueron por terrenos beisboleros del municipio habanero de San Nicolás. La primera vez que entré a un estadio tenía seis años. Mis primeros entrenadores fueron mi propio padre Adelso Morales y Demetrio Miranda, alias “Puchito”, en ese territorio.
Pasó el tiempo y estudié en la EIDE y la ESPA provinciales con Esteban Lombillo, Rubén Prieto, “El Capi” y Carlos Viera, según el nivel, como entrenadores.
En 1991 integré mi primer equipo Habana bajo la égida de José Miguel Pineda. Sobre estos inicios te hago una anécdota que no quisiera recordar. En mi segunda SNB fui el único jugador que fue una sola vez al bate y conecté jonrón con tres carreras impulsadas, nada menos que ante Pedro Luis Lazo.
Imagínate mi entusiasmo, pero al llegar a La Habana, Jorgito Hernández, que entonces era el director, me mandó para la Liga de Desarrollo.
¿Y por qué?
Todavía me lo pregunto. Lo cierto es que por mi rendimiento en esa Serie de Desarrollo integré el equipo Cuba, con el que fuimos a un torneo en El Salvador y, como coincidencia, en ese equipo también estaba José Ariel Contreras.
Ya después, Juan Antonio Torriente, que era el tercera base, tuvo una lesión en su brazo y Barroso que era director en ese equipo me dio la posibilidad de ser el titular. De ahí en adelante, tuve excelente rendimiento, que me llevó a integrar el equipo a las entonces muy fuertes Series Selectivas, así como selecciones Cuba B, hasta que llegó el gran año 1999 cuando enfrentamos a los Orioles.
Después de 40 años, Cuba enfrentaba a un conjunto profesional de la MLB, todo un acontecimiento histórico, y yo tuve el honor de ser el único que conectó un cuadrangular.
Después de tanto andar, ¿podrías decirme cuál ha sido tu manager favorito, con el que mejor te entendiste, con el que más aprendiste?
Jugué con muchos directores, pero con el que mejor me sentí fue con Dario Cid de Ciego de Ávila, una vez en un Cuba B en Italia y otra vez en La Habana en un Universitario, teniendo tremendos resultados.
¿Qué haces actualmente?
Trabajo en un negocio familiar que pertenece a mi suegro. Se trata de aires acondicionados. Estoy tranquilo, tengo mi familia aquí, mis cuatro hijos están conmigo, ¿qué más puedo pedir?
Uno de ellos, Yohandy, juega primera y tercera, en triple A de los Nacionales de Washington, y por supuesto que su quimera es subir a las Grandes. Estoy muy contento con su desempeño y ansioso de que pueda cumplir con sus sueños.
Este es un país grande, el que me acogió como a un hijo. Vivo feliz. Yo no llegué a la MLB, pero estoy seguro de que mi hijo sí lo hará y un Morales de mi generación tomará un lugar en la Gran Carpa.
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