Gobierno echa mano de reclutas del Servicio Militar para limpiar una Habana inundada de basura

El régimen cubano enfrenta una grave crisis de basura en La Habana, movilizando a reclutas y ciudadanos. El ministro de CITMA admite el problema y propone cambios estructurales hacia la circularidad.

Reclutas recogen basura en La Habana © Facebook / Eduardo López Leyva
Reclutas recogen basura en La Habana Foto © Facebook / Eduardo López Leyva

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El régimen cubano decretó este sábado una “jornada de saneamiento” y ha movilizado a reclutas, policías y trabajadores estatales en medio de la crisis de recolección de basura que padece La Habana.

Las imágenes de los jóvenes intentando “sanear” una ciudad inundada de basura parecen sacadas de un escenario posbélico.

“Las organizaciones políticas y de masas del territorio CMPCC, FMC y CDR, se integraron desde bien temprano al trabajo voluntario masivo en el Consejo Popular Colón, junto a los soldados del Servicio Militar Activo, quiénes junto a la población participan en el embellecimiento y limpieza de las calles”, se lee en un post de Facebook de la Asamblea Municipal del Poder Popular Centro Habana.

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“Con sus uniformes verdes y una juventud llena de energías y compromiso llegaron a la demarcación a transformar el entorno”, agregaron en el tono kitsch de la propaganda estatal.

Esta semana, el propio ministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), Armando Rodríguez Batista, reconoció públicamente la gravedad del colapso sanitario en la capital al admitir que “esa basura no está contenida: está regada por toda La Habana”, en un post publicado en su perfil de Facebook.


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Se trata de una de las admisiones más contundentes hechas por un alto funcionario del régimen sobre un problema que los habaneros padecen a diario, que es la acumulación de desechos en calles, zanjas, aceras y solares, que las recientes lluvias han desbordado hasta convertir en un fenómeno de riesgo múltiple “sanitario, ambiental, social y espiritual”.

En su publicación, Rodríguez Batista señaló que las lluvias recientes han dejado al descubierto “los montes de basura que, como testigos silentes de nuestra inercia, se acumulaban en esquinas, solares y márgenes”.

El ministro describió cómo los desechos flotan en el agua, se adhieren a las aceras y se mezclan “con el lodo y con la vida”, obligando a mirar de frente un problema que, según reconoció, afecta a todos y no puede ocultarse.

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El ministro admitió que no basta con camiones, brigadas y contenedores, sino que se necesita un cambio estructural que involucre a las comunidades, a las instituciones y a la ciudadanía en general.

Propuso convertir a La Habana en un “laboratorio vivo de transición a la circularidad”, donde los residuos puedan reciclarse y aprovecharse, en lugar de convertirse en focos de infección y deterioro urbano.

Una crisis que amenaza vidas

La admisión oficial se produce en medio de un contexto donde las denuncias ciudadanas han mostrado imágenes que parecen sacadas de una película de terror. En Centro Habana, un edificio en ruinas en la esquina de Belascoaín y San Miguel se ha convertido en un vertedero improvisado, acumulando basura y escombros que amenazan con sepultar a transeúntes.

El drama alcanza incluso a hospitales. A inicios de septiembre, un video difundido en redes mostró un gigantesco basurero junto al hospital Hermanos Ameijeiras, uno de los centros de salud más emblemáticos de Cuba, lo que activistas calificaron como una “incubadora de patógenos” a cielo abierto.

La acumulación de desechos también ha golpeado hospitales de Mayabeque y Holguín, donde contenedores desbordados permanecieron durante semanas cerca de salas de maternidad y pediatría, poniendo en riesgo a madres, recién nacidos y niños hospitalizados.

Basura e inundaciones: un cóctel peligroso

El colapso de la recogida de desechos se agrava con cada episodio de lluvias intensas. La semana pasada, torrenciales aguaceros convirtieron calles de Centro Habana, Diez de Octubre y el Vedado en ríos de basura arrastrada por las corrientes, mientras un apagón general dejaba a la ciudad a oscuras.

Vecinos compartieron imágenes en las que contenedores flotaban a la deriva y las aguas contaminadas entraban en portales y viviendas, reflejando que el problema de la basura no es solo un asunto de imagen urbana, sino una amenaza directa para la salud y la seguridad de miles de habaneros.

En un país donde las autoridades suelen minimizar o maquillar los problemas estructurales, las palabras de Armando Rodríguez Batista representan un reconocimiento inusual de la magnitud de la crisis.

“La basura nos golpea, nos obliga, como país, a mirar a un problema que nos afecta a muchos”, escribió el ministro, convocando a instituciones, universidades, empresas y comunidades a unirse para revertir el colapso.

Mientras tanto, La Habana sigue atrapada entre edificios en ruinas convertidos en vertederos, hospitales sitiados por desechos, barrios inundados de basura y un pueblo que sobrevive entre montañas de desperdicios que crecen día tras día.

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