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La reciente reacción del régimen cubano ante las restricciones migratorias anunciadas por el gobierno de Estados Unidos ha desatado una ola de críticas y puesto en evidencia la profunda hipocresía del discurso oficial.
En esa línea, la funcionaria del MINREX, Johana Tablada de la Torre –subdirectora general para Estados Unidos del ministerio de Relaciones Exteriores– recurrió a la ironía para referirse a las nuevas restricciones.
“¿Cuándo empieza la ‘linda conversación’ sobre la cancelación de visas para casi todos los cubanos?”, escribió en la funcionaria en sus redes sociales, en alusión a una frase reciente del diplomático estadounidense Mike Hammer, quien dijo esperar “una linda conversación” con los cubanos durante sus recorridos por La Habana.
Aunque no lo mencionó directamente, la publicación se entiende como una crítica velada a Hammer, con quien Tablada de la Torre ha mantenido una confrontación constante desde su llegada a la isla.
Por su parte, el canciller Bruno Rodríguez Parrilla expresó “preocupación” por la afectación a los derechos de los cubanos, omitiendo deliberadamente el papel central que ha jugado el propio régimen en décadas de represión, censura y control sobre la libertad de movimiento de sus ciudadanos.
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La reciente orden ejecutiva firmada por el presidente Donald Trump que impuso restricciones migratorias a ciudadanos de varios países, incluyendo Cuba, utilizó el argumento de riesgos para la seguridad nacional y la falta de cooperación en materia migratoria. Tras elanuncio, las autoridades cubanas reaccionaron con una retórica agresiva, calificando la medida de “racista” y acusando a Washington de separar familias cubanas.
Pero la indignación del gobierno cubano resulta cínica, considerando su historial. Desde 1959, el régimen ha utilizado la migración como arma política, presionando a Estados Unidos a través de olas migratorias masivas –como el Mariel en 1980 o la crisis de los balseros en 1994– mientras castigaba internamente a quienes intentaban escapar.
Miles de cubanos han sido perseguidos, encarcelados o estigmatizados por su deseo de emigrar, y los que logran salir son frecuentemente usados como herramienta de chantaje emocional y económico mediante el control sobre sus familias que permanecen en la isla.
Al lamentar en redes sociales que “de un día para otro ya no podrán visitar o emigrar a Estados Unidos”, La diplomática Tablada de la Torre pareció olvidar que durante décadas fue el propio régimen al que representa el que impuso el tristemente célebre “permiso de salida” o “tarjeta blanca”, que restringía la salida del país por motivos ideológicos o políticos.
La supuesta defensa del “contacto familiar” contrasta con una práctica sistemática de separación familiar inducida desde el poder. Mientras el régimen se llena la boca hablando de soberanía y derechos, prohíbe el regreso de opositores, monitorea a quienes regresan de visitas, y reprime a estudiantes o trabajadores de quienes sospecha posibles “relaciones con el enemigo”.
Las críticas ciudadanas en redes sociales no se han hecho esperar. Muchos recordaron al canciller que “desde cuándo les importa la familia cubana”, y que es el régimen el principal responsable del éxodo de más de medio millón de cubanos en 2024, según estimaciones independientes.
Detrás del discurso oficial, quedó al descubierto el verdadero objetivo: mantener el flujo de dólares del exilio y proyectar una imagen falsa de víctima internacional, mientras se perpetúa la represión dentro de la isla.
La inquina del régimen cubano hacia Mike Hammer
Desde su llegada a La Habana en noviembre de 2024 como jefe de la misión diplomática de Estados Unidos, Hammer ha sido objeto de una campaña de hostigamiento por parte del régimen cubano, encabezada desde la cancillería por Tablada de la Torre.
La funcionaria ha acusado a Hammer de promover la desestabilización interna en Cuba, mentir sobre la situación del país y violar la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas.
Tablada de la Torre ha calificado al diplomático de injerencista por reunirse con miembros de la sociedad civil cubana, afirmando que sus acciones forman parte de una "agenda de agresión e injerencia" contraria al orden constitucional cubano.
Incluso llegó a advertir públicamente a Hammer que "nadie debe confundir la paciencia que ha tenido Cuba frente a este tipo de actos, con debilidad", en una amenaza velada difundida en medios estatales.
El régimen ha intensificado sus ataques mediáticos y diplomáticos contra Hammer, acusándolo de incitar a ciudadanos cubanos a cometer delitos graves y actuar contra el orden constitucional.
Estas acciones reflejan una creciente preocupación por la estrategia de diplomacia directa y abierta que ha desplegado el funcionario estadounidense desde su llegada a la isla.
A pesar de las críticas y acusaciones, Hammer ha continuado con su agenda en la isla, reiterando su interés en escuchar directamente al pueblo cubano y fortalecer los lazos entre ambos países desde la base.
El Departamento de Estado de EE.UU. ha defendido al diplomático, asegurando que su labor es legítima y se enmarca en el derecho internacional, reiterando su compromiso con los derechos humanos y con la sociedad civil cubana.
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