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El mundo es Netflix y Cuba cangrejeando

Cuando un gobierno prevé sancionar en materia tan dinámica y expansiva, su actitud represiva obedece a su desconfianza en su propio discurso que hace años suena hueco para la mayoría de los ciudadanos, en los que no confía ni para que naveguen a paso de cangrejo por la red.

Jóvenes cubanos con sus celulares © CiberCuba
Jóvenes cubanos con sus celulares Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 4 años

La reciente ley cubana sobre Telecomunicaciones viene a confirmar que la nomenklatura cubana ha adoptado el cangrejo como símbolo de identidad: poca carne, mucha muela y palante y patrás; mientras el mundo avanza por los caminos de Netflix y Huawei a 5G.

Como ya pasó con el congelado 349, las autoridades encubren su afán represivo en una supuesta protección de la moral y la decencia pública a la que añaden el matiz de multar y decomisar equipos a quien alojen sus blogs en servidores extranjeros. ¡Acabáramos, hombre; se veía venir!

Si algunos blogs se alojan en portales de afuera se debe al poco desarrollo tecnológico de Cuba y al temor de sus autores a ser censurado por la Brigada de Respuesta Rápida de ETECSA, que sigue sin explicar cómo fue, qué pasó con el cable aquel de Venezuela.

El mundo contemporáneo es comunicación instantánea, agilidad y servicios de telecomunicaciones camino del 5G, como reconocen las propias crónicas almidonadas de la prensa pagada por el Partido Comunista de Cuba (PCC), jaleando a los chinos de Huawei para defenderse de las embestidas de Donald Trump.

Sueños baldíos porque –de momento- la industria de microprocesadores estadounidense sigue siendo la number one en el mundo y si en China se fabrican juguetes de Apple es porque hace años el capitalismo decidió que era más rentable producir en países pobres porque se pueden pagar peores salarios y mejor aún, si esos países han sido empobrecidos por el comunismo, donde ni siquiera existe el derecho a la huelga.

El gobierno cubano tiene que asumir la realidad del mundo, tal cual es y no como a ellos les gustaría que fuera y dejarse de poner palos en la rueda made in Abel Prieto e Iroel Sánchez, CVPs de la blogosfera cubana asumiendo poses de indignación por los contenidos de Netflix, mientras ellos disfrutan de una conexión abierta y con tarifa plana pagada por los obreros cubanos a los que pretenden aleccionar sobre qué leer, qué ver y cuántas manzanas comprar.

Si una mayoría de cubanos prefiere el “Paquete” a la grisura de Telerebelde, Pánfilo a salvo, la culpa será del sistema educativo que no consiguió cultivar en ellos al Lecuona y Enrique José Varona que todos llevamos dentro y, en cambio, haya florecido la Escuela de Cadetes del Reguetón que son las Almas Muertas del Caribe, tras fracasar el experimento de ser como el Che Guevara.

El camino es expandir las telecomunicaciones a lo largo y ancho de la isla y que el mayor número posible de cubanos esté conectado e interrelacionado con el mundo real para que vayan distinguiendo la paja del grano, y reafirmen los valores de Cuba como nación y pueblo, que son muchos.

Obviamente, cuando un gobierno prevé sancionar en materia tan dinámica y expansiva, su actitud represiva obedece a su desconfianza en su propio discurso que hace años suena hueco para la mayoría de los ciudadanos, en los que no confía ni para que naveguen a paso de cangrejo por la red.

¿Adónde habrá ido a parar la obra educativa de la revolución que hasta Internet asusta al Buró Político del PCC?

¿Si alojar un blog en servidor extranjero es tan malo, qué pinta todo ese ejército de batas blancas desperdigado por el mundo, con peligro real para su integridad física, buscando magua dura para las anémicas arcas cubanas?

Todo mecanismo paternalista y de represión está condenado al fracaso, porque los cubanos sacaron al genio de la lámpara de Aladino, desde que el Partido Comunista se desentendió de ellos en aquel acto de ¿creación? colectiva, tras el derrumbe de la URSS y el Muro de Berlín.

Hasta entonces, funcionaron los paradigmas que producían el poder y el carisma de Fidel Castro con el subsidio soviético, pero desde entonces, Cuba ha tenido que fajarse en el mercado mundial en condiciones desventajosas y con un discurso bipolar que condena al capitalismo, aplicando sus métodos en la gestión de la isla.

Quizá sin proponérselo, Randy Alonso ofreció el otro día en su Mesa Redonda una clave a Díaz-Canel y al ministro de Economía, Gil Fernández, cuando reveló que los cubanos que viven en la isla son el segundo mercado emisor de turistas en temporada de verano. Ojo al dato.

La supervivencia política del actual gobierno está indisolublemente ligada al progreso socioeconómico de la mayoría de los cubanos, que posibilitará dos hitos imprescindibles para la Transición a la democracia: prosperidad como antídoto a la violencia y los violentos y pagar la deuda interna con los desamparados del castrismo, incluidos los combatientes de la revolución cubana que dieron los mejores años de sus vidas a lo que no sirvió.

Ya pueden Abel Prieto, Iroel Sánchez y Yusuan Palacios ponerse a berrear azuzando los peligros que entraña la liberalización de las telecomunicaciones, y el diversionismo ideológico que implica navegar a toda vela por Internet, cual sirenas frente a Ulises de vuelta a Penélope. Solo conseguirán el odio de los cubanos y ventajas materiales.

En el caso de Yusuan, al menos concurre la atenuante de su edad y formación totalitaria, en Prieto y Sánchez solo habita el oportunismo y la simplonería de dos arrinconados que buscan –como sea- volver al hit parade, disfrazándose de conciencia crítica para seguir mordisqueando las migajas del poder.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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