Raúl Castro reaparece en público tras semanas de rumores sobre su salud

El general retirado, de 94 años, acompañó a Díaz-Canel en la ceremonia por el 60 aniversario de la creación del primer Comité Central del Partido Comunista.

Raúl Castro junto a Ramiro Valdés y Miguel Díaz-Canel © X / @PresidenciaCuba
Raúl Castro junto a Ramiro Valdés y Miguel Díaz-Canel Foto © X / @PresidenciaCuba

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El general de Ejército (r) Raúl Castro Ruz reapareció este viernes en un acto oficial en La Habana, después de casi dos meses de ausencia pública y tras semanas de intensos rumores sobre su estado de salud que circularon en redes sociales y medios digitales.

Raúl Castro y Machado Ventura / @PresidenciaCuba

El exmandatario, de 94 años, acompañó al gobernante Miguel Díaz-Canel en la ceremonia por el 60 aniversario de la creación del primer Comité Central del Partido Comunista, la lectura de la carta de despedida del Che Guevara y la fundación del periódico Granma.

Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel, Manuel Marrero, Ramiro Valdés y otros dirigentes del régimen cubano / @PresidenciaCuba

El acto, celebrado en la Sala Universal de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), reunió a las figuras históricas del régimen, entre ellas Ramiro Valdés Menéndez y José Ramón Machado Ventura.

La Presidencia de Cuba difundió imágenes del evento en la red social X, destacando la presencia de Castro junto a Díaz-Canel en una jornada descrita como “de muchas emociones”.


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Raúl Castro y otros dirigentes del régimen cubano / @PresidenciaCuba

Su aparición se produce tras una prolongada ausencia que alimentó especulaciones sobre su salud, en un contexto marcado por el hermetismo oficial y la crisis de credibilidad de los medios estatales.

De Birán al silencio

Hasta ahora, la última aparición pública confirmada de Raúl Castro había tenido lugar el 13 de agosto en Birán, durante el acto conmemorativo por el 99 cumpleaños del dictador Fidel Castro.

En aquella ocasión, el general se mostró visiblemente frágil y fue asistido por funcionarios en sus desplazamientos.

Tras ese evento, su nombre volvió a mencionarse en la prensa estatal solo de forma indirecta, como remitente de ofrendas florales o mensajes protocolarios, pero no volvió a verse en público.

Su ausencia en el funeral del viceprimer ministro Ricardo Cabrisas, el pasado 17 de septiembre, fue uno de los hechos que más alimentó las sospechas sobre su estado.

Mientras el resto de la cúpula —incluido Díaz-Canel y Valdés Menéndez— participó en el homenaje fúnebre celebrado en el Consejo de Ministros, Raúl envió únicamente una ofrenda floral. La falta de imágenes o menciones directas a su persona reforzó los comentarios sobre un posible agravamiento de su salud.

De la muerte inventada a 'Raúl es Raúl': La respuesta propagandística del régimen

Los rumores sobre la supuesta muerte de Raúl Castro comenzaron el 22 de septiembre, cuando un perfil de Facebook llamado 'Ignacio Giménez Cuba' publicó una versión falsa de su hospitalización en La Habana.

Sin evidencias ni fuentes verificables, el texto fue replicado por la página Periódico Patria 1892 y, desde ahí, amplificado por medios y usuarios que lo citaron como “fuente no oficial”.

El punto de inflexión llegó cuando una página parodia de CiberCuba difundió un montaje gráfico que anunciaba su “fallecimiento”, convirtiendo la mentira inicial en un bulo viral que circuló durante varios días.

La cadena de desinformación se completó el 26 de septiembre, cuando el propio autor del rumor reconoció haberlo inventado deliberadamente para medir la reacción de los medios, confirmando así su carácter fabricado.

Solo entonces, el 27 de septiembre, el régimen respondió con una campaña digital masiva bajo el eslogan “Raúl es Raúl”, diseñada para contrarrestar el impacto del bulo y reafirmar la vitalidad simbólica del general.

Ministerios, medios estatales y perfiles asociados al aparato de seguridad inundaron las redes con imágenes de Raúl en uniforme militar, frases como “Con el pie en el estribo” y etiquetas coordinadas (#RaúlEsRaúl, #YSigueAquí).

La uniformidad visual de la campaña —mismos colores, tipografía y mensajes— reveló una operación propagandística centralizada, orientada a proyectar la imagen de continuidad política y a neutralizar el descrédito generado por el prolongado silencio del exmandatario.

Una reaparición simbólica

La presencia de Castro en el acto de este viernes tiene un alto valor político y simbólico. Más allá del homenaje histórico, su reaparición funciona como una puesta en escena destinada a cerrar el ciclo de rumores y reafirmar la narrativa de “unidad y continuidad” que sostiene al régimen.

En su discurso, Díaz-Canel evocó la creación del Partido Comunista como “síntesis de lo mejor de la sociedad cubana” y llamó a “mantener la unidad revolucionaria frente a la guerra mediática”.

Aunque el mensaje se centró en el recuerdo de Guevara y de los fundadores del Partido, la alusión a una “atroz campaña de difamación” —citada por la cuenta oficial de la Presidencia— fue interpretada como una referencia velada a las especulaciones sobre la salud del anciano general.

El evento también sirvió para rendir homenaje a Granma en su 60 aniversario, en un momento en que el periódico oficialista enfrenta la pérdida de influencia y credibilidad entre los cubanos. Díaz-Canel pidió “volver a ser la nave insignia del periodismo cubano” frente a lo que calificó como una “recrudecida guerra mediática”.

Entre el mito y la fragilidad

Con esta aparición, Raúl Castro intenta mostrar que sigue presente, aunque su imagen refleja el paso del tiempo y la fragilidad de una generación política en retirada. Su figura continúa siendo un eje de legitimidad para el aparato del poder, que necesita proyectar estabilidad en medio de la crisis económica y el creciente descontento social.

La reaparición cierra, al menos de forma momentánea, una de las mayores oleadas de rumores sobre su salud desde su retiro formal. Pero también confirma que el régimen recurre cada vez más a la simbología del pasado para sostener un presente cada vez más incierto.

En un país donde los ciudadanos cuentan los apagones más que las horas del día, el viejo general vuelve a escena no tanto como actor político, sino como símbolo de un régimen totalitario que se niega a morir.

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