Informe oficial confirma debacle económica bajo el gobierno de Miguel Díaz-Canel

El informe de abril 2025 de la ONEI muestra el deterioro económico en Cuba bajo Miguel Díaz-Canel, con salarios insuficientes y profundas desigualdades regionales y sectoriales.

Imagen de referencia creada con Inteligencia Artificial Foto © CiberCuba / Sora

La reciente publicación del informe "Indicadores seleccionados del sistema empresarial y presupuestado", correspondiente al mes de abril de 2025, revela con crudeza el deterioro estructural de la economía cubana bajo el gobierno de Miguel Díaz-Canel.

A pesar de los discursos triunfalistas, los datos oficiales muestran que el país avanza hacia un colapso económico mientras millones de cubanos sobreviven con salarios que apenas alcanzan para lo más básico.

El informe, elaborado por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), expone que el salario medio mensual en el sector estatal y presupuestado fue de 6,506.5 pesos cubanos (CUP), lo que al cambio informal —hoy en 380 CUP por dólar— representa apenas 17 dólares mensuales.

En un país donde el precio de un cartón de 30 huevos alcanza en el mercado negro un valor de 3,600 CUP, esta remuneración no alcanza ni siquiera para cubrir una semana de necesidades alimentarias de una familia cubana.

Ni siquiera el sector empresarial, supuestamente más dinámico, logra revertir la situación. Su salario medio fue de 7,120.3 CUP, mientras que el sector presupuestado, que incluye salud, educación y cultura, apenas alcanza los 5,850.4 CUP.

Estas cifras evidencian una profunda desigualdad en el acceso al ingreso según la actividad económica. Por ejemplo, los trabajadores del sector de electricidad, gas y agua perciben salarios superiores a los 12,000 CUP, mientras que quienes laboran en comercio, cultura o servicios comunales rondan los 4,400 a 5,100 CUP.


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Además, el informe revela diferencias territoriales alarmantes: La Habana registra el salario medio más alto (7,442.2 CUP), mientras que provincias como Santiago de Cuba (5,684.1 CUP) y Guantánamo (5,562 CUP) siguen muy por debajo de la media nacional.

Pese a estas disparidades, el régimen continúa destinando el grueso de la inversión a sectores empresariales, en lugar de reforzar servicios esenciales. De los más de 35,000 millones de pesos invertidos en el primer cuatrimestre del año, más del 90 % se dirigió a empresas estatales, relegando al sector presupuestado que atiende a la población en salud, educación y seguridad social.

Mientras tanto, la rentabilidad empresarial cae: las utilidades antes de impuestos se redujeron en un 13.8 %, y la rentabilidad por peso de ventas netas descendió de 0.19 a 0.17, reflejando un modelo improductivo y altamente subsidiado.

Todo esto se produce en un contexto en que la cantidad de trabajadores estatales ha disminuido un 5.8 % en un año, y la productividad apenas creció un 2.3 %, lo cual refuerza la percepción de que el aparato estatal consume más recursos de los que genera.

Estos datos, lejos de ser una denuncia externa, provienen de las propias instituciones del Estado, lo cual deja al descubierto la gravedad del deterioro económico que vive la isla. El salario medio, que según las autoridades debía ser suficiente tras la llamada “Tarea Ordenamiento”, se ha convertido en una cifra simbólica, que apenas cubre lo mínimo para sobrevivir en el mercado informal.

Las políticas de Miguel Díaz-Canel han empujado al país a una crisis de ingresos sin precedentes. La concentración de poder económico en manos del Estado, el desprecio a las verdaderas reformas estructurales, y la marginación del sector privado real, han producido un entorno estéril, incapaz de generar riqueza, y aún menos, de redistribuirla.

La población cubana enfrenta esta realidad con indignación creciente, expresada en redes sociales, testimonios cotidianos y un éxodo migratorio histórico en los últimos años. Mientras tanto, el gobierno persiste en su retórica de resistencia, ignorando los datos que sus propias instituciones revelan: que con 6,000 pesos no se puede vivir, que el modelo no funciona y que el país sigue empobreciéndose.

El informe de abril no es solo un documento técnico. Es la prueba de que la debacle económica no es una consecuencia externa ni coyuntural, sino el resultado directo de decisiones fallidas, de un modelo ineficaz y de un gobierno que se niega a rectificar.

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