APP GRATIS

Gobierno cubano prefiere asalariados obedientes a periodistas

La política real aconseja abrir espacios y hacer concesiones en tiempos de crisis económica y de legitimidad del discurso oficial; pero La Habana tiene un plan que consiste en pretender designar un grupo de académicos, periodistas y economistas autorizados a ejercer una disidencia controlada para presentarlos a Biden, Europa y América Latina como los opositores buenos; y descalificar al resto.


Este artículo es de hace 3 años

El tardocastrismo sigue cuesta abajo en la rodada y, pese a que el actual escenario geopolítico, con su creciente desgaste y sus ansias y necesidad perentoria de entenderse con Biden, ha reafirmado su miedo a una prensa independiente y su preferencia por asalariados ideológicos al servicio de la causa.

La política real aconseja abrir espacios y hacer concesiones en tiempos de crisis económica y de legitimidad del discurso oficial; pero La Habana tiene un plan que consiste en pretender designar un grupo de académicos, periodistas y economistas autorizados a ejercer una disidencia controlada para presentarlos a Biden, Europa y América Latina como los opositores buenos; y descalificar al resto.

La estrategia suicida, que huele a guardia viejo y a Machado Ventura por todos lados, pone en un brete a Díaz-Canel y a los reformistas del ejército, el partido comunista y el gobierno porque contradice gestos anteriores del actual presidente en favor de proyectos independientes de comunicación y artísticos frente al hábito totalitario de los inmovilistas.

Mientras el gobierno castrista siga empeñado en negar la pluralidad que anima a Cuba, todos sus esfuerzos administrativos y represivos serán baldíos porque hasta la izquierda que ganó la guerra cultural y ejerce su dominio en plataformas de comunicación representativas en el ámbito mundial repudia, aún con voz tenue, las atrocidades ideológicas de La Habana.

Obviamente, incluir el periodismo y otras labores informativas en las 124 actividades económicas vedadas a la iniciativa privada persigue vestir con un manto de legalidad la represión contra periodistas independientes y aquellos ciudadanos que, valiéndose de las nuevas tecnologías, reporten hechos noticiosos en redes sociales, sin pasar por los filtros de la Seguridad del Estado y el partido comunista.

La incapacidad de la prensa oficial para contar Cuba con todos sus matices y contradicciones está garantizada hasta el fin de la dictadura y, de paso, se avisa a los asalariados del pensamiento, que no intenten la opción de abandonar la prensa financiada por el partido comunista para trabajar en la prensa alternativa, agredida y perseguida desde el poder.

El tardocastrismo no conseguirá acallar las voces del periodismo independiente porque la mayoría de los cubanos ha perdido la confianza en la prensa del gobierno por sus relatos almibarados de la terrible pobreza y desigualdad que padecen; de ahí que hayan puesto de vuelta y media al presidente Díaz-Canel en twitter por su ocurrencia de publicar una fake news con la imagen de un agromercado lleno de mercancías.

Muchos cubanos son expertos en leer al revés los mensajes de la prensa pagada por la dictadura y el general deterioro de Cuba es tan evidente que seguir negándolo es una condena moral para la casta verde oliva y enguayaberada e incomodidad para los buenos periodistas que trabajan en medios oficialistas.

La prohibición de ejercer el periodismo por cuenta propia es un acto de continuismo en el teatro represivo castrista porque durante la proclamación de la Constitución de 1976, Raúl Castro Ruz dejó claro que "en Cuba no hay libertad de prensa y no lo ocultamos" y, en 1989, el Comandante en Jefe regaño a dos académicos de la órbita del partido comunista por mostrar simpatías hacia la perestroika y la glásnost soviéticas.

Los aludidos ensayaron la respuesta típica en los totalitarismos, alegando que eran revolucionarios y patriotas antes que intelectuales y académicos; a lo que Fidel Castro Ruz ripostó con un arranque de sinceridad: ¡Que intelectuales ni que ocho cuartos, ustedes son mis empleados porque yo les pago el sueldo!

¿Qué opinas?

VER COMENTARIOS (6)

Archivado en:

Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


¿Tienes algo que reportar?
Escribe a CiberCuba:

editores@cibercuba.com

 +1 786 3965 689


Siguiente artículo:

No hay más noticias que mostrar, visitar Portada