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No vamos a olvidar

Si Obama quitó la política de Pies secos, pies mojados, entonces habrá que buscar a alguien dispuesto a restituirlo o, en su defecto, a presentar una iniciativa que llene el espacio que dejó aquella. Porque de eso va la política, de hacer posibles los sueños de la gente.

Despedida en el Aeropuerto de La Habana © CiberCuba
Despedida en el Aeropuerto de La Habana Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 5 años

Cuando salieron de Cuba muchos creyeron que su pesadilla había terminado cuando en realidad acababa de comenzar. Llegaron a Estados Unidos dejando atrás a hijos mayores de edad para los que la Administración norteamericana exige otro tipo de trámite migratorio. Todos se hicieron a la idea de que conseguirían reunir a sus familias en el plazo de cinco años, que no es poco. No contaban con los ataques acústicos de los que se habla mucho y se sabe menos.

A estas alturas seguimos sin saber qué pasó, cómo pasó ni quién lo hizo. No lo sabemos nosotros, ni la CIA ni el FBI ni nadie que quiera contarlo. Cuba lo niega. Dan fe de lo ocurrido los 26 diplomáticos estadounidense que manifestaron síntomas que van desde la pérdida de audición a daños cognitivos.

Los ataques acústicos no sólo dinamitaron las relaciones entre Washington y La Habana. También suspendieron todo el programa Parole de Reunificación Familiar Cubano. Hay miles de familias afectadas, pero por lo visto su voto no interesa a ningún partido en Estados Unidos. Nadie ha abierto la boca para decir otra cosa que no sea lo que todos sabemos: que hay una investigación abierta y que el Departamento de Estado de EE.UU. trabaja para retomarlo.

Es evidente que no está en las manos de los congresistas y senadores estadounidenses reanudar el Parole, pero lo que sí pueden y deben hacer es dar parte del estado de la investigación y de los frutos que han dado 13 meses de búsqueda de una solución.

El Parole está suspendido en Cuba desde el 29 de septiembre de 2017. Un año después, lo más que hemos sabido es que están buscando una "ubicación" para reanudar las entrevistas y retomar la concesión de visados. Pero la buena nueva llevaba un aviso a navegantes: no será inminente.

Mientras tanto siguen separados las madres y padres cubanos que dejaron a sus hijos detrás porque no quisieron arriesgarse a cruzar la selva del Darién con ellos o porque prefirieron matarse a trabajar en Estados Unidos para que los suyos lo tuvieran un poco más fácil al llegar o porque no les quedó otra alternativa.

Familia cubana en el Aeropuerto de La Habana / CiberCuba

Hay madres que no han contado a sus hijos en Cuba que el padre de familia tiene cáncer y se muere en Estados Unidos. Ellas saben que será muy difícil que los de allá y los de aquí puedan despedirse. Eso no se supera nunca. ¿Mereció la pena emigrar? Hay quienes, incluso, se plantean regresar. Hay una edad a la que el corazón no asimila razones.

Muchos no entienden por qué cubanos que guardaron silencio en Cuba, levantan la voz en Estados Unidos. No terminan de comprender lo que significa vivir en democracia. Se les olvida que aquí te puedes quejar, disentir y protestar y no pasa nada. Ni te quitan la casa, ni pierdes el trabajo ni te señalan con el dedo ni te hacen la cruz. Por eso lo hacen. Fin de la historia.

Los emigrantes cubanos debemos mucho a los Estados Unidos, un país en el que durante años, hemos tenido un trato privilegiado. Lo agradecemos y no queremos perderlo. Para preservarlo necesitamos que los políticos se ganen su sueldo defendiéndonos en el Congreso y el Senado.

Si Obama quitó la política de Pies secos, pies mojados, entonces habrá que buscar a alguien dispuesto a restituirlo o, en su defecto, a presentar una iniciativa que llene el espacio que dejó aquella. Porque de eso va la política, de hacer posibles los sueños de la gente.

Que no se nos olvide, cuando todo esto pase, cómo nos han tratado en Panamá o Trinidad y Tobago, mientras países como Estados Unidos, Uruguay, Chile o España nos abrieron las puertas. No vamos a olvidar.

Hemos sufrido demasiado como para dejar pasar por alto a los que nos han despreciado, a los que nos miran como a ratas cuando enseñamos el pasaporte azul; a los que nos dieron la espalda cuando los necesitamos.

Cuba volverá a ser lo que era y entonces, arreglaremos estas cuentas pendientes porque estoy segura de que tarde o temprano volveremos a ser lo que hemos sido siempre: receptores de inmigrantes. Hoy no somos ni siquiera nuestra propia sombra.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Tania Costa

(La Habana, 1973) vive en España. Ha dirigido el periódico español El Faro de Melilla y FaroTV Melilla. Fue jefa de la edición murciana de 20 minutos y asesora de Comunicación de la Vicepresidencia del Gobierno de Murcia (España)


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