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El caso del presunto “asesino caníbal” de Santiago de Cuba volvió a estremecer a la ciudad tras un operativo policial de gran envergadura que reavivó los temores de que José Luis Fernández Torres, de 60 años, no solo sea responsable del brutal asesinato de Ángel Luis Mercantety Quiñones, sino también de la desaparición de otros vecinos del reparto Abel Santamaría.
La noticia circulaba desde el jueves 11 de septiembre, cuando el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada reportó en redes sociales un inusual despliegue policial en Micro 3, pero la confirmación llegó dos días después con un testimonio publicado en Facebook por el investigador y profesor Julio César González Pagés. Fue esa segunda fuente la que permitió dar mayor solidez a los reportes y despejar dudas sobre lo ocurrido.
De acuerdo con ambos testimonios, el despliegue comenzó en la madrugada del jueves en el edificio donde residía el acusado. Vecinos reportaron la presencia de la Guardia Operativa, acompañada de altos mandos militares y policiales, incluidos coroneles y tenientes.
El operativo, descrito como una posible “reconstrucción de los hechos”, habría incluido el traslado del propio Fernández Torres desde la unidad policial hasta su apartamento, bajo fuerte custodia y en medio de un apagón que mantuvo a los residentes en alerta. La magnitud del despliegue reforzó la impresión de que se trataba de una diligencia crucial en las investigaciones.
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Nuevos hallazgos y la sombra de “Kukito”
En paralelo al traslado del acusado, vecinos aseguraron haber visto a las autoridades retirar nuevos restos humanos en el área situada detrás del mercadito y la panadería de Micro 3.
Aunque no existe confirmación oficial sobre la naturaleza de esos restos, múltiples testimonios los relacionan con la desaparición de un hombre conocido como “Kukito”, cuya ausencia se reporta desde hace meses.
Según González Pagés, “se teme que otros vecinos desaparecidos pudieran aumentar la lista de víctimas y convertir al acusado en un asesino en serie”. El propio investigador advirtió en su publicación que el silencio alrededor de estos casos “solo aumenta la complicidad con la violencia” y pidió más transparencia y acción preventiva.
Ciudad bajo tensión
El proceso contra Fernández Torres ya había estremecido a la opinión pública por los detalles macabros revelados tras su confesión: el desmembramiento del cadáver de Mercantety, el almacenamiento de restos en dos refrigeradores, la existencia de una jarra con grasa humana, frascos con carne frita y una bolsa con costillas.
Estos elementos alimentaron las sospechas de prácticas de canibalismo, aunque nunca fueron confirmadas oficialmente.
El nuevo operativo no ha hecho más que intensificar la tensión en Santiago de Cuba. Vecinos del barrio aseguran vivir en constante temor. “No se sabe a quién sacaron, pero sí sabemos que la policía está en el edificio de ese hombre y que Kukito sigue sin aparecer”, relató una residente a medios independientes.
Exigencia de respuestas
La falta de información oficial y la magnitud de los rumores han dejado a la ciudad en vilo. Los santiagueros reclaman respuestas claras y justicia, no solo para la familia de Mercantety, sino también para los allegados de otras personas cuyo paradero sigue siendo un misterio.
“El silencio en cualquier caso de violencia siempre será cómplice de la misma. Por supuesto que las fuentes que utilizo las verifico, aunque el margen de error es probable porque esta es una noticia en construcción”, aclaró González Pagés en su publicación, subrayando la urgencia de que las autoridades confirmen o desmientan las versiones que circulan.
Un caso que no termina
A casi tres semanas del hallazgo de la cabeza de Mercantety Quiñones en un contenedor de basura, Santiago de Cuba permanece atrapada entre el silencio oficial, los rumores y el eco de un crimen que parece no haber llegado a su fin.
La posibilidad de que existan más víctimas convierte el proceso en uno de los episodios más perturbadores de la historia reciente de la ciudad.
Mientras tanto, el nombre de José Luis Fernández Torres, el profesor acusado de homicidio con decapitación, sigue rodeado de misterio y horror. Para muchos santiagueros, el temor ahora no es solo recordar lo ocurrido, sino la incertidumbre de cuántas víctimas más podría haber dejado tras de sí.
Por ahora, lo único cierto es que Santiago de Cuba sigue en vilo, esperando respuestas que las autoridades aún no han dado y que la población exige con creciente impaciencia.
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