La “soberanía petrolera” de Telesur y Ana Hurtado frente a la realidad energética de Cuba

El artículo de la propagandista española sobre la "soberanía petrolera" de Cuba oculta la crisis energética real, con cifras infladas y dependencia de importaciones de combustible de Venezuela y México.

Pozo de petróleo en Cuba © Periódico Invasor
Pozo de petróleo en Cuba Foto © Periódico Invasor

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Ana Hurtado Martínez, propagandista española a sueldo de los regímenes cubano y venezolano, publicó este martes en Telesur un artículo titulado “Cuba avanza hacia la soberanía petrolera y alcanza los dos millones de toneladas de crudo”.

En el texto, la autora repitió el discurso oficial del régimen cubano y celebró lo que presentó como un “giro estratégico” en la industria petrolera de la isla, fruto de innovaciones tecnológicas y del vínculo con universidades y centros de investigación.

Captura de pantalla Facebook / Ana Hurtado

El artículo se enmarcó en la habitual narrativa triunfalista de la prensa oficialista y de sus voceros extranjeros: transformar cualquier avance parcial en un salto histórico y ocultar, al mismo tiempo, las cifras que retratan la crisis energética más severa que durante décadas ha vivido y vive Cuba, cada vez peor.

Lo más llamativo del texto de Hurtado Martínez es el dato que sirve de eje a su relato: Cuba habría alcanzado los dos millones de toneladas de petróleo equivalente producidas en lo que va de año. La cifra, que aparece como un logro de la llamada “ciencia nacional”, merece ser analizada a la luz de los datos publicados por el propio régimen y de la experiencia cotidiana de los cubanos.

El dato asombroso: De un millón a dos millones en solo dos meses

En junio de 2025, la Unión Cuba-Petróleo (CUPET) celebró públicamente haber alcanzado el primer millón de toneladas de crudo extraídas en el año. La noticia fue acompañada de mensajes de orgullo en redes sociales oficiales, que subrayaron la labor de los trabajadores petroleros.


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Apenas dos meses después, en agosto, la cifra se duplicó de golpe: Hurtado echó mano de nuevos reportes de la estatal CUPET, entidad perteneciente al ministerio de Energía y Minas (MINEM), y habló de la extracción de dos millones de toneladas, presentándolo como prueba de la recuperación productiva.

El salto resulta, como mínimo, sorprendente. En un contexto de infraestructura deteriorada, falta de inversión extranjera, apagones diarios y déficit de combustible, cuesta creer que la producción se haya duplicado en tan corto plazo.

Más aún cuando la propia CUPET reconoció, a finales de 2024, que había incumplido su plan de extracción, cerrando el año con un 98,5% de lo previsto.

El asombro no es solo aritmético: es político. Este uso inflado de las cifras pretende vender la idea de una autosuficiencia energética inexistente, justo en el momento en que la isla sufre la escasez más aguda de combustible desde el Periodo Especial y su aliado se encuentra en un momento crítico, marcado por el despliegue naval y militar de la administración Trump para presionar al régimen de Maduro y poner fin al narcoestado construido con ayuda del régimen cubano.

La necesidad real frente al discurso propagandístico

El ministro de Energía, Vicente de la O Levy, declaró este mismo agosto que Cuba debería importar cinco millones de toneladas de combustible al año para cubrir sus necesidades. Ese es el volumen que permitiría mantener en marcha la generación eléctrica, la industria, el transporte y los servicios básicos.

En ese marco, incluso si los dos millones de toneladas fueran reales, apenas cubrirían un 40% de las necesidades del país. El resto tiene que llegar de fuera.

Y ahí está la gran contradicción que Hurtado Martínez silencia: si Cuba avanza hacia la soberanía petrolera, ¿por qué depende de manera creciente de cargamentos de Venezuela, México y Rusia?

Producción nacional: Crudo pesado, azufrado y de poca utilidad

El petróleo cubano tiene un problema estructural: es pesado y con alto contenido de azufre, lo que limita su procesamiento en refinerías y lo hace ineficiente para el transporte y otros usos industriales. Para poder emplearlo en las termoeléctricas, es necesario importar diluyentes.

Además, los intentos de diversificar la producción han mostrado sus límites. La empresa australiana Melbana Energy anunció este año descubrimientos de crudo ligero en el pozo Alameda-2, en Matanzas, pero la noticia traía trampa: ese petróleo no se queda en Cuba, se exporta.

Según declaraciones de mayo de la propia compañía, ya habían almacenado más de 15,000 barriles de crudo de alta calidad y habían recibido la autorización del régimen cubano para enviarlo al extranjero.

En otras palabras, mientras el discurso oficial habla de soberanía, los pocos avances en calidad se destinan a generar divisas, no a reducir la dependencia del país.

Importaciones crecientes: Venezuela y México sostienen a la isla

La narrativa de Hurtado ignora otro dato esencial: la dependencia absoluta de las importaciones.

En julio de 2025, Venezuela envió a Cuba unos 31,000 barriles diarios de crudo y derivados, un repunte frente al mínimo histórico de junio (8,000 bpd), pero muy lejos de los compromisos de antaño: 55,000 bpd acordados en el año 2000 entre Hugo Chávez y el dictador Fidel Castro, y más de 100,000 bpd en los años de bonanza petrolera venezolana.

El otro salvavidas ha sido México. Entre mayo y junio de este año, Pemex envió 10,2 millones de barriles de crudo y 132,5 millones de litros de combustibles a Cuba, equivalentes a unos 850 millones de dólares. Esa cantidad supera lo exportado en los dos años anteriores juntos.

Si Cuba está logrando “soberanía energética”, ¿cómo explicar entonces que los envíos externos se multipliquen?

La vida real: Apagones, déficit y resignación

Más allá de las cifras manipuladas, la realidad de los cubanos es otra. La Unión Eléctrica ha reportado déficits de generación de más de 1,700 megavatios, lo que se traduce en apagones diarios y prolongados.

La generación distribuida depende del diésel importado, que muchas veces se retrasa en los puertos porque el país no puede pagarlo.

El contraste entre el relato oficial y la vida cotidiana es brutal: mientras la propaganda habla de perforación horizontal, innovación tecnológica y cabotajes nacionales, millones de hogares sufren noches sin ventilador, cocinas apagadas y transporte paralizado.

El papel de la propaganda

El artículo en Telesur de la felizmente casada Ana Hurtado Martínez cumple una función política clara: reforzar el relato de resistencia del régimen cubano, transformando un dato inflado en símbolo de soberanía. Se trata de maquillar la dependencia estructural con palabras como “ciencia nacional”, “innovación tecnológica” y “visión de futuro”.

Pero la brecha entre discurso y realidad se amplía. La propaganda intenta vender “dos millones de toneladas” como un salto histórico, cuando en verdad es insuficiente, dudoso y contradictorio con el panorama de importaciones masivas y apagones generalizados.

La “soberanía petrolera” que presenta Telesur no es más que un espejismo propagandístico. Cuba sigue siendo un país dependiente de importaciones, con una producción nacional de crudo pesado de baja calidad, incapaz de cubrir siquiera la mitad de sus necesidades.

El salto de un millón en junio a dos millones en agosto es un ejercicio de manipulación estadística que busca sostener un relato político, no reflejar la realidad energética de la isla.

La población cubana, en cambio, vive cada día el costo de esa brecha entre propaganda y verdad: apagones interminables, gasolina escasa, transporte colapsado y un futuro energético cada día menos claro.

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Este artículo ha sido generado o editado con la ayuda de inteligencia artificial. Ha sido revisado por un periodista antes de su publicación.




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