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Durante los últimos días, el mercado informal de divisas en Cuba ha dado un giro tan brusco como desconcertante.
Tras meses de subidas continuas, el dólar y el euro han caído más de un 10 % en apenas una semana, interrumpiendo una racha que parecía imparable.
Sin embargo, mientras las divisas bajan en los gráficos, los precios de los alimentos y los productos básicos siguen subiendo en los agromercados y en el mercado negro.
La contradicción ha generado una mezcla de sorpresa, incredulidad y sospecha entre los cubanos. En redes sociales, muchos recuerdan una frase que nació en los noventa, durante el Período Especial: “El dólar no baja, se agacha pa’ coger impulso”.
Una caída sin lógica económica
El dólar llegó a superar los 490 pesos cubanos, y el euro consiguió estabilizarse durante casi una semana en 540 pesos cubanos (CUP), antes del reciente y llamativo desplome de ambas divisas, sin que mediara anuncio económico alguno.
Ni ha crecido la oferta de divisas, ni el Estado ha estabilizado el mercado, ni han bajado los precios de los productos básicos. Todo lo contrario: la inflación sigue alta y el poder adquisitivo del peso cubano continúa deteriorándose.
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El economista Pedro Monreal sugirió que la baja podría estar influida por la expectativa de un aumento de remesas tras los desastres naturales recientes en el Caribe, aunque aclaró que no se trata de un impacto inmediato, sino de un efecto psicológico.
Otros economistas y usuarios discreparon, asegurando que el mercado informal se mueve por factores especulativos, por la propia volatilidad del sistema y por posibles distorsiones en la recolección de datos, dada la desconexión de varias provincias y la falta de transparencia del indicador.
Sospechas y teorías
En medio del desconcierto, se multiplican las teorías. Algunos usuarios creen que existe intervención o manipulación indirecta para simular una estabilización artificial del peso y desacreditar a El Toque, medio que publica la Tasa Representativa del Mercado Informal (TRMI).
Otros apuntan a una “corrección técnica” natural tras meses de subidas, mientras economistas independientes insisten en que el fenómeno revela expectativas distorsionadas y la influencia de campañas políticas o mediáticas sobre el comportamiento de un mercado que, por definición, carece de regulación y transparencia.
Los precios no bajan, la vida sigue igual
Más allá de los gráficos, la economía cotidiana desmiente cualquier señal de recuperación.
Los precios de los alimentos continúan disparados: el arroz, el aceite, la carne de cerdo, las viandas y los huevos cuestan cada día más. Lo mismo ocurre con los productos de higiene, los medicamentos y los servicios.
En condiciones normales, la apreciación del peso frente al dólar debería traducirse en una reducción de precios, pero en Cuba ocurre lo contrario. El motivo es simple: el tipo de cambio no refleja la economía real, sino las percepciones, rumores y restricciones de un mercado informal que opera sin transparencia.
El tipo de cambio parece moverse en una dimensión ajena a la realidad. En los bolsillos, el peso no vale más, solo el dólar vale menos en el papel.
La escasez, el miedo a una nueva devaluación y la desconfianza general hacen que los vendedores sigan fijando precios altos. Al final, la supuesta recuperación del peso cubano solo existe en los gráficos**, no en los bolsillos.
¿Manipulación o distorsión?
Las teorías más extendidas entre la población van más allá de lo económico.
Muchos cubanos sospechan que hay una mano visible detrás del mercado informal, capaz de intervenir puntualmente en las cotizaciones para generar la ilusión de estabilidad o desacreditar a actores independientes.
En ese sentido, las acusaciones recientes del régimen y de voceros como Sandro Castro contra el medio El Toque han alimentado la percepción de que podría existir una operación política o mediática orientada a minar la credibilidad de los indicadores alternativos.
Otros usuarios apuntaron un problema técnico: el sesgo geográfico en la recopilación de datos, debido a los cortes de internet y a la desconexión de varias provincias. Si la muestra se concentra en La Habana o en zonas con más conectividad, las tasas reflejarían solo una parte del mercado.
Mipymes entre la crítica y la especulación
En este contexto de incertidumbre, también crecen las críticas hacia el comportamiento de algunas Mipymes privadas, acusadas de aprovecharse de la volatilidad del mercado.
El usuario Manuel Viera publicó un testimonio que se ha vuelto viral, donde relató cómo intentó cambiar un billete de 10 dólares para comprar comida y nadie quiso aceptarlo.
En su denuncia, afirmó que varios negocios privados se niegan a vender en dólares físicos, pese a que sus precios están calculados precisamente sobre esa moneda.
“Si un paquete de pollo de 10 libras cuesta 10 dólares, ¿por qué no puedo pagarlo con 10 dólares?”, cuestiona. “No están perdiendo, solo quieren ganarle al cambio unos pesos más mañana. A veces parecen más banqueros que comerciantes”.
Su reflexión apuntó a un problema de fondo: algunos empresarios están actuando como especuladores financieros, ajustando sus precios según la expectativa del tipo de cambio del día siguiente y negándose a aceptar la moneda en la que basan sus operaciones.
Ese comportamiento, calificado por Viera como “abuso y usura”, refuerza la percepción de que el mercado está dominado por una lógica especulativa y oportunista, no productiva.
Entre la percepción y la realidad
El resultado es una economía donde baja el dólar, pero no baja nada más. El ciudadano común ve cómo los precios siguen subiendo mientras las divisas “caen”, y percibe una manipulación que nadie termina de explicar.
Los analistas coinciden: el mercado informal cubano no se comporta como un mercado libre, sino como un espacio influido por rumores, expectativas y presiones políticas. La actual racha bajista parece más un respiro momentáneo que un signo de recuperación del peso cubano.
En la calle, pocos se lo creen. Y entre el escepticismo y la ironía, resuena una frase que ya es parte del léxico popular de la crisis: “El dólar no baja, se agacha pa’ coger impulso”.
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