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Miguel Díaz-Canel reaccionó este lunes a la muerte de Carlos Rafael López Ibarra, el joven operador de turbina de 33 años que falleció tras varios días de agonía por las quemaduras sufridas en un accidente laboral en la termoeléctrica Antonio Maceo Grajales, conocida como “Renté”, en Santiago de Cuba.
“Me sumo al profundo pesar de autoridades y pueblo de Santiago de Cuba por el fallecimiento de Carlos Rafael López Ibarra… Condolencias a familiares, compañeros y amigos”, escribió el gobernante en su cuenta de X, donde se limitó a transmitir pésame.
El accidente ocurrió el 31 de agosto, cuando una tubería de vapor falló durante el arranque de la unidad 5, provocando la liberación de vapor a altas temperaturas que afectó gravemente al trabajador, con quemaduras en el 89% de su cuerpo. Tras varios días hospitalizado en estado crítico extremo, su muerte fue confirmada el 8 de septiembre.
El mensaje de Díaz-Canel llega en medio de una profunda crisis energética marcada por colapsos constantes del Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Apenas horas antes de su regreso de una gira por Asia, el oriente del país sufrió un apagón general, que, sumado a las largas horas de apagones programados, terminó por desatar protestas en las calles de Santiago de Cuba.
Las condolencias oficiales no han logrado contener el malestar social. Mientras se exaltan los valores del joven fallecido, los cubanos señalan la falta de soluciones estructurales para un sistema eléctrico en ruinas, donde fallas técnicas, improvisaciones y condiciones laborales precarias exponen a los trabajadores a riesgos mortales.
La tragedia de López Ibarra se ha convertido en un símbolo del costo humano del deterioro del SEN, que no se resuelve con mensajes de duelo, sino con cambios profundos en una infraestructura al borde del colapso.
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Rumores sobre apagones en el hospital
Tras confirmarse la muerte de López Ibarra, en redes sociales comenzaron a circular versiones no confirmadas que añaden más tensión al caso.
El periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada publicó que, según testigos, en el hospital Juan Bruno Zayas —donde fue atendido el trabajador— se produjeron dos apagones durante su estancia en terapia intensiva, y que la planta de emergencia habría demorado más de 20 minutos en arrancar.
De acuerdo con esos relatos, el retraso habría afectado el funcionamiento de equipos de soporte vital en un momento crítico, lo que podría haber acelerado el desenlace. Estas afirmaciones, sin embargo, no han sido corroboradas oficialmente y la causa de muerte registrada fue “sepsis generalizada grave por quemaduras del 89% del cuerpo”.
La posible combinación entre un accidente laboral mortal y fallas eléctricas en un hospital alimenta las dudas y la indignación de familiares y colegas. Aunque se trata de rumores sin confirmación oficial, reflejan la desconfianza creciente hacia un sistema sanitario y energético en crisis, donde la precariedad estructural pone vidas en riesgo.
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