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La vida de decenas de médicos cubanos que participan en la misión oficial en Italia está marcada por el miedo, la vigilancia y la posibilidad real de ser considerados "desertores" si deciden desligarse del control estatal.
A las amenazas laborales y represalias institucionales se suma una de las penalizaciones más duras: la imposibilidad de regresar a Cuba durante ocho años.
Según denuncias recogidas por el portal de noticias CubaNet, al menos 12 médicos han roto relaciones con la empresa estatal Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos S.A. (CSMC), entidad que gestiona y supervisa las brigadas médicas enviadas a Italia. De ellos, cinco se desvincularon de la misión en la última semana.
Algunos optaron por pasar al sistema de salud privado en Italia, otros viajaron a España, y varios dejaron de transferir la parte obligatoria de su salario a la empresa cubana, lo que fue suficiente para ser etiquetados como traidores por las autoridades de la isla.
Detrás de estas decisiones hay un patrón de abuso sistemático. Médicos entrevistados por el medio relataron que, al separarse de la misión oficial, pierden todo acceso a sus documentos profesionales: diplomas, certificaciones y títulos, elementos indispensables para ejercer su profesión de forma legal en Europa.
“Te chantajean con tus títulos”, confesó uno de los galenos, y sin estos documentos, no pueden validar su formación ni integrarse formalmente al sistema sanitario italiano.
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La retención de estos expedientes es parte de una política institucional que busca frenar las deserciones.
Según CubaNet, desde 2017 una circular de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos (ONBC) prohibió legalizar los documentos académicos de los profesionales que abandonan las misiones en el extranjero, dejando a los médicos en un limbo jurídico y profesional.
Los casos documentados en Calabria, región italiana donde actualmente operan varias brigadas cubanas, revelan un esquema de vigilancia y control.
Dos doctoras que aún forman parte de la misión denunciaron que no se sienten libres ni siquiera para hablar por teléfono.
Aseguran haber recibido advertencias explícitas de la jefatura de la misión médica, dirigida por Luis Enrique Pérez Ulloa, quien además representa a la CSMC en Italia.
“Nos dijeron que tienen formas de identificar a quienes denuncian”, declaró una de las profesionales entrevistadas.
El temor a represalias es tan alto que algunos evitaron dar su nombre por miedo a que les cancelen el contrato y sean enviados de regreso a Cuba.
Pero la represión no se limita a los ya desvinculados pues también aquellos que siguen en la misión enfrentan restricciones severas: vigilancia interna, limitaciones para la reunificación familiar, imposibilidad de sindicalizarse y cláusulas contractuales que contradicen el derecho laboral italiano.
A pesar de que el contrato formal se firma entre el médico y la región de Calabria, en la práctica es La Habana quien tiene el control real.
Si el funcionario cubano declara que un profesional es “no apto”, las autoridades locales deben revocar el contrato, según los testimonios.
Incluso en casos donde los médicos intentan legalizar sus títulos a través de vías oficiales en Italia, se enfrentan a obstáculos impuestos por la misión.
“No puedo ir a la Azienda (institución sanitaria local) a pedir nada, porque informan de inmediato al jefe de misión, y corres el riesgo de que te cancelen el contrato”, dijo una doctora desde Reggio Calabria.
En paralelo, medios como The Objective, con sede en Madrid y citado por CubaNet, han reportado que médicos cubanos emigrados también han tenido bloqueos para obtener acreditaciones, en una estrategia que se extiende más allá de Italia y apunta a un patrón regional de control estatal sobre el personal sanitario en el exilio.
Desde el punto de vista legal, esta política encuentra respaldo en el Decreto-Ley 306 de 2012, incorporado posteriormente en la nueva Ley de Migración cubana, recalcó el portal de noticias citado.
Esta normativa permite al Estado impedir el ingreso al país por ocho años a quienes se desliguen de forma no autorizada de misiones oficiales, bajo el argumento de preservar la “fuerza laboral altamente calificada”.
Este tipo de castigo equivale, en la práctica, a un exilio forzado que no solo afecta al médico, sino también a sus vínculos familiares y su derecho a la libre circulación.
Uno de los testimonios más crudos proviene de una doctora que, tras romper con la misión, aseguró haber encontrado paz en la decisión, aunque sabe que no podrá regresar a su país durante ocho años.
“La libertad cuesta: a algunos les ha costado sangre; yo pagaré con ocho años sin entrar a mi país. ¿Y sabes qué? Siento paz”, enfatizó.
La situación ha comenzado a generar reacciones en distintos niveles. Organizaciones como “No Somos Desertores” han denunciado este sistema como una violación a los derechos humanos y profesionales.
Mientras tanto, en Italia, el Comité para la Defensa de la Salud en Polistena emitió un comunicado en redes sociales tras la salida de un médico cubano del hospital local, calificando el trato recibido como “humillante” y “explotación disfrazada de cooperación”.
“La dignidad e independencia prevalecieron sobre el deber”, escribió Marisa Valensise, presidenta del comité, en una publicación que también cuestiona el papel del presidente regional de Calabria, Roberto Occhiuto, uno de los principales promotores del programa de colaboración médica con Cuba.
Mientras las misiones médicas siguen expandiéndose a otras regiones como Molise y Veneto, pese a las denuncias, la presión política y mediática va en aumento.
Desde junio, el reportaje “De La Habana a Calabria: La estafa perfecta contra los médicos cubanos” de CubaNet ha generado interpelaciones parlamentarias en Italia, pedidos de transparencia y al menos una investigación policial.
Sin embargo, para los médicos cubanos, la realidad sigue siendo la misma: si abandonan la misión, se arriesgan a perderlo todo, incluso el derecho de volver a casa.
“¿Quién está más preso: el que duerme en la misión vigilado, o el que escapa sabiendo que no puede volver?” se preguntó uno de los galenos.
La respuesta, por ahora, parece enterrada entre pasaportes retenidos, contratos opacos y un miedo constante que los acompaña más allá de cualquier frontera.
En julio, el Departamento de Salud y Bienestar de la región italiana de Calabria negó oficialmente que los médicos cubanos que prestan servicios allí estén legalmente obligados a transferir parte de sus salarios a la CSMC, la empresa estatal del régimen que actúa como intermediaria entre La Habana y los países receptores de personal sanitario.
En una respuesta institucional fechada el 4 de julio, firmada por los doctores Teresa Celestino y Francesco Lucia, las autoridades calabresas aseguraron a CubaNet que los médicos contratados desde la isla firman contratos individuales directamente con el sistema sanitario regional, y que los salarios se depositan íntegra y directamente en cuentas bancarias italianas a nombre de los propios profesionales, tal y como exige la legislación laboral del país europeo.
La declaración, emitida en respuesta a una solicitud de información del medio CubaNet, desmonta así el supuesto poder legal que la CSMC afirma tener para exigir a los profesionales cubanos que entreguen la mayor parte de su salario.
Sin embargo, en agosto, el presidente de Molise, Francesco Roberti, confirmó que la región pactó con la embajadora de Cuba en Italia, Mirta Granda Averhoff, la llegada de médicos de diversas especialidades, aunque sin precisar la cifra exacta ni la fecha de arribo, informó la agencia EFE.
Según Roberti, hacen falta al menos 100 profesionales, especialmente en zonas del interior y en los servicios de urgencias.
Este pacto llega en un momento en que Washington ha intensificado las sanciones y advertencias contra gobiernos y entidades que contraten brigadas médicas cubanas, a las que acusa de constituir una forma de trata laboral.
El Gobierno cubano confirmó en julio que más de 24,000 trabajadores del sector de la salud prestan actualmente servicios en el exterior como parte de su sistema de esclavitud moderna, enmascarado en una política de cooperación internacional.
Preguntas frecuentes sobre las misiones médicas cubanas en Italia
¿Por qué los médicos cubanos que abandonan las misiones no pueden regresar a Cuba?
Los médicos cubanos que abandonan las misiones enfrentan una penalización de ocho años sin poder regresar a Cuba. Esto se debe a una política estatal respaldada por el Decreto-Ley 306 de 2012, que busca prevenir la "desertación" de profesionales considerados como "fuerza laboral altamente calificada". Esta medida actúa como un exilio forzado, afectando tanto al médico como a sus vínculos familiares y su derecho a la libre circulación.
¿Cómo afecta a los médicos cubanos en Italia la retención de documentos profesionales?
La retención de documentos profesionales, como diplomas y certificaciones, impide que los médicos cubanos que abandonan la misión puedan validar su formación y ejercer legalmente en Europa. Sin estos documentos, están en un limbo jurídico y profesional, lo que limita su capacidad para integrarse al sistema sanitario italiano o de otros países europeos.
¿Qué porción del salario reciben los médicos cubanos en las misiones en Italia?
Los médicos cubanos solo reciben entre el 22% y el 46% del salario que se paga por sus servicios en Italia. El resto es retenido por la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos S.A. (CSMC), bajo el pretexto de deducciones fiscales que en realidad no tienen respaldo legal. Este esquema de retención salarial es parte de un sistema de doble contratación que mantiene el control sobre los médicos y les confisca gran parte de sus ingresos.
¿Qué tipo de vigilancia y control enfrentan los médicos cubanos en las misiones en Italia?
Los médicos cubanos en las misiones en Italia enfrentan vigilancia interna y restricciones severas, como limitaciones para la reunificación familiar, imposibilidad de sindicalizarse y cláusulas contractuales que contradicen el derecho laboral italiano. Además, están sujetos a advertencias y amenazas de represalias por parte de la jefatura de la misión médica, lo que genera un clima de miedo constante entre los profesionales.
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