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La depreciación del peso cubano parece no tener freno. A menos de tres meses de concluir el año, las tendencias del mercado informal de divisas apuntan a un cierre con nuevos récords para el dólar y el euro, dos monedas que se han convertido en barómetros del deterioro económico de la isla.
El dólar estadounidense (USD) se cotiza este domingo a 458 pesos cubanos (CUP), mientras el euro (EUR) alcanza 520 CUP, según datos de elTOQUE.
En julio, los valores eran de 385 y 426, respectivamente. El salto en apenas 90 días supera el 20 % en ambos casos y confirma el ritmo acelerado de devaluación del peso.
Si esta tendencia mensual se mantiene —unos 10 a 15 pesos adicionales por mes para el dólar y entre 12 y 18 para el euro—, los analistas estiman que el mercado podría cerrar 2025 con el dólar rozando los 500 CUP y el euro acercándose a los 580 CUP, tal y como vaticinó la mayoría de cubanos que contestaron a la encuesta de CiberCuba a mediados de septiembre.
De cumplirse esas proyecciones, el peso cubano acumularía una pérdida de valor cercana al 30 % en apenas seis meses, la mayor en casi tres años.
La proyección no es solo aritmética: responde a un contexto estructural donde la escasez de divisas oficiales, la inflación desbordada y la falta de confianza en la gestión económica del gobierno alimentan la demanda del mercado paralelo.
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La ausencia de un sistema formal eficiente de compraventa de divisas ha consolidado al mercado informal como el único referente real para el cálculo de precios, ahorros y remesas.
Mientras tanto, el régimen sigue apelando a promesas vagas de “ordenamiento” y “estabilización cambiaria” sin ofrecer detalles ni resultados tangibles.
Pasado el ecuador de 2025, la promesa del primer ministro Manuel Marrero Cruz de implementar un nuevo “mecanismo de gestión, control y asignación de la divisa”, como parte del llamado “Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía”, sigue durmiendo el sueño de los justos.
Economistas independientes advierten que cualquier intento de revertir la tendencia requeriría medidas profundas: restringir la emisión monetaria, atraer inversión extranjera real y reabrir los canales de circulación de divisas.
Pero en la práctica, el panorama inmediato parece definido: el peso cubano continuará debilitándose, empujado por la desconfianza y la parálisis productiva.
De mantenerse la actual dinámica, 2025 cerrará con el dólar y el euro en niveles nunca vistos, y con millones de cubanos enfrentando un poder adquisitivo cada vez más erosionado por una inflación que ya se percibe en cada mercado, cada tienda y cada moneda que cambia de mano.
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