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La reciente filtración de documentos financieros internos de GAESA, que reveló la existencia de más de 18,000 millones de dólares en activos corrientes, ha desatado un intenso debate en la prensa y en redes sociales.
Sin embargo, para el economista cubano Pedro Monreal, lo más revelador no son solo las cifras —cuya verosimilitud es plausible pero imposible de confirmar de manera independiente— sino la normalización de un hecho más grave: los ciudadanos cubanos están excluidos del acceso a información crucial sobre el conglomerado militar que controla buena parte de la economía del país.
En un artículo reciente publicado en su Substack, Monreal recordó que, pese al interés legítimo en el análisis cuantitativo, las discusiones sobre los números de GAESA se mueven inevitablemente en el terreno de la conjetura.
“No importa cuán aceptables sean los datos de contraste, el análisis sigue contaminado por el carácter especulativo de las ‘cifras de GAESA’”, explicó. El economista comparó la actitud del gobierno cubano con la de “un mago de feria: nada por aquí, nada por allá…”, señalando que la respuesta oficial ha sido, por omisión, un rotundo silencio.
Una opacidad institucionalizada
Aun sin datos completos, existen elementos cualitativos comprobados sobre GAESA que dibujan un perfil inquietante.
Monreal enumeró varios: se trata de un conglomerado militar de sociedades anónimas que operan en actividades comerciales civiles; controla sectores estratégicos como el turismo, el comercio minorista y las telecomunicaciones; y maneja montos significativos de divisas gracias a su posición monopólica.
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El aspecto más grave, desde el punto de vista político, es que no rinde cuentas públicas ni está sujeta a la supervisión de la Contraloría General de la República, un blindaje institucional que le permite retener información y recursos sin control ciudadano.
Para Monreal, GAESA es la punta de lanza de la dolarización en Cuba. Con su dominio en el comercio en divisas y en servicios como las comunicaciones, junto a precios “monopolistas abusivos”, actúa como un implacable extractor de divisas de las familias cubanas.
En la práctica, canaliza dólares desde el bolsillo de los ciudadanos hacia un entramado empresarial opaco que no transparenta el uso de esos fondos.
Cuatro debates urgentes
Más allá de las cifras, el economista propuso centrar el debate en cuatro cuestiones clave:
1. La innecesariedad de un conglomerado militar monopolizando la economía civil. Desde una perspectiva de desarrollo, no hay justificación para que una estructura castrense concentre sectores estratégicos y lucrativos.
2. El destino del ingreso nacional liberado por la compresión salarial. Monreal preguntó dónde ha ido a parar la parte del PIB que antes se destinaba a remunerar a los trabajadores y que hoy, por la caída de los salarios como proporción del producto, ha quedado disponible.
3. Reducir la opacidad y exigir rendición de cuentas. GAESA debería estar sujeta a auditorías independientes y a mecanismos de control ciudadano que hoy no existen.
4. Dolarizar parcialmente el presupuesto nacional. Si bien considera que la dolarización es un error, Monreal reconoció que es una realidad y propuso que las divisas recaudadas por corporaciones como GAESA se integren de manera transparente al presupuesto estatal, para que beneficien directamente a la población.
Un modelo que concentra poder y debilita derechos
El trasfondo de este debate va más allá de la economía: implica la relación entre poder, transparencia y derechos ciudadanos en Cuba.
La combinación de monopolio militar, forma jurídica opaca y ausencia de supervisión convierte a GAESA en el actor con más poder económico del país, por encima de sus instituciones civiles y sin contrapesos efectivos.
La pregunta que queda flotando, y que Monreal anunció que abordará en una próxima entrega, es si el bienestar de los ciudadanos cubanos necesita —o puede permitirse— el liderazgo de un conglomerado militar cuyos accionistas son anónimos y cuyo funcionamiento es intocable.
En un contexto donde la información económica se trata como secreto de Estado y las autoridades se niegan a explicar el destino de miles de millones en divisas, la opacidad de GAESA no es solo un problema contable: es el reflejo de un modelo que extrae recursos de la población sin rendirle cuentas, mientras el país se hunde en una crisis humanitaria.
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