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Raúl Castro bajo el síndrome de Fulgencio Batista

La decisión de la Administración Trump de prohibir la entrada a Raúl Castro Ruz y a sus cuatro hijos representa un cambio cualitativo en la política de Washington hacia Cuba.

Raúl Castro © Prensa Latina
Raúl Castro Foto © Prensa Latina

Este artículo es de hace 4 años

El hombre fuerte de Cuba, Raúl Castro Ruz, está viviendo en sus ancianos carnes y cerebro el síndrome de Fulgencio Batista Zaldívar, con la prohibición norteamericana para él, y en este caso ampliada a sus hijos, de no poder visitar Estados Unidos, una decisión que no es inédita en las relaciones bilaterales, pero significa un giro notable en la actitud de la Casa Blanca hacia la familia que, durante 60 años, ha detentado el poder en Cuba.

Batista Zaldívar nunca más pudo visitar Estados Unidos, a partir de 1959, pese a ser propietario de una vivienda en Daytona Beach, donde había residido durante cuatro años de manera continuada. El exdictador cubano intentó revertir por todos los medios la prohibición norteamericana, como muestra su abundante papelería, pero no pudo vencer las objeciones norteamericanas.

El exembajador norteamericano en Cuba entre los años 1953 y 1957, Arthur Gardner, intentó infructuosamente ayudar a Batista en su empeño, pero como ya le había ocurrido en años precedentes, un grupo de burócratas del Departamento de Estado impidió que el gobierno levantara el veto al depuesto dictador cubano; discriminación que el diplomático, fallecido en 1967, atribuyó siempre a que un sector de su gobierno y The New York Times convirtieron a Fidel Castro en un “Robin Hood”.

Varios funcionarios maniobraron para “moverle el piso a Batista”, según se desprende de las cartas cruzadas entre ambos y del testimonio del ex embajador Gardner ante un Comité del Senado, creado en 1960, para averiguar la implicación del Departamento de Estado en la llegada al poder de Fidel Castro.

Desde entonces, la Casa Blanca había alternado etapas de abierta hostilidad y de acercamientos con Cuba, pero sin impedir la entrada de Fidel Castro en Estados Unidos, en 1959 invitado por la Asociación de la Prensa, y luego en dos ocasiones para intervenir en la Asamblea General de Naciones Unidas.

Por tanto, la decisión de la Administración Trump de prohibir la entrada a Raúl Castro Ruz y a sus cuatro hijos representa un cambio cualitativo en la política de Washington hacia Cuba porque iguala en trato a Raúl Castro con Fulgencio Batista y, además, incluye a sus descendientes directos, que es una novedad en el ámbito bilateral.

Raúl Castro Ruz parece de retirada, según el calendario previsto por él mismo que implicaría abandonar la dirección del Partido Comunista, único legal en Cuba, en 2021, pero el simbolismo de la medida norteamericana es contundente porque también afecta a sus hijos y genera incertidumbre en nietos y demás familiares, algunos de los cuales ha viajado a USA en los últimos años.

Una de las obsesiones de Fidel Castro en sus últimos años en el poder, y especialmente a partir de la detención de Augusto Pinochet en Londres (1998) es que un juez dictara una orden de detención contra él, estando en suelo extranjero, y ese temor motivó una mayor precaución en sus salidas al extranjero, pese a que –a diferencia del ex dictador chileno–Castro gozaba de inmunidad como Jefe de Estado.

La Habana –como viene siendo habitual ante Donald Trump– ha reaccionado con bajo perfil a la decisión norteamericana y ni siquiera el canciller Bruno Rodríguez aprovechó su estancia en New York, como jefe de la delegación cubana a la Asamblea General de Naciones Unidas, para armar la barricada verbal habitual en estos casos.

Rodríguez reiteró que con presiones no le arrancarán una sola concesión a su gobierno, que es otro alarde inútil porque implica reconocer que negociando si harían concesiones. Los actos fallidos se pagan caro en política porque revelan el inconsciente de quien habla, incluidos gobiernos y estados.

Hasta ahora, ninguna de las partes ha filtrado los motivos reales de la decisión norteamericana, que la atribuye a que el General de Ejército está implicado en “graves violaciones de los Derechos Humanos”, según Mike Pompeo, Secretario de Estado; pero ese motivo no alcanzaría a todos los hijos del dirigente cubano.

Una fuente de la OEA, que habló con CiberCuba, bajo condición de anonimato, atribuye la dura medida de Washington a “un desencuentro de fondo sobre Venezuela” y al temor que siente el gobierno cubano con el aumento de la pobreza estructural en la isla, tras la última sacudidas coyunturales que el presidente Díaz-Canel ha anunciado en televisión.

La decisión de Washington de prohibir la entrada de Raúl Castro Ruz y sus cuatro hijos a territorio de Estados Unidos ocurre apenas dos semanas antes de que comience a sesionar en Ginebra las sesiones de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, donde Cuba volverá a estar sobre el tapete con denuncias e informes varios de defensores de las libertades en la isla y de organizaciones no gubernamentales que monitorean el clima represivo en el que vive el pueblo cubano.

A partir de ahora, además de paisanaje de vecinos, Raúl Castro Ruz y Fulgencio Batista Zaldívar comparten la condición de expresidentes de Cuba vetados por Estados Unidos, con una diferencia notable, la esposa de Batista, Marta Fernández Miranda, y los hijos de Batista, fruto de dos matrimonios, no corrieron la misma suerte que Nilsa, Deborah, Mariela y Alejando Castro Espín.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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