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Mar Mérida, una de las mejores academias de Béisbol de Florida, es de un cubano

El cubano Mario Mérida conversó con CiberCuba.


Este artículo es de hace 4 años

Mario Mérida entró el 2 de mayo de 2014 a los Estados Unidos con las manos vacías. Realizó el viaje por la conocida ruta de México y no tuvo tiempo siquiera de reformular lo que haría con su vida porque ya estaba decidido.

"Tenía que recorrer tres horas en autobús para entrenar a varios niños, y alternar en distintos terrenos de béisbol porque me botaban, había que rentarlos", dice el cubano de 36 años.

Mérida nació en Quivicán (ahora municipio de Mayabeque) en 1983. Fue un apasionado del béisbol con notable talento desde niño, al punto que integró el equipo Cuba categoría 11-12 en 1995 a un torneo en Venezuela. En ese mismo conjunto estaba Yulieski Gurriel, Kendrys Morales, Ernesto Molinet, Adir Ferrán, Zaidel Beltrán y Lázaro Herrera y entre otros, segun me cuenta.

Era torpedero y sobresalía por sus cualidades defensivas.

"En la edad juvenil me apasioné por ser entrenador de béisbol", reconoce.

Me encuentro con Mario en su Academia de la 112 southwest y 114th en Miami, Florida. Gracias a un amigo de la Universidad (apodado el Eistein de Quivicán y que estudiara con Mario) pude contactar al exitoso estratega para que me contara su particular historia.

En 2001 empezó como coach en la EIDE en provincia Habana, además desarrollaba los estudios en la Universidad. Con el paso de los años fue formándose de conocimientos, hizo una tésis de maestría en "Biomécanica del Swing" y estuvo en Venezuela como entrenador entre 2011 y 2013. A su regreso el comisionado de la Federación Cubana de Béisbol, Higinio Vélez le dijo algo como: "Tienes que cumplir tiempo entrenando aquí en Cuba, llevas mucho en el extranjero". Sin embargo, Mérida ya contaba con un plan para su destino.

"Tenía hambre de trabajar cuando llegué", me dice. Comenzó con varios niños, el primero nunca lo olvida (Cristian Delgado). Así fue como los padres de los primeros alumnos fueron recomendando a Mérida a otros padres, y el número uno se convirtió en 54.

Atravesó por diferentes situaciones de adversidad que nunca frustraron el sueño de construir la Academia que hoy posee. Sufrió una hernia discal. Convenció a un amigo para que entrenara a los muchachos mientras él daba las indicaciones lesionado en el lateral. Ahorró dinero. No salía de su casa. La inversión de construir la Academia suponía un serio desgaste ecónomico, como reza el viejo proverbio latino: "Si quieres la paz, prepara la guerra".

Luego de recuperarse físicamente ya le estaba siendo imposible encontrar un espacio para entrenar casi 200 muchachos y tras años de planificación y empuje, finalmente surgió Már Mérida.

El 1 de enero de 2016 abrió su complejo para todas las edades. Con Mario entrenan muchachos de cinco y seis años hasta profesionales como Aníbal Sierra y Brian Lavastida.

¿Cuántos alumnos tienes ahora? - le pregunto.

-492, me dice serio.

Comienzo a reir. Tras más de cinco años con la representación del deseo en su mente, Mérida logró forjar una Academia con césped artificial, alrededor de cinco cajas de bateo, área de pitcheo y defensa, con todas las herramientas posibles para ejecutar la enseñanza del béisbol.

Esto no ha sido sólo cosa de uno. Mérida ha logrado incorporar a su proyecto a reconocidos entrenadores cubanos, ex-peloteros casi todos, como es el caso de Juan Bravo, Oscar Llanes, Rey Anglada Jr., Eduardo Paret, Yusdel Tuero y también Javier Gálvez quien funge como asesor de la Academia en diversas temporadas.

Mar Mérida es una Academia que busca el futuro

"No estaba bateando en Florida Christian y vine aquí a Mar Mérida y empecé a batear", me dice Brandon Bertold de 13 años en las afueras de la Academia.

"Empecé a buscar Academias de Bateo para que me ayudaran a enseñarle a mi niño y veía que algo no funcionaba", me aclara Rafael Gatorno, padre de uno de los tantos alumnos de Mar Mérida.

¿Que le pasaba? -le pregunto. "Que todo el mundo no sabe enseñar", responde en voz baja.

Ocurre que muchos ex-deportistas sostienen un conocimiento práctico y empírico de las distintas habilidades, pero el método de transferir ese conocimiento no funciona de igual manera en todas las psiquis. Ahí es donde ocurre la diferencia con Mar Mérida.

"Hay que ser maestro. Mario sabe enseñar porque él lo estudió", agrega Gatorno, quien me confiesa que probó en varias academias antes y todos los entrenadores no saben enseñar.

Su hijo lleva casi un año en Mar Mérida. Gatorno lo lleva para que perfeccione las técnicas defensivas, otra de las atracciones de la Academia. Mérida es considerado por muchos como el Doctor de la Defensa. Me explica los diferentes roles, entre ellos las seis posiciones de tiro ante una jugada de doble play.

Gatorno encontró un artículo sobre Mérida en el Nuevo Herald, artículo escrito por el prestigioso periodista Jorge Ebro.

"Lo traje para trabajarle la defensa al niño, pero cuando me pongo a hablar con él digo: coño, este tipo sabe", relata Gatorno.

Mérida ha tenido ofertas de franquicias de Grandes Ligas para ser entrenador en Ligas Menores, pero hasta el momento ha desestimado alejarse del universo que han forjado él y los notables entrenadores que acompañan el proyecto.

Nunca dejes de cambiar

El béisbol moderno está cambiando en velocidades inimaginables. Las viejas teorías y métodos no hacen sentido entre tantas modificaciones incorporadas.

Muchos entrenadores se rehusan a experimentar y comprender los cambios. Mar Mérida no.

Dentro de la franja que divide la zona de trabajo y la de espera, ningún padre puede pasar. Todos saben la exigencia de los entrenadores. Confían en la calidad del trabajo de profesores que mejoran la sicología de los niños con vistas al futuro.

"Además del béisbol le digo a los padres que también le voy a enseñar a los niños una formación integral y una disciplina para el futuro", dice Mérida.

Prohibidos los celulares y los tablets dentro de la Academia para los alumnos. Mérida cree que esa disciplina se ha perdido en algunos lugares, pero eso es lo último que perderá Mar Mérida.

Hay historias de padres que llevan a sus muchachos no para aprender béisbol sino disciplina de la vida.

Mérida sobresale por su memoria. No pierde un solo detalle. El local se está haciendo pequeño para 492 muchachos. Proximámente piensa expandir la Academia en busca de un mayor espacio.

Los sueños no tienen límites en el mundo de Mario Mérida. Aquellos días extensos de viajes en autobuses, cambios inesperados de terrenos y la incertidumbre de un futuro desconcertante, construyeron el presente de una de las Academias más completas del béisbol.

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Francys Romero

Escritor, reportero y periodista deportivo de CiberCuba. Miembro de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA). Autor de "El sueño y la realidad. Historias de la emigración del béisbol cubano (1960-2018)". Ha sido citado por ESPN Magazine, New York Times, Washington Post, entre otros


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