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La artista matancera Sindy San Miguel Fariñas, residente en el poblado de Carlos Rojas, en el municipio Jovellanos, denunció en redes sociales que su comunidad atraviesa una grave situación sanitaria a raíz de un brote de chikungunya, en medio de carencias alimentarias y falta de medicamentos.
“Estoy con el mismo dolor que en las primeras 72 horas de la enfermedad. Los pies no los levanto, los arrastro para caminar, las rodillas no las puedo flexionar del dolor y la inflamación”, escribió en un mensaje público en su perfil de Facebook. “Así a rastras hago las cosas básicas, apenas hago un poco más de esfuerzo físico me inflamo y me atormentan terribles dolores en todas las articulaciones”.
Explicó que tras una aparente mejoría inicial, los síntomas volvieron con más fuerza, y atribuye ese deterioro a la falta de una alimentación adecuada. “Necesitamos alrededor de 8,000 pesos —o aproximadamente 20 dólares— para alimentarnos al menos una vez al día con la vitamina D necesaria, ya que somos convalecientes de este virus y estamos muy mal nutridos. Comer no siempre significa alimentarse.”
Denunció que los precios de los pocos alimentos que podrían ayudar en la recuperación son inasumibles para la mayoría de los cubanos: “Una lata de atún cuesta 3,000 pesos, un fili de huevo otros 3,000, y un litro y medio de yogur natural, 1,750. ¿Quién carajos en Cuba dispone de 32,000 pesos mensuales para yogur, atún y huevo? Y todo lo demás…”.
Señaló que su familia —compuesta por sus abuelos de 81 y 88 años, su padre de 60, su hija pequeña y ella misma— ha pasado el virus en apenas un mes, y que los tratamientos caseros con reposo, paracetamol y líquidos “no son suficientes”.
“Nuestro cuerpo no tiene cómo librar la batalla”, advirtió.
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En su testimonio, Fariñas fue más allá de la denuncia sanitaria y dirigió un mensaje frontal al gobierno cubano: “Si no abrimos los ojos, vamos a morir como abandonados animales callejeros. Los cubanos dentro de esta isla vivimos una película de terror, sí. Menos una pequeña minoría que aún se mantiene dentro de sus cápsulas de cristal viéndonos como nos matamos entre nosotros”.
“Gobierno ridículo, partida de hipócritas ridículos, mequetrefes ridículos. Qué asco dan. Dirigentes mediocres. Acabaron con la vida de millones de familias a cambio de su propio beneficio. Lo han hecho durante demasiados años. Lárguense ya de una puñetera vez. Antes de que sea tarde.”
Y concluyó con una frase que resume el sentimiento de desesperanza y hartazgo que recorre su denuncia: “No sé dónde leí que ojalá, de tanta hambre, los cubanos, de una vez se coman el miedo.”
Mientras tanto, autoridades sanitarias de Matanzas han informado que “el virus del chikungunya tiene hoy prevalencia sobre el dengue en la provincia” y aseguraron que no se han registrado muertes por estas enfermedades. La viceministra Carilda Peña García, en una comparecencia televisiva junto a directivos del MINSAP, reconoció limitaciones en recursos, fumigación y pesquisas, aunque insistió en que los casos graves se deben a comorbilidades.
La historiadora y activista Alina Bárbara López Hernández ha denunciado públicamente que las autoridades están ocultando la gravedad del brote y que existe una orden de desmentir fallecimientos por arbovirosis. “Sus certificados de defunción no dirán ‘chikungunya’, pero eso fue lo que desencadenó el final”, aseguró.
También la periodista Yirmara Torres Hernández también publicó un testimonio personal donde relata la muerte de una vecina por chikungunya y afirma: “No hay muertos, pero los hay”.
Los medios locales informaron que el hospital pediátrico Eliseo Noel Caamaño, en Matanzas, ha sido reforzado con un centro anexo habilitado en la Universidad de Ciencias Médicas, y que se han movilizado 2,500 estudiantes para realizar pesquisas y eliminar criaderos del mosquito Aedes aegypti en los municipios del territorio.
Las autoridades insisten en que la situación está bajo control, pero los testimonios como el de Sindy San Miguel Fariñas, las denuncias de intelectuales y periodistas locales, y el despliegue extraordinario de recursos humanos en la provincia, apuntan a una realidad mucho más compleja. Mientras continúa la propagación de arbovirosis en Matanzas, miles de personas enfrentan la enfermedad sin garantías mínimas de alimentación, medicamentos ni información clara sobre el alcance del brote.
Preguntas Frecuentes sobre el Brote de Chikungunya en Matanzas
¿Cuál es la situación actual del brote de chikungunya en Matanzas?
El brote de chikungunya en Matanzas es crítico, con una alta prevalencia de casos en la provincia. A pesar de los esfuerzos oficiales para controlar la situación, los testimonios ciudadanos y las denuncias de falta de recursos médicos indican una realidad más grave de lo que se informa oficialmente. La propagación del virus está afectando significativamente la calidad de vida de los residentes, quienes enfrentan la enfermedad sin garantías mínimas de alimentación y medicamentos.
¿Qué medidas están tomando las autoridades cubanas para controlar el brote?
Las autoridades de Matanzas han implementado un plan de contingencia que incluye el refuerzo de la fumigación, control vectorial y acciones intensivas de saneamiento ambiental. Sin embargo, las limitaciones en recursos y la falta de medicamentos han obstaculizado estos esfuerzos, según denuncias de ciudadanos y activistas. Además, se ha movilizado personal médico de otras provincias para intentar mitigar la falta de atención adecuada en los hospitales locales.
¿Cuáles son los principales retos que enfrentan los residentes de Matanzas durante el brote?
Los residentes de Matanzas están lidiando con varios desafíos: la escasez de alimentos y medicamentos, apagones prolongados y condiciones insalubres que facilitan la propagación del mosquito Aedes aegypti. Además, la falta de información clara y la percepción de que las autoridades minimizan la gravedad de la situación han generado una creciente desconfianza y frustración entre la población.
¿Qué síntomas presenta el chikungunya y cómo afecta a los infectados?
El chikungunya provoca fiebre alta, dolores articulares severos e inflamación. Aunque no suele ser mortal, los síntomas pueden ser debilitantes y persistir durante semanas o meses. En Matanzas, los afectados han reportado una combinación de fiebre, vómitos y debilidad extrema, agravados por la falta de acceso a tratamientos médicos adecuados.
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