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En Washington, el debate sobre Venezuela se ha convertido en un reflejo del pulso interno del poder estadounidense.
Dos de los medios más influyentes del mundo, The Economist y Foreign Policy, ofrecieron visiones opuestas sobre el mismo escenario: la creciente posibilidad de una intervención militar estadounidense contra el régimen de Nicolás Maduro.
El semanario británico The Economist publicó un extenso análisis titulado “La guerra se cierne sobre Venezuela mientras Trump pone a prueba la doctrina de ‘Estados Unidos Primero’”, en el que advirtió que una guerra se cierne sobre el Caribe a medida que el presidente Donald Trump despliega portaaviones, bombarderos y fuerzas de élite cerca de la costa venezolana.
La revista sostuvo que el Gobierno estadounidense, asesorado por el secretario de Estado Marco Rubio, ha redefinido el combate al narcotráfico como una “guerra contra el narco-terrorismo”, una doctrina que permite justificar ataques militares sin declarar formalmente la guerra.
Maduro, según esa narrativa, lidera el llamado ‘Cártel de los Soles’, y Venezuela es un “Estado terrorista” responsable de enviar drogas y delincuentes a Estados Unidos.
“El esfuerzo por derrocar a Maduro está apenas disimulado”, afirmó The Economist, señalando que la administración Trump ya autorizó a la CIA a realizar operaciones encubiertas dentro del país y a los marines a ensayar desembarcos anfibios en Puerto Rico.
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El medio opinó que el presidente estaría a punto de repetir los errores de la “guerra contra el terrorismo”, con un nuevo frente de conflicto en su propio hemisferio. Y recordó que, aunque Washington invocó la defensa nacional, la estrategia carece de un plan político o diplomático sólido para el día después de Maduro, un argumento que rebate con indignación la sociedad civil venezolana y el liderazgo del presidente electo, Edmundo Gonzáles y María Corina Machado.
El artículo subrayó que el Pentágono ya ha desplegado más de 10,000 efectivos en el Caribe, mientras el portaaviones USS Gerald R. Ford, el mayor del mundo, avanza hacia la región.
Sin embargo, los analistas citados por The Economist creen que el resultado puede ser impredecible: una intervención rápida y exitosa como en Panamá o Granada… o un desastre prolongado como Irak o Libia.
“Una intervención mal gestionada podría avivar el antiamericanismo, agravar la migración y desatar el caos”, anotó la publicación.
Foreign Policy: “Trump debe derrocar a Maduro”
En la otra orilla del debate, el analista Matthew Kroenig, vicepresidente del ‘Atlantic Council’, publicó en Foreign Policy una columna titulada “Trump debería destituir a Maduro”, en la que argumentó que derrocar al líder venezolano es no solo legítimo, sino necesario.
Kroenig sostuvo que Venezuela se ha convertido en el principal enclave de Rusia, China e Irán en el hemisferio occidental, y que su caída sería un golpe estratégico y simbólico para restaurar la influencia estadounidense en América Latina.
“La destitución de Maduro podría mejorar considerablemente la seguridad de EE.UU. en la región”, escribió. “Si Trump logra instaurar una democracia proestadounidense duradera, su éxito sería comparable al de Reagan en Granada o Bush en Panamá.”
El autor presentó tres escenarios operativos:
- Diplomacia coercitiva, basada en amenazas para forzar la salida de Maduro.
- Ataques selectivos contra instalaciones militares y petroleras.
- Una operación tipo Soleimani, dirigida a eliminar directamente al líder chavista.
Para Kroenig, una invasión terrestre está descartada, pero el uso de “fuerza limitada y decisiva” podría acelerar una transición política. A su juicio, la doctrina de Trump no busca “rendir” sino “pacificar mediante el poder”, y Venezuela ofrece la oportunidad de demostrarlo.
Un nuevo tablero de Guerra Fría
Los dos análisis coinciden en que Venezuela se ha convertido en el epicentro de una nueva competencia global, donde Washington, Moscú y Pekín se disputan influencia en el hemisferio occidental.
Mientras The Economist teme un error histórico que repita los fracasos del pasado, Foreign Policy ve una oportunidad para consolidar una “democracia aliada” y redefinir la política exterior de Trump en clave hemisférica.
En medio de las maniobras navales, los discursos duros y las filtraciones sobre planes de ataque, una pregunta flota sobre el Caribe: ¿será la próxima guerra de Estados Unidos percibida como una guerra “de liberación”… o como una reedición de su viejo reflejo de gendarme mundial?
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