En medio del colapso económico y social más grave que ha vivido Cuba en décadas, la primera secretaria del Partido Comunista en Granma, Yudelkis Ortiz Barceló, reapareció en redes sociales exaltando la “unidad revolucionaria”, y confirmando la desconexión del poder totalitario con la realidad que padecen los cubanos.
En un video grabado desde su despacho y difundido en Facebook, Ortiz Barceló recitó un monólogo plagado de consignas y referencias heroicas al desembarco del Granma, los fusiles de los expedicionarios y mostrando los retratos de Fidel y Raúl Castro colgados en su oficina.
En tono solemne, la funcionaria evocó la “fe y esperanza en la victoria” y llamó a “la unidad de todos los revolucionarios” bajo la inspiración de José Martí, a quien también invocó señalando hacia otro retrato del “héroe nacional” colgado en la pared.
La escena, más propia del Departamento de Orientación Revolucionaria (DOR) de los años setenta, fue publicada esta semana, cuando el país enfrenta apagones de más de veinte horas, un peso nacional en caída libre y una escasez sin precedentes. En ese contexto, el discurso de Ortiz Barceló resonó todavía más hueco que la propaganda habitual.
El tono y la puesta en escena —una dirigente leyendo su “directa” frente a retratos de próceres y consignas— reflejaron el estilo de adoctrinamiento nacionalista que el régimen intenta revivir ante el derrumbe de su credibilidad.
Pero la nostalgia revolucionaria no apaga el hambre ni cura la desesperanza. Cada palabra del video sonó como un eco vacío de un país que ya no existe, una repetición mecánica del mismo guion ideológico con el que el Partido intenta sostener su dominio a través del mito fundacional de la Sierra Maestra.
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Ortiz Barceló, conocida por su celo represivo, volvió así a protagonizar un episodio propagandístico que la coloca en el centro de la crítica pública.
Fue ella quien recientemente exhibió a la anciana Francisca, obligada a retractarse tras cuestionar a Díaz-Canel por haber perdido su cama, y antes a la madre detenida Mayelín Carrasco, “muy arrepentida” por protestar en Río Cauto.
Su transformación de represora a panfletista confirma el mismo propósito: disciplinar, corregir y adoctrinar.
Más que inspirar, el video provoca rechazo visceral en su búsqueda de reafirmar la sumisión. En lugar de ofrecer soluciones, la secretaria del PCC propuso “fidelidad”. En lugar de empatía, exigió obediencia. Y en lugar de liderazgo, entregó liturgia.
En una Cuba que se desangra entre la escasez, el miedo y la emigración, apelar al "espíritu de Cinco Palmas" es una ofensa a la inteligencia de un pueblo exhausto.
El mensaje de Ortiz Barceló no une: separa. No alienta: recuerda, con tono casi militar, que solo hay espacio para quienes repiten. Y en ese eco de consignas gastadas, se oye con más fuerza el silencio de los que ya no creen.
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