El régimen cubano volvió a mostrar su rostro más represivo. El joven pediatra Erlis Sierra Gómez, detenido tras las protestas pacíficas en Baire, Santiago de Cuba, fue obligado por la Seguridad del Estado a grabar un video de arrepentimiento y retractación, en el que leyó un texto visiblemente impuesto bajo presión.
El material, difundido de forma anónima en el grupo de compraventa “Revolico Baire”, mostró a Sierra con tono nervioso, la mirada fija y una expresión tensa mientras repetía frases diseñadas para limpiar la imagen del régimen y desacreditar las protestas que sacudieron el oriente cubano la semana pasada.
“Yo, Erlis Sierra Gómez, que estuve presente en el reclamo social, informo por este medio que no he sido maltratado ni física ni verbalmente… Entendiendo que no era la forma de exigir nuestros derechos, que se debe hacer con un diálogo respetuoso para no dividir nuestro pueblo”, dijo el joven, leyendo con dificultad.
Fuentes cercanas al caso, citadas en sus redes sociales por el periodista Yosmany Mayeta Labrada, aseguraron que el video fue grabado bajo coacción tras horas de interrogatorios por parte de la Seguridad del Estado en Santiago de Cuba.

“No hay que analizar demasiado para notar que Erlis no habla libremente, sino que lee un guion impuesto, probablemente redactado por los propios agentes que lo detuvieron injustamente”, denunció Mayeta Labrada en Facebook.
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“Estas prácticas evidencian la desesperación del aparato represivo por controlar la narrativa, mientras el pueblo continúa denunciando abusos y censura”, añadió.
El comunicador, que ha seguido de cerca el caso desde el primer día, afirmó además que otros detenidos, entre ellos el enfermero Humberto Nieto Sierra, también fueron forzados a grabar videos similares.
“Me dicen mis fuentes de las filas comunistas que Erlis Sierra y Humberto Nieto Sierra han sido obligados a realizar videos de retractación que pronto serán divulgados”, aseguró Mayeta Labrada.
La transcripción completa del video confirma el tono de sumisión y el lenguaje ajeno a la manera habitual de expresarse del médico, quien días antes se había plantado con firmeza frente a las autoridades locales de Contramaestre para reclamar soluciones a la escasez de agua, alimentos y electricidad.
En aquella ocasión, Sierra Gómez expresó con serenidad y valentía: “Aquí en la Constitución yo tengo libertad de expresión”.
Su arresto, ocurrido el viernes tras el “cacerolazo” en Baire, desató una ola de solidaridad dentro y fuera de la isla. Miles de cubanos compartieron la etiqueta #FreeErlisSierra, exigiendo su liberación inmediata y el fin de la represión.
La madre del joven, Ania Gómez Leiva, también fue detenida brevemente después de publicar un video pidiendo ayuda al pueblo de Cuba. “Mi hijo no tocó caldero ni agredió a nadie; solo pidió soluciones para el pueblo”, declaró antes de ser liberada.
Por su parte, el líder opositor José Daniel Ferrer, de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), reaccionó a la publicación del video con un mensaje contundente:
“Esto demuestra que las denuncias y la solidaridad sí funcionan. Los presionaron para que hicieran este tipo de declaraciones porque quieren asustar y calmar al pueblo, porque la tiranía tiene miedo. Los quieren mandar para sus casas con miedo y obedientes... La tiranía perderá de todas maneras. Que nadie se desanime”.
Organizaciones de derechos humanos consultadas por CiberCuba han señalado que los videos de retractación forzada son una práctica habitual de la Seguridad del Estado cubano, utilizada para amedrentar a los manifestantes y proyectar una imagen de control ante la opinión pública.
En el caso de Sierra Gómez, el montaje parece seguir el mismo patrón: una grabación forzada, sin libertad, y difundida en canales locales para manipular la percepción ciudadana.
El episodio se suma a una larga lista de acciones represivas tras las protestas del 16 y 17 de octubre en Baire, cuando decenas de vecinos gritaron “¡Libertad!” y “¡Abajo Díaz-Canel!” durante un apagón de más de 30 horas.
Pese a los intentos del régimen de imponer silencio, la voz de Erlis —aunque coaccionada— se ha convertido en símbolo del coraje civil. Cada frase que alguna vez pronunció libremente, especialmente aquella de que “en la Constitución tengo libertad de expresión”, continúa resonando en toda Cuba como recordatorio de que la dignidad no se negocia ni se apaga con miedo.
El arrepentimiento forzado como herramienta de control político
El video de retractación del médico Erlis Sierra Gómez no es un hecho aislado. Forma parte de una práctica sistemática del régimen cubano para someter a la ciudadanía a la humillación pública, disfrazada de “arrepentimiento” o “diálogo”.
Estos videos y escenificaciones responden a una estrategia represiva cuidadosamente diseñada por la Seguridad del Estado, cuyo objetivo principal es controlar la narrativa social y desactivar el impulso cívico de protesta.
El patrón se repite con precisión: detención arbitraria de ciudadanos que protestan o critican, aislamiento e interrogatorios prolongados sin acceso a abogados, grabación de un video en el que el detenido lee un texto impuesto o simula un diálogo de “reflexión”, y difusión controlada del material en medios estatales o redes locales para sembrar miedo y proyectar obediencia.
La doctrina del miedo se ejecuta frente a una cámara. Cada frase, gesto o palabra leída bajo presión busca transmitir un mensaje: que el Estado siempre tiene la última palabra. El propósito no es reeducar, sino quebrar públicamente la voluntad de quien se atrevió a desafiarlo y advertir al resto del país lo que ocurre cuando se cruza la línea del silencio.
El método se remonta a los juicios televisados de los años sesenta, pero ha mutado con el tiempo. En 2022, el vocero oficialista Humberto López inauguró una nueva etapa con los videos de autoinculpación de Nuevitas, donde jóvenes como Mayelín Rodríguez Prado (“La Chamaca”) aparecieron admitiendo supuestos vínculos con conspiraciones extranjeras.
CiberCuba denunció entonces que las grabaciones fueron preparadas por la Seguridad del Estado como parte de una operación mediática para “criminalizar el hartazgo del pueblo cubano”.
Un año después, en Villa Marista, la joven Sulmira Martínez Pérez fue obligada a leer una declaración completa escrita por sus represores. Su madre denunció que “le pusieron una hoja para que leyera todo, todo lo que tenía que decir” y que los agentes le prometieron libertad si obedecía. El video fue transmitido en el programa Razones de Cuba, repitiendo el mismo formato de sumisión y negación del maltrato.
En marzo de 2025, el guion se trasladó a Río Cauto, Granma, donde la dirigente del Partido Comunista Yudelkis Ortiz Barceló posó junto a la manifestante Mayelín Carrasco Álvarez, asegurando que estaba “muy arrepentida por su manera de actuar”.
La fotografía, publicada el Día Internacional de la Mujer, buscaba convertir la represión en un espectáculo de docilidad, apropiándose incluso del discurso feminista para justificar la obediencia política.
El caso del doctor Erlis Sierra cierra ese círculo de degradación moral: un profesional que exigió agua, alimentos y respeto a la Constitución, obligado a leer que “entendió que no era la forma de exigir derechos”.
La escena, difundida en un grupo local de Facebook, no pretende informar, sino atemorizar y desmovilizar. Es el equivalente digital de las viejas confesiones televisadas, adaptadas a los tiempos de internet.
Estas puestas en escena siguen una misma lógica propagandística. Primero, despersonalizan al detenido, reduciéndolo a una figura arrepentida. Luego, niegan el abuso policial insistiendo en que “no ha sido maltratado”. Al mismo tiempo, refuerzan la idea de unidad nacional frente a un supuesto “enemigo externo” y desacreditan la protesta presentándola como error o manipulación.
Detrás de cada frase supuestamente voluntaria hay horas de coerción, amenazas familiares y chantaje emocional. El régimen cubano utiliza estos materiales no solo como propaganda, sino como castigo psicológico colectivo: un recordatorio de que la disidencia pública puede terminar en descrédito aceptado y transmitido.
Como señaló Annarella Grimal en octubre de 2022 con los videos de autoinculpación de Nuevitas: “Cada cubano preso que se autoinculpa en televisión constituye una evidencia de más vejaciones y de tratos crueles y degradantes del régimen contra la sociedad civil”.
Los videos de arrepentimiento no demuestran fortaleza del Estado, sino su miedo a perder el control sobre la verdad. Intentan borrar la dignidad con una cámara, pero solo consiguen dejar constancia de su propio autoritarismo.
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