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El Departamento de Estado de Estados Unidos aseguró este miércoles que la crítica situación económica de Cuba no es responsabilidad de La Casa Blanca, y afirmó que “en 1958 Cuba tenía uno de los PIB per cápita más altos del hemisferio”, pero que pocos años después de la llegada al poder de Fidel Castro, la isla dependía completamente de los subsidios soviéticos.
En una publicación de la cuenta oficial del Bureau of Western Hemisphere Affairs (@WHAAsstSecty), el gobierno estadounidense lanzó una contracampaña a la narrativa oficialista, donde a través de publicaciones breves en X desmonta los argumentos de La Habana sobre el embargo.
“En toda la historia de la humanidad, el comunismo nunca ha funcionado, y sin embargo, el régimen cubano continúa con su sistema fallido.”
“Cuba era rica, moderna y con una clase media próspera antes de 1959. El comunismo destruyó su potencial económico y la convirtió en una economía dependiente”, concluyó el Departamento de Estado en su mensaje.
El mensaje llega justo cuando La Habana se prepara para la votación anual en la Asamblea General de la ONU sobre el embargo estadounidense.
La víspera la entidad lanzó otras acusaciones y expresó que "el colapso de la economía de Cuba es el resultado de décadas de corrupción, mala gestión y represión por parte de un régimen ilegítimo que elige invertir en hoteles de lujo y limitar la empresa privada mientras sus ciudadanos pasan hambre".
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El Departamento de Estado también aseguró que Cuba importa alimentos, medicinas y productos humanitarios de manera libre desde Estados Unidos, dentro de las excepciones permitidas.
“En solo el último año, las exportaciones estadounidenses hacia Cuba aumentaron un 16%, alcanzando 585 millones de dólares en 2024”, señaló el organismo.
El dato contradice la narrativa del régimen cubano, quien esta semana relanzó una campaña contra el embargo en la que insiste en atribuir su crisis económica exclusivamente a estas sanciones.
“Cuba compra pollo, trigo, maíz y medicamentos a empresas estadounidenses. El embargo no impide esas transacciones. El verdadero bloqueo es el del propio régimen hacia su pueblo”, afirmó un portavoz del Departamento de Estado.
La administración de Donald Trump, que regresó a la Casa Blanca en enero, ha endurecido su política hacia el régimen cubano, buscando reposicionar el tema del embargo dentro de un marco más amplio de seguridad hemisférica.
Más allá de los datos económicos, el mensaje tiene una carga simbólica clara: Estados Unidos busca desmantelar el relato del “bloqueo” como causa única de los males cubanos.
En un contexto internacional con menor apoyo diplomático, La Habana encara la votación en la ONU con más incertidumbre que nunca. Por primera vez, la narrativa de víctima podría no ser suficiente.
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