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Medios internacionales denunciaron que el gobierno cubano impidió el acceso a periodistas extranjeros durante los llamados debates comunitarios organizados en barrios de la isla como parte de la campaña oficial contra el consumo del “químico”, una droga sintética de bajo costo que se ha extendido rápidamente en los últimos años.
El químico, elaborado a partir de psicotrópicos y anestésicos de uso humano y veterinario, ha provocado escenas alarmantes en todo el país, donde jóvenes bajo sus efectos caminan como zombis, desorientados y con pérdida de coordinación. Especialistas advierten que una dosis puede ser hasta cien veces más potente que el cannabis.
Ante el crecimiento del fenómeno, el régimen endureció las sanciones contra los traficantes e inició en diciembre una campaña preventiva en comunidades consideradas vulnerables.
Sin embargo, la agencia AFP informó que la prensa internacional no recibió autorización para asistir a los encuentros, conocidos oficialmente como barriodebates, lo que ha sido interpretado como un intento de controlar el relato sobre la crisis.
“No hay cifras oficiales, pero la situación se ha vuelto incontrolable”, dijo a ese medio el pastor evangélico Rotyam Castro, quien dirige un centro de rehabilitación independiente en La Habana.
Según su experiencia, el consumo afecta no solo a jóvenes de barrios marginales, sino también a artistas, músicos y profesionales, señaló el medio de prensa, que hizo un reportaje profundo sobre el tema.
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La exclusión de periodistas extranjeros contrasta con la necesidad de transparencia sobre un fenómeno que impacta a miles de familias cubanas y que ya ha generado alarma social dentro y fuera de la isla.
Mientras tanto, iniciativas comunitarias como la del pastor Castro intentan llenar el vacío, ofreciendo programas de desintoxicación sin fármacos, basados en oración, talleres y trabajo colectivo.
La censura denunciada refuerza las críticas hacia el gobierno cubano por su política de opacidad en temas sociales y de salud pública, en un momento en que la crisis del “químico” se suma a la difícil situación económica y social del país.
Preguntas frecuentes sobre la crisis de drogas sintéticas en Cuba
¿Qué es "el químico" y por qué es tan peligroso?
"El químico" es una droga sintética compuesta por cannabinoides sintéticos junto con sustancias altamente tóxicas como fentanilo, formol y anestésicos para animales. Estos ingredientes hacen que sus efectos sean gravemente perjudiciales para la salud, con reacciones que pueden incluir convulsiones, alucinaciones extremas y daños neurológicos irreversibles. Además, es hasta cien veces más potente que el THC de la marihuana, lo que lo convierte en una droga extremadamente peligrosa incluso en dosis pequeñas.
¿Cómo está enfrentando el gobierno cubano la crisis del "químico"?
El gobierno cubano ha adoptado principalmente una estrategia represiva, con grandes operativos policiales y juicios ejemplarizantes contra quienes trafican y consumen estas drogas. Sin embargo, estas medidas se consideran insuficientes ya que no abordan las causas subyacentes del problema. Además, el enfoque punitivo no se complementa con políticas de salud pública, prevención o rehabilitación, lo que limita su efectividad para mitigar el impacto social y sanitario de la crisis.
¿Por qué la prensa internacional denuncia censura en los debates comunitarios en Cuba?
Medios internacionales han denunciado que el gobierno cubano impidió el acceso a periodistas extranjeros durante los debates comunitarios sobre el consumo del "químico". Esta exclusión se interpreta como un intento del régimen cubano de controlar el relato sobre la crisis de drogas en la isla. La falta de transparencia y la censura informativa refuerzan las críticas hacia el gobierno por su política de opacidad en temas sociales y de salud pública.
¿Cuál es el impacto social del "químico" en la población cubana?
La droga "el químico" ha tenido un impacto devastador en la sociedad cubana. Afecta no solo a jóvenes de barrios marginales, sino también a artistas, músicos y profesionales. Su consumo ha provocado un aumento en los episodios violentos, psicosis inducida y comportamientos autodestructivos, generando alarma social y afectando a miles de familias. La situación se agrava por la falta de respuesta institucional adecuada y la normalización del consumo en muchas comunidades.
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