En medio del caos energético que mantiene en vilo a millones de cubanos, la Unión Eléctrica (UNE) ha vuelto a emitir un mensaje oficial cuya redacción resulta tan confusa como reveladora del intento sistemático del régimen cubano por disfrazar la verdad con frases vacías y tecnicismos sin sustancia.
El más reciente comunicado —publicado en redes sociales por la UNE— describe una jornada de trabajo del director general de la entidad, el ingeniero Alfredo López Valdés, en la Central Termoeléctrica Máximo Gómez, en el Mariel.
Según la publicación, durante el encuentro se evaluaron "los avances en las labores de mantenimiento que se realizan para solucionar la avería de la unidad #6 de la planta", una frase que, por su redundancia y ambigüedad, no aporta información concreta alguna.
La expresión “labores de mantenimiento para solucionar averías” es, en sí misma, un galimatías técnico que parece más orientado a ocultar que a explicar.
¿Se trata de mantenimiento programado o de reparaciones de emergencia? ¿Hay avances reales o es otra forma de ganar tiempo ante una población exhausta por los apagones? El comunicado no lo aclara, ni ofrece fechas, cifras, ni detalles que permitan evaluar el estado real del sistema eléctrico nacional.
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Técnicamente, el enunciado no solo resulta impreciso, sino contradictorio. Una avería es una falla o rotura que requiere reparación, mientras que el mantenimiento es un conjunto de acciones preventivas o programadas que se ejecutan para garantizar el funcionamiento adecuado de una instalación, incluso mientras esta opera o durante pausas planificadas.
Usar “mantenimiento” como sinónimo de “reparación” no solo es incorrecto, sino que contribuye a la desinformación.
La frase "labores de mantenimiento para solucionar averías" no explica nada. Más bien, encubre. No hay datos concretos sobre el tipo de avería, el tiempo estimado para la reparación, ni el impacto en la generación eléctrica. Tampoco se informa si la unidad afectada volverá a sincronizarse próximamente o si permanecerá fuera de servicio indefinidamente, como ha ocurrido en múltiples ocasiones recientes.
Este tipo de lenguaje nebuloso se ha vuelto una constante en la comunicación institucional de la UNE y otras entidades estatales, que eluden sistemáticamente hablar con claridad sobre el colapso energético del país y sacan de la chistera las justificaciones más variopintas.
Lejos de informar, los comunicados parecen escritos para disuadir preguntas, apaciguar ánimos y simular control, cuando la realidad cotidiana muestra todo lo contrario: apagones de hasta 20 horas, plantas termoeléctricas fuera de servicio durante semanas o meses, mantenimientos programados de meses que colapsan en cuestión de horas, y promesas que nunca se cumplen.
En paralelo, mientras crecen el malestar popular y las críticas en redes sociales, el discurso oficialista insiste en fórmulas ya desgastadas como el "bloqueo", el “compromiso colectivo” o la “voluntad de recuperación”, sin asumir responsabilidad por el deterioro crónico del sistema eléctrico, resultado de décadas de desinversión, mala gestión y dependencia de tecnologías obsoletas.
El absurdo del último post de la UNE resume, en definitiva, la estrategia de comunicación del régimen cubano frente a la crisis eléctrica: una mezcla de confusión, omisiones deliberadas y propaganda hueca, dirigida no a esclarecer la situación, sino a marear a los ciudadanos que sufren las consecuencias.
La falta de transparencia, el uso manipulador del lenguaje y la desconexión total con la realidad vivida por la ciudadanía son ya señas de identidad de la UNE. Y el resultado es el mismo de siempre: los cubanos quedan sin luz, sin información clara y sin respuestas.
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