El presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz Pereira, confirmó que su gobierno no invitará a los gobernantes de Cuba, Venezuela y Nicaragua a la ceremonia de toma de posesión prevista para el próximo 8 de noviembre, marcando así un cambio radical en la política exterior del país tras dos décadas de vínculos estrechos con los regímenes del llamado socialismo del siglo XXI.
En entrevista exclusiva con CNN, Paz fue categórico al señalar que su gestión “no introducirá ideología, sino soluciones para los problemas del pueblo”.
El líder del Partido Demócrata Cristiano (PDC) afirmó que su prioridad será reconstruir la economía boliviana y abrir una nueva etapa de cooperación con Estados Unidos y con organismos internacionales dedicados a la lucha contra el narcotráfico y los delitos financieros.
“Nuestra condición de relacionamiento es sobre la base de la democracia”, afirmó Paz. “No son democráticos ninguno de esos tres [Cuba, Venezuela y Nicaragua]. Claramente no lo son, y yo no quisiera que mi país fuera ninguno de esos tres”, dijo en alusión a los gobiernos de Miguel Díaz-Canel, Nicolás Maduro y Daniel Ortega.
El presidente electo, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, sostuvo que Bolivia respetará los acuerdos mercantiles vigentes con China, Rusia e Irán, pero enfatizó que su gestión buscará una diplomacia pragmática, centrada en el comercio, la inversión y la generación de empleo.
“Yo necesito que la gente coma, se movilice, produzca y genere comercio. No voy a introducir ideología, voy a introducir soluciones”, subrayó.
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Durante la conversación con el periodista Fernando del Rincón, Paz confirmó además su intención de reabrir la embajada de Estados Unidos en La Paz, cerrada desde 2008 durante el gobierno de Evo Morales.
“En toda la campaña me lo preguntaron, y sí, vamos a abrir la embajada. Y quiero más agregados comerciales que diplomáticos; necesito gente que traiga negocios a Bolivia”, declaró.
El mandatario electo también adelantó que invitará a la DEA y otras instituciones internacionales a colaborar en la lucha contra lo ilícito, rompiendo con la línea de confrontación que caracterizó a los gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS).
El giro diplomático de Paz Pereira representa el fin de la era del alineamiento boliviano con La Habana, Caracas y Managua, y abre una nueva etapa de relaciones con Washington y sus aliados regionales.
Su mensaje es claro: Bolivia busca dejar atrás la ideología y apostar por el pragmatismo económico y la institucionalidad democrática.
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