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El incremento en el precio de la carne de cerdo en Cuba ha servido como una contundente "bofetada" al régimen, evidenciando el fracaso de las medidas gubernamentales destinadas a "corregir distorsiones" y "reimpulsar la economía".
Según datos de la oficialista Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el precio máximo de la libra de paleta de cerdo en La Habana aumentó de 580 pesos cubanos (CUP) en diciembre de 2023 a 980 CUP en febrero de 2025, lo que representa un incremento del 68.9%.
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Este aumento no es un fenómeno aislado, sino el reflejo de una crisis más profunda en el sector agropecuario cubano. A ella se refirió en X (antigua Twitter) el economista cubano Pedro Monreal, quien expresó su malestar con una frase lapidaria al ejecutivo de Miguel Díaz-Canel: "Y ahora cuéntenme lo que quieran sobre las 'proyecciones' del gobierno para corregir distorsiones y todas esas bobadas".
En 2023, la producción de carne de cerdo registró una caída del 93.2% en comparación con el año anterior, pasando de 200,000 toneladas a tan solo 13,300 toneladas. Esta drástica reducción ha convertido a la carne de cerdo, tradicionalmente una fuente principal de proteínas en la dieta cubana, en un lujo inalcanzable para la mayoría de la población.
La respuesta del gobierno a esta crisis ha sido la implementación de múltiples paquetes de medidas económicas, cuyos resultados están a la vista, pero que han dado pie a abundantes discursos y proclamas propagandísticas que no alimentan.
En julio de 2024, el Consejo de Ministros presentó un conjunto de acciones destinadas a "corregir distorsiones y reimpulsar la economía durante 2024". Estas medidas incluían el ajuste del Plan y el Presupuesto 2024 a condiciones de "economía de guerra", la reducción de partidas presupuestarias para disminuir el déficit fiscal y la centralización de la aprobación de presupuestos.
Además, se propuso calcular el impacto fiscal de las importaciones realizadas por formas de gestión no estatal y establecer una política de precios única para todos los sectores económicos. Sin embargo, estas medidas no lograron revertir la tendencia negativa.
En febrero de 2025, el gobierno elevó las "Proyecciones de Gobierno" a un "Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía", aunque carecía de medidas concretas y repetía promesas anteriores sin cambios reales.
Posteriormente, en el mismo mes, se anunciaron nuevas medidas que incluían la actualización de tarifas eléctricas, el establecimiento de precios minoristas máximos para productos básicos como el arroz y los frijoles, y la implementación de tarjetas prepagas para la compra de combustibles. También se buscó atraer inversores extranjeros a la Zona Especial de Desarrollo Mariel y se propuso un nuevo mecanismo para la gestión y asignación de divisas.
A pesar de estos esfuerzos, la inflación ha seguido su curso ascendente. Productos y servicios esenciales han experimentado aumentos significativos de precios, afectando gravemente el poder adquisitivo de los cubanos y obligándolos a enfrentar dificultades para adquirir alimentos básicos.
La falta de resultados tangibles ha generado críticas y escepticismo entre la población, que percibe estas medidas como insuficientes y desconectadas de la realidad cotidiana. La frase "Reimpulsar la economía... ¿cuál economía?" se ha convertido en una expresión común de descontento y frustración.
En enero de 2025, una cubana compartió en su perfil de Facebook un video mostrando que en Miami un pernil de cerdo costaba $24.90 dólares, es decir, $0.99 por libra. En contraste, en Cuba, una libra de cerdo alcanzó más de 1,500 pesos cubanos durante el fin de año, lo que equivale a $4.44 dólares según la tasa de cambio de ese momento.
La carne de cerdo, tradicionalmente un alimento básico en la dieta cubana, se ha convertido en un lujo inalcanzable para la mayoría de la población debido a su elevado precio.
En diciembre de 2024, el precio de una libra de bistec de cerdo superaba los 1,400 pesos en el mercado informal, una cifra prohibitiva para muchos cubanos, especialmente para los jubilados.
Esta situación ha llevado a que productos derivados del cerdo, como los chicharrones, desaparezcan de la mesa cubana. A finales de 2024, una pensionada de Santiago de Cuba, expresó su frustración al señalar que "los chicharrones son parte del pasado". Como muchos en su comunidad, añora los días en los que podía "probar al menos un pedacito de macho", refiriéndose al cerdo, al que llaman así en Oriente.
Las autoridades insisten en que los precios se mantienen en "más de 600 pesos por libra de carne de puerco", pero la realidad demuestra lo contrario. Esta desconexión entre los datos oficiales y la dura cotidianidad que enfrenta el pueblo refleja la ineficacia del gobierno y la falta de transparencia en los datos estadísticos del estado.
El gobierno ha prometido aumentar la producción de carne con iniciativas innovadoras, como la creación de centros multiplicadores, el uso de piensos líquidos y la integración de productores.
Sin embargo, estas medidas no han logrado materializarse en resultados tangibles. La producción mensual actual sigue muy por debajo de las 17,000 toneladas necesarias para satisfacer la demanda.
El gobierno atribuye esta situación al déficit de insumos como maíz y soya, y a la falta de medicamentos, aunque existen otros obstáculos que afectan a los ganaderos, como las barreras burocráticas.
Mientras tanto, los cubanos enfrentan precios exorbitantes y ven desaparecer una tradición culinaria esencial. Ya casi nadie puede comer el cerdo asado en fin de año, lo que refleja una crisis alimentaria que afecta a la población, limitando su acceso a fuentes de proteína esenciales.
La situación actual exige soluciones integrales y sostenibles que aborden las causas fundamentales de la crisis económica en Cuba. Mientras tanto, la población continúa enfrentando desafíos diarios para acceder a alimentos básicos, con la esperanza de que se implementen políticas efectivas que garanticen su derecho a una alimentación adecuada y a una vida digna.
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