Enfermera en Santiago de Cuba denuncia abandono total tras Melissa: La ayuda pasa frente a su casa sin detenerse

La mujer vive con sus dos niños y su madre enferma. Perdió casi todo cuando el río entró en su casa y arrasó con sus bienes. Luego, una mata de mango cayó sobre lo que quedaba en pie.

Lizandra y los restos de su casa © Facebook / Yosmany Mayeta Labrada
Lizandra y los restos de su casa Foto © Facebook / Yosmany Mayeta Labrada

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La escena parece sacada de un contraste imposible: en el puerto de "Los Chinos", en Santiago de Cuba, entran y salen camiones con donaciones descargadas bajo estrictos controles; a unos metros, una familia devastada por el huracán Melissa continúa sin recibir ayuda alguna.

Allí vive Lizandra Estrada Mustelier, enfermera del Policlínico Frank País García, madre de dos niños y responsable además de su madre enferma.

Su caso, denunciado en Facebook por el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, se ha convertido en símbolo del abandono que viven cientos de familias tras el paso del ciclón en la provincia.

Lizandra, de 33 años, perdió casi todo cuando el río que atraviesa la Carretera de Mar Verde, en el kilómetro 1, se desbordó con violencia. El agua penetró en su casa, arrasó con sus pertenencias y, como si fuera poco, una mata de mango cayó sobre lo que quedaba en pie.

Sus hijos de 8 y 11 años, su madre de 67 -retirada por enfermedad- y ella misma sobreviven entre paredes dañadas, pisos enlodados y un hogar que ya no es hogar.

Captura de Facebook / Yosmany Mayeta Labrada

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A su alrededor, el panorama es igual de desolador: cinco derrumbes totales en la zona, viviendas colapsadas, madres solas, ancianos que lo perdieron todo.

Pero lo que más indigna es el silencio oficial.

Ningún delegado de circunscripción se ha presentado, ningún representante del Partido o del Gobierno los ha visitado, no se ha restablecido el servicio eléctrico y ninguna asistencia estatal ha llegado.

Mientras tanto, las donaciones continúan llegando al puerto cercano.

Camiones cargados de recursos pasan frente a las familias afectadas sin detenerse, mientras credenciales oficiales controlan rigurosamente quién accede a los lotes humanitarios, sin mirar hacia la carretera donde tantas personas esperan por una ayuda que no llega.

Cuando Lizandra acudió a su centro laboral para explicar su situación, lo único que le ofrecieron fue una licencia sin sueldo. Una respuesta humillante para una mujer que dedica su vida a salvar otras y que hoy, en su propia desgracia, es tratada como si no existiera.

Las imágenes que envían los vecinos, temerosos de denunciar por posibles represalias, muestran con claridad un escenario que nadie del Estado ha querido ver: destrucción, precariedad y familias completamente desamparadas.

La solidaridad real -la única que ha actuado- llega de los compañeros de trabajo de la enfermera y de los propios vecinos, quienes se han organizado para llevar alimentos, apoyo y materiales básicos. Ninguna autoridad ha hecho lo que le corresponde.

Otros casos que confirman un patrón

Lo ocurrido con Lizandra no es un hecho aislado.

En el mismo Santiago de Cuba, Ulises Castro Reyes, un anciano de 75 años del barrio marginal El Resplandor, perdió por segunda vez su vivienda con un huracán.

En 2012, Sandy lo dejó sin techo; esta vez Melissa lo ha reducido nuevamente a una cama improvisada al aire libre y restos de madera y cartón. En aquella ocasión, la llamada "ayuda estatal" se limitó a seis palos, seis tejas de cartón negro y una bolsa de cemento.

Hoy, tras el nuevo derrumbe, ninguna institución se ha presentado para ofrecer una solución mínima.

Su familia afirma lo que tantos repiten en voz baja: la ayuda se distribuye según conveniencias políticas o zonas con visibilidad mediática, mientras comunidades enteras quedan fuera del mapa institucional.

Se preguntan -con razón- cómo se supone que llegue la ayuda a quienes de verdad la necesitan si los CDR no funcionan, los inspectores están corrompidos y las donaciones suelen desviarse o terminar revendidas.

También en Songo, una embarazada con tres hijos pequeños enfrenta condiciones extremas: piso de tierra convertido en fango, niños sin colchón seco, cero asistencia oficial y un delegado que apenas recomendó "sacar el colchón al sol".

Pese a que el primer ministro Manuel Marrero Cruz aseguró que "nadie quedará desamparado", la realidad documentada por numerosos testimonios es la de una provincia hundida en el abandono.

Más de 95 mil viviendas dañadas, menos de la mitad con electricidad restablecida y miles de familias que no tienen forma de reponer lo perdido en un país donde los salarios no alcanzan ni para lo básico.

La solidaridad que sí existe: la del pueblo

Mientras las instituciones fallan, las redes de apoyo independientes se multiplican.

Cáritas Santiago de Cuba, por ejemplo, activó su estructura parroquial desde el primer momento y distribuyó más de 4,400 raciones de alimentos, detergente y jabón entre damnificados.

Voluntarios como el joyero avileño Mijaíl García viajaron cientos de kilómetros para entregar televisores, ropa, alimentos y artículos de aseo a familias de Guamá que lo habían perdido todo.

Son estos gestos los que mantienen en pie a comunidades destrozadas, no las promesas gubernamentales. Son ciudadanos comunes quienes recorren caminos de fango, levantan paredes improvisadas, alimentan a desconocidos y acompañan a quienes quedaron sin nada.

Un país desnudo ante cada ciclón

Cada huracán desnuda una pobreza que no es consecuencia del clima, sino de décadas de deterioro y abandono.

Las familias cubanas enfrentan los embates meteorológicos sin ahorros, sin recursos para reconstruir, sin materiales accesibles y confiando únicamente en la ayuda de otros ciudadanos, nunca en la de un Estado que aparece solo para las cámaras.

El caso de la enfermera Lizandra Estrada Mustelier resume lo que viven miles de familias: hogares destruidos, niños en riesgo, ancianos vulnerables y un país donde la solidaridad viene del pueblo, mientras la ayuda institucional permanece inmóvil… aunque pase a solo unos metros.

Preguntas frecuentes sobre el abandono tras el huracán Melissa en Santiago de Cuba

¿Cuál es la situación actual de las familias afectadas por el huracán Melissa en Santiago de Cuba?

Las familias afectadas por el huracán Melissa en Santiago de Cuba se encuentran en una situación crítica, sin recibir ayuda estatal. Han perdido sus hogares y propiedades, enfrentan condiciones de vida precarias sin electricidad, agua potable ni alimentos suficientes, y dependen de la solidaridad de vecinos y organizaciones independientes para sobrevivir. La respuesta gubernamental ha sido escasa, con promesas incumplidas y una distribución de ayuda inadecuada.

¿Cómo ha sido la respuesta del gobierno cubano ante el desastre causado por el huracán Melissa?

La respuesta del gobierno cubano ha sido ampliamente criticada por su ineficacia y lentitud. Muchas familias no han recibido asistencia oficial, y las donaciones que llegan al puerto cercano no se distribuyen adecuadamente entre los damnificados. Las comunidades denuncian el abandono y la falta de interés por parte de las autoridades, quienes no han visitado las zonas afectadas ni han proporcionado soluciones efectivas.

¿Qué acciones han tomado las comunidades para enfrentar la crisis tras el huracán?

Las comunidades han organizado redes de apoyo independientes para enfrentar la crisis. Los vecinos se han unido para compartir recursos, distribuir alimentos y ofrecer refugio a quienes lo han perdido todo. Además, organizaciones como Cáritas y voluntarios han intervenido para proporcionar ayuda básica. Estas acciones reflejan una solidaridad ciudadana clave ante la ausencia de una respuesta gubernamental efectiva.

¿Qué denuncias han hecho los residentes sobre la distribución de la ayuda humanitaria en Santiago de Cuba?

Los residentes han denunciado que la distribución de la ayuda humanitaria se realiza de manera inequitativa y politizada. Alegan que los recursos se reparten según conveniencias políticas, dejando a muchas comunidades vulnerables sin asistencia. Además, se reportan casos de desvío y reventa de donaciones, lo que agrava la situación de los damnificados que siguen esperando apoyo.

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Este artículo ha sido generado o editado con la ayuda de inteligencia artificial. Ha sido revisado por un editor antes de su publicación.




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